Bronca a D¨¢maso por brindar a Alfonso Guerra
D¨¢maso Gonz¨¢lez no hab¨ªa dado ni un muletazo y la bronca sonaba con fuerza en los tendidos de la plaza de su tierra. La compart¨ªa con el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, a quien brind¨® la muerte del toro. D¨¢maso aguant¨® estoico la protesta, precisamente por ese brindis. Fue un refer¨¦ndum que perdi¨® Guerra, acostumbrado a ganarlos.A pesar de todo son¨® la m¨²sica. Pero D¨¢maso mand¨® callar a la banda y se dedic¨® a lo suyo: torear con poder, ligaz¨®n y temple. Despu¨¦s de estoqueado el toro, declar¨® a una emisora, seg¨²n la agencia Europa Press: "Yo no soy pol¨ªtico. A m¨ª me da igual. El alcalde de Albacete me pidi¨® que le dedicara el toro a Guerra, en nombre de todos los ciudadanos, y lo he hecho".
Torrestrella / Gonz¨¢lez, Ortega Cano, Joselito
Cinco toros de Torrestrella y 5? de Jos¨¦ Cebada: muy bien presentados y de juego desigual, todos con poca fuerza. D¨¢maso Gonz¨¢lez: ovaci¨®n; dos orejas. Ortega Cano: oreja; silencio. Joselito: oreja; silencio.Plaza de Albacete, segunda corrida de feria. 10 de septiembre.
En el cuarto, D¨¢mago arm¨® el taco. Con un valor escalofriante, y hasta recre¨¢ndose y toreando con gusto. Todo ello en un palmo de terreno. Despu¨¦s vinieron sus cl¨¢sicos alardes temerarios y la gran estocada. Fue la locura.
Joselito -que sustitu¨ªa al anunciado Espartaco- tambi¨¦n venci¨® y convenci¨®. Se luci¨® en los dos primeros tercios de ambos toros. Con el tercero bord¨® el toreo de capa, veroniqueando embraguetado y con estilo, las manos bajas y emb¨¢rcando la embestida.
Despu¨¦s, en el quite, dio unas chicuelinas de perfecta ejecuci¨®n y banderille¨® con eficacia y conocimiento de los terrenos, cerrando con un ¨²ltimo par por los adentros, jug¨¢ndosela, que puso al p¨²blico en pie.
En la muleta el toro se raj¨®, pero Joselito estuvo valeroso y consigui¨® una oreja que, en realidad, le regal¨® el presidente. El Sexto, un mulato chorreao, se raj¨® todav¨ªa m¨¢s y fue imposible darle un pase.
Ortega Cano parece atorado por el gran n¨²mero de festejos que acapara. No pudo con la casta del segundo -no templaba los pases-, aunque sus ayudados por alto finales y el estoconazo le llevaron a obtener otra orejita de feria. Tampoco se acopl¨® con el quinto. Es una pena que un buen int¨¦rprete del toreo, como ¨¦l, est¨¦ as¨ª. ?jala sea un mal d¨ªa.
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