El PNV y las escuchas telef¨®nicas
YA
( ... ) Es posible que quienes hayan actuado se hayan excedido. Es muy posible tambi¨¦n que las ¨®rdenes recibidas sean confusas, o incluso inexistentes. Pero siempre ocurre un cierto grado de extralimitaci¨®n del poder ejecutivo. Si ahora, con el asunto del tel¨¦fono de Zarauz, sucede lo que antes ocurri¨® con las noticias de la calle de G¨¦nova, y con los fel¨¦fonos de Segovia, algo comenzar¨ªa a funcionar muy mal en nuestra democracia.Lo m¨¢s esencial de todo es, por un lado, el formidable poder del Estado moderno. Quien controla el poder, si no tiene contrapesos muy importantes, puede acabar por ejercer acciones aut¨¦nticamente tir¨¢nicas. Los dos monstruos que para Hobbes personificaban estos poderes concentrados de modo ingente, fuesen Leviat¨¢n o Behemoth, ahora han aumentado su tama?o como consecuencia de todo el amplio conjunto de medios t¨¦cnicos de que puede disponer la Administraci¨®n. Los progresos de la electr¨®nica permiten que se penetre en la intimidad de las personas y de las instituciones al .margen de la ley. Las facilidades para hacerlo crecen de modo continuo. Si no existe conciencia de que el descubrimiento de pr¨¢cticas prohibidas por las disposiciones legales y, en estos casos que comentamos, por la propia Constituci¨®n acarrean grav¨ªsimas sanciones, puede surgir entre nosotros la tentaci¨®n totalitaria.
Adem¨¢s de ello, tambi¨¦n resulta da?ado algo sutil¨ªsimo que constituye, sin embargo, la base de la co?vivencia democr¨¢tica. Nos referirnos a la creencia de que quien, en el mundo pol¨ªtico, asegura que n.o ha cometido un delito debe ser cre¨ªdo sin m¨¢cula alguna. Pero, simult¨¢neamente, cuando quede demostrado que minti¨® ante sus colegas tras haber cometido una falta o un delito, el castigo debe ser inexorable y doble. Por un lado, quien lo comete debe ser irradiado de la comunidad pol¨ªtica. ?Es preciso recordar aqu¨ª lo que aconteci¨® con el caso Profumo? ?Es necesario traer a colaci¨®n algo much¨ªsimo menos grave que aconteci¨® con el entonces canciller del Exchequer -o sea, con el paralelo a nuestro ministro de llaciendaHugh Dalton por hablar demasiado y pretender que no se supiese? Simult¨¢neamente es tambi¨¦n precisa la sanci¨®n penal sin paliativos. La sombra de Watergate - no debe ser exclusivamente una frase. (...)
Aparte de esto queda el juego limpio de la pol¨ªtica. Podremos estar m¨¢s de acuerdo con Arzallus que con Garaikoetxea, o viceversa, pero esto es lo que debe considerarse despu¨¦s. De momento es preciso algo as¨ª como una especie de pactos sin fisuras entre los que aceptan las reglas de juego de la dernocracia y est¨¢n dispuestos a imponerlas por encima de todo. Pensemos, en fin, que la torcida sentencia de que el fin justifica los medios ha provocado toda suerte de desgracias a la humanidad en lo grande y en lo peque?o.
A los medios de difusi¨®n nos corresponde en esto el papel, indudablemente poco agradable, de hacer algo as¨ª como lo que realizaron las ocas del Capitol¨ªo, que con sus graznidos, bastante destemplados, despertaron a los adormecidos romanos ante la invasi¨®n gala que s e les ven¨ªa encima. Mil veces m¨¢s peligrosa puede ser la invasi¨®n de esta mezcla de electr¨®nica, prepotencia y poder del Estado que comienza a aflorar. Quienes hemos predicado siempre las virtudes del humanismo consideramos que ha llegado el momento de insistir en nuestras tesis, por muy molestas y desagradables que resulten. S¨®lo as¨ª, creemos, el juego limpio amparar¨¢ lo que debe ser la m¨¢s .preciada mercanc¨ªa de nuestra vida p¨²blica: la libertad.
25 de agosto
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