La luz divina
Hace seis a?os y muy pocos d¨ªas, la Prensa lanz¨® a bombo y platillo la noticia del regreso de Greta Garbo a las pantallas grandes con sus 75 a?os para interpretar el papel de la madre Teresa de Calcuta. Pocos se creyeron esa evidente serpiente de verano, y mucho menos aquellos veteranos espectadores que, durante cuarenta a?os, hab¨ªan o¨ªdo noticias similares con car¨¢cter intermitente.Y es que Greta Garbo no puede volver. Se fue tras el poco ¨¦xito comercial y cr¨ªtico de la, sin embargo, simp¨¢tica comedia La mujer de las dos caras, de Cukor. La decisi¨®n de la Divina de no volver a actuar ante las c¨¢maras siendo a¨²n bastante joven tiene para ella, su lado bueno y su lado malo. Bueno, porque la ausencia de todo ser querido embellece siempre el recuerdo y lo idealiza (Helen Hayes, por ejemplo, activa a¨²n hoy, pierde aura m¨ªtica por su f¨¢cil accesibilidad). Y malo, porque al imponerse el retiro se impuso tambi¨¦n el claustro. Desde hace a?os, Greta Garbo, vive en sus apartamentos en la ciudad o en sus islas absolutamente desconectada del mundo que la rodea, acechada por los teleobjetivos de los fot¨®grafos furtivos. No es el precio de la fama, es el castigo por haber cruzado lo humano y haber entrado en la mitolog¨ªa.
Fotogenia y anatom¨ªa
Pero, ?por qu¨¦ tanta mitolog¨ªa tanta divinidad? ?Era, en realidad, tan buena actriz? ?Fueron tan espl¨¦ndidas sus pel¨ªculas? Ni una cosa ni la otra. Greta ten¨ªa serios l¨ªmites art¨ªsticos y su filmograf¨ªa, con t¨ªtulos importantes de Ctikor, Mamoulian o Lubitsch, es, no obstante, f¨¢cilmente superable. Su inmortalidad obedece, sin lugar a dudas, a otro orden de cosas. Por ejemplo, y a pesar de los nombres aqu¨ª arriba se?alados, nunca tuvo Greta Garbo un director de cine. Arte sanos como Clarence Brown que aplicaban con talento la engrasa da maquinaria hollywoodense, s¨ª los tuvo. Y es que, en definitiva no hab¨ªa que dirigirla ni cebarla con guiones imposibles. Ni si quiera hacerle representar psicolog¨ªas especiales. A la Garbo hab¨ªa que fotografiarla. Y de eso se encarg¨® su inseparable William Daniels, cuya colaboraci¨®n empieza ya en 1926, en la primera pel¨ªcula americana de la actriz sueca, El torrente. En ella se cuenta la historia de una campesina convertida en dama de la alta sociedad que luc¨ªa sus atributos bajo una luz poco naturalista que iluminaba los moldeados p¨®mulos de la actriz.Cecil Beaton dijo de ella: "Su nariz tiene la sensibilidad primitiva de una t¨ªmida criatura del campo; la boca re¨²ne en s¨ª, en una ansiosa y juvenil ambivalencia, la m¨¢scara griega de la tragedia y de la comedia. Rehusaba perder el tiempo transform¨¢ndose en una mujer elegante, pero con esa extrema simplicidad con que se vest¨ªa logr¨®, posiblemente sin propon¨¦rselo, crear una moda personal, muy suya, nada conformista, que sin duda alguna, contribuy¨®, en grado sumo, a dar el tono a un intenso per¨ªodo, inaugurando la boga del tac¨®n bajo, del sombrero que cubr¨ªa parte de las facciones, del chaquet¨®n de cuero".
Esa decoratividad anat¨®mica, durante poco m¨¢s de una d¨¦cada, enamor¨® al siglo XX. Aunque los gustos personales puedan inclinarse hacia otros cuerpos, hay que reconocer que nadie como ella, ni la Dietrich, ni la Monroe ni nadie, ha pisado tan fuerte el podio de los mitos cinematogr¨¢ficos.
Tras Dietrich, precisamente, a la que hemos visto (no o¨ªdo) durante largas semanas, TVE nos ofrece ahora Garbo. Hoy empieza con Anna Christie, un Eugene O'Neill con ambiente portuario y sobre prostituta todo coraz¨®n, dirigido por Clarence Brown. Es su primera pel¨ªcula hablada y a diferencia del excelente, John Gilbert, la Garbo super¨® con notable la prueba. Este ciclo, claro est¨¢, no nos lo va a demostrar. Pero su luz, la que llegar¨ªa al delirio en La Reina Cristina de Suecia, obra maestra de Mamoulian, iluminar¨¢ con frenes¨ª el destino de nuestras noches de jueves.
Anna Christie se emite hoy a las 22.10 por TVE2.
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