Tormenta en el oc¨¦ano Pac¨ªfico
Estados Unidos rompe su acuerdo defensivo con Nueva Zelanda debido a su pol¨ªtica antinuclear
Cuando el lunes 11 de agosto los Gobiernos de EE UU y Australia anunciaron en San Francisco que dejaban a Nueva Zelanda fuera del ANZUS (alianza militar integrada por las tres naciones citadas), los primeros sorprendidos deben haber sido los ciudadanos de este ¨²ltimo pa¨ªs, lejano y casi desconocido para muchos, que en las ¨²ltimas encuestas de opini¨®n apoyaban ese pacto (73% a favor), si bien comparten la pol¨ªtica del Gobierno de David Lange de no permitir que nav¨ªos con armas nucleares atraquen en sus puertos. Diversos analistas de Estados Unidos consideran que la Administraci¨®n de Reagan ha cometido un serio error, dado que Nueva Zelanda no est¨¢ situada en una zona estrat¨¦gica ni comercial ni militarmente, porque tampoco alberga bases ni armas clave, y en tanto la pol¨ªtica de confrontaci¨®n con Lange llevada a cabo durante el ¨²ltimo a?o y medio ha transformado a este moderado laborista en una prestigiosa figura antinuelear cuando la reivindicaci¨®n de los puertos es m¨¢s simb¨®lica que real, ya que Estados Unidos los utiliza en contadas ocasiones.Pero entre aceptar el control de Nueva Zelanda -que contraviene la pol¨ªtica del Pent¨¢gono de nunca confirmar o desmentir la presencia de armamento nuclear- o presionar para que la alergia nuclear" (como la denominan algunos miembros de la Administraci¨®n de Reagan) se extienda, se ha elegido por la segunda opci¨®n. Australia, por su parte, se ha plegado a las exigencias de Estados Unidos para tratar de obtener un trato m¨¢s favorable en sus ventas de cereales y porque hist¨®ricamente los v¨ªnculos militares entre ambos pa¨ªses son mucho m¨¢s estrechos, hasta el punto que alberga 10 bases estadounidenses de importancia. La expulsi¨®n cierra un per¨ªodo que se inici¨® en enero de 1985, cuando el Gobierno de David Lange no permiti¨® que el USS Buchanan atracara en Wellington. Ya en febrero, el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, dijo que Nueva Zelanda "pagar¨ªa cara su actitud" y el senador William Cohen, de Maine, pidi¨® represalias econ¨®micas tales como inundar el mercado mundial de mantequilla estadounidense para arruinar a Nueva Zelanda, un pa¨ªs que vive, b¨¢sicamente, de sus exportaciones agr¨ªcolas.
Tradici¨®n antinuclear
La relaci¨®n de Nueva Zelanda con Estados Unidos ha sido, en general, buena en los ¨²ltimos 35 a?os, pero en la d¨¦cada de los se senta surgi¨® un primer incidente, cuando las instalaciones militares de Estados Unidos de Long bank y Mt. John, para control de pruebas nucleares y comunicaci¨®n, fueron cerradas y la opini¨®n p¨²blica se neg¨® a que se instalara un sistema para gu¨ªa de submarinos nucleares. De todas formas, en 1980 se construyeron dos nuevas bases -Tangimoana y Black Birch-, de propiedad de Nueva Zelanda pero que est¨¢n vinculadas con los sistemas de vigilancia oce¨¢nica y astron¨®mica de Estados Unidos.
El Partido Laborista de esta naci¨®n del Pac¨ªfico tiene antecedentes de lucha antirtuclear y pacifista. En los a?os setenta, un Gobierno de esta formaci¨®n retir¨® las tropas de Nueva Zelanda, que estaban combatiendo hombro a hombro con las estadounidenses en Vietnam, y denunci¨® a Francia ante el Tribunal de La Haya por las pruebas nucleares que realiza habitualmente en el atol¨®n de Mururoa. Por otra parte, el Gobierno del Partido Nacional (conservador) que rigi¨® el pa¨ªs de 1975 a 1984 no s¨®lo se opuso a las pruebas francesas, sino que abog¨® activamente para que se firmara -objetivo todav¨ªa no logrado- un tratado amplio de prohibici¨®n de pruebas nucleares.
David Lange y su Gabinete han seguido la misma l¨ªnea. En breve ser¨¢ aprobada una ley que limita la entrada de nav¨ªos con armas nucleares en los puertos de Nueva Zelanda. En el Foro del Pac¨ªfico, constituido por 14 pa¨ªses del ¨¢rea, ha sido un activo gestor del tratado que se firm¨® en agosto de 1986 para crear una zona libre de armas nucleares que impida su almacenarniento, fabricaci¨®n y pruebas. Asimismo, se mantuvo firme durante casi un a?o frente a las presiones econ¨®micas francesas antes que permitiera a los dos agentes secretos que volaron el barco de Greenpeace Rainbow Warrior en el puerto de Aukland en julio de 1985, asesinando a un fot¨®grafo, cumplir su condena en una isla de propiedad francesa. Par¨ªs, tambi¨¦n, no ve con buenos ojos al Gobierno de Larige por su posici¨®n favorable a la descolonizaci¨®n de Nueva Caledonia.
La expulsi¨®n de Nueva Zelanda del ANZUS es m¨¢s grave como precedente de intolerancia, que por su valor militar. En primer lugar, porque -a diferencia de la OTAN- carece de una estructura de mandos, no tiene burocracia civil y Estados Unidos carece de tropas estacionadas en Australia o Nueva Zelanda. Y, en segundo t¨¦rmino, porque este pacto fue creado en 1951, sintetizando, por una parte, las aspiraciones de los dos pa¨ªses del Pac¨ªfico de contener un eventual rearme del entonces derrotado Jap¨®n o una expansi¨®n de la revoluci¨®n china, y, por otra, la intenci¨®n de Estados Unidos de extender su brazo militar en el mundo corno parte de la pol¨ªtica de contenci¨®n frente a la URSS. Hoy, el primer aspecto es solamente historia, mientras que el segundo choca con las aspiraciones de soberan¨ªa y diferente manera de entender la defensa. El secretario de Estado, George Shultz, dijo en junio pasado en Manila que "el paraguas nuclear" de Estados Unidos estaba siendo retirado de Nueva Zelanda, y Lange, en una conferencia, afirm¨® que "no es del inter¨¦s [de su pa¨ªs] formar parte de la disuasi¨®n nuclear. Si ¨¦sa es la ¨²nica base de nuestra relaci¨®n de defensa con Estados Unidos, entonces esa relaci¨®n es irrelevante y peligrosa". Y la diputada laborista Helen Clark indic¨® que "las armas nucleares de nuestros aliados son tan peligrosas como las de nuestros enemigos". As¨ª definido el campo militar, queda por ver si, en efecto, se inicia ahora una guerra comercial.
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