La dram¨¢tica crisis del nacionalismo vasco
UN DIA s¨ª y otro tambi¨¦n, la crisis que divide dram¨¢ticamente al Partido Nacionalista Vasco (PNV) produce nuevos episodios que no por llamativos, y hasta extravagantes, contribuyen a iluminar las causas del conflicto. As¨ª, el partido fundado hace m¨¢s de 90 a?os por Sabino Arana se desliza hacia el abismo sin que, al parecer, nadie sea capaz de detener el vertiginoso despe?amiento. La situaci¨®n ha llegado a tales l¨ªmites que cualquier acontecimiento, por ajeno a la disputa que parezca, se convierte de inmediato en motivo adicional de reyerta.Un comprensible prejuicio racionalista hizo que durante alg¨²n tiempo, y desde los m¨¢s diversos ¨¢mbitos, se avanzasen hip¨®tesis que trataban de explicar la crisis, atribuyendo a cada una de las dos fracciones enfrentadas determinados rasgos ideol¨®gicos o inclinaciones pol¨ªticas caracter¨ªsticas. Se habl¨® de la lucha de democristianos contra socialdem¨®cratas, de modernistas contra retr¨®grados, de la mayor o menor emoci¨®n independentista de unos u otros. La realidad ha ido destruyendo uno a uno tales conatos de explicaci¨®n y, en definitiva, s¨®lo ha quedado la evidencia de una rivalidad personal entre los dos dirigentes m¨¢s significativos surgidos en el PNV con posterioridad a la muerte ?de Franco: Xabier Arzalluz y Carlos Garaikoetxea. Por desolador que resulte comprobarlo, hoy hay que reconocer que ten¨ªan raz¨®n quienes pronosticaron que los impulsores de la defenestraci¨®n del segundo no se conformar¨ªan con provocar su renuncia al cargo para el que hab¨ªa sido democr¨¢ticamente elegido, sino que no cejar¨ªan hasta lograr su expulsi¨®n del partido.
La acumulaci¨®n de expedientes contra Garaikoetxea, la purga de sus leales, incluso la rid¨ªcula pretensi¨®n de reescribir la historia borrando de ella el retrato del ex lendakari -a la manera como se hizo desaparecer a Trotski de las fotograf¨ªas oficiales sovi¨¦ticas-, revelan un talante intolerante dificilmente compatible con las tradiciones del nacionalismo vasco democr¨¢tico. Sencillamente, resulta incomprensible que quienes abogan por la negociaci¨®n con ETA se muestren incapaces de acudir a la v¨ªa del di¨¢logo y la negociaci¨®n para resolver los problemas internos del propio partido. Especialmente cuando incluso los protagonistas m¨¢s directos -y no digamos sus seguidores- tienen dificultades para se?alar cu¨¢les son las divergencias ideol¨®gicas o pol¨ªticas que hacen imposible.el acuerdo y la reconciliaci¨®n.
Ello no significa que tales divergencias no puedan acabar por surgir. Es incluso probable que, de confirmarse la escisi¨®n que hoy aparece como desenlace m¨¢s probable de la crisis, ambas partes sean capaces de se?alar docenas de ellas. Pero ser¨¢n el resultado de la ruptura, nunca su causa. De hecho, las que con ocasi¨®n de algunas batallas parciales -como la renovaci¨®n del Consejo regional de Vizcaya- han sido evocadas, resultaban perfectamente intercambiables, en el sentido de asumibles sin esc¨¢ndalo por el sector rival. Ello hace doblemente inexplicable que, nueve a?os despu¨¦s del celebrado en Pamplona, el PNV no haya sido capaz de convocar un congreso que actualice un ideario y un programa adoptados con antelaci¨®n a la instauraci¨®n de la democracia, la aprobaci¨®n del estatuto de autonom¨ªa y la elecci¨®n de un gobierno aut¨®nomo.
A falta de ideario y programa concreto, los debates tienden a manifestarse, cu¨¢ndo no se limitan al intercambio de improperios, en terrenos no ya ideol¨®gicos, ajenos a los problemas e inquietudes mayoritarios de los ciudadanos. De lo que se trata es de demostrar qui¨¦n es m¨¢s genuinamente nacionalista, qui¨¦n m¨¢s fiel al legado del fundador o m¨¢s consecuentemente independentista. As¨ª planteada, la emulaci¨®n se concreta a veces en la pugna por dilucidar qui¨¦n halaga m¨¢s y mejor al radicalismo juvenil abertzale. Probablemente la crisis del PNV ha beneficiado electoralmente a Herri Batasuna, pero el ascenso de la coalici¨®n (de 17.500 votos) no basta para explicar los 150.000 votos perdidos por el nacionalismo moderado el 22 dejunio. Seguramente sectores moderados del electorado que dieron su voto al PNV en 1984 le han retirado ahora su confianza por rechazo a las consecuencias pr¨¢cticas que est¨¢n resultando de esa emulaci¨®n y esos halagos.
Una escisi¨®n del Partido Nacionalista Vasco significar¨ªa en lo inmediato la ruptura de su actual grupo parlamentario y la probable convocatoria de elecciones anticipadas. Pero dif¨ªcilmente mantendr¨ªa en ellas su actual mayor¨ªa relativa un PNV definitivamente escindido. El sector que retuviera un mayor n¨²mero de votos se ver¨ªa obligado a pactar un Gobierno de coalici¨®n con fuerzas seguramente muy alejadas, por uno u otro motivo, de la sensibilidad del votante nacionalista medio, lo que no dejar¨ªa de ser capitalizado por el sector rival. En cualquiera de las hip¨®tesis que pueda contemplarse, se abrir¨ªa en Euskadi un per¨ªodo de manifiesta inestabilidad pol¨ªtica.
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