El toreo aut¨¦ntico de S¨¢nchez Puerto

S¨¢nchez Puerto sali¨® a hombros por la puerta de Madrid el pasa do 15 de agosto, y s¨®lo le vali¨® para torear dos corridas. En la de ayer cort¨® otra oreja e hizo el toreo que reconocen las tauromaquias como aut¨¦ntico. A ver de qu¨¦ le vale.Los taurinos son quienes menos valoran el toreo bueno, y sus art¨ªfices. En el caso de S¨¢nchez Puerto hay un pu?ado de diestros a los que tienen condenados al ostracismo y, mientras, unos cuantos pegapases torean cada a?o 60 corridas arriba, aburriendo al lucero del alba, cada uno con su corte de inciensadores dedicada a mantenerlos en las posiciones de privilegio. De unos alaban su finura; de otros, su maestr¨ªa, ya ve usted.

Entretanto, diestros con el toreo metido en la cabeza y en el coraz¨®n, visten de luces cuando les dejan, para estrellarse contra corridas imposibles. Pero a veces se les presenta la oportunidad de interpretarlo, y pegan el campanazo. S¨¢nchez Puerto lo peg¨® ayer de nuevo. Bast¨® que le saliera un toro boyante; lo dem¨¢s corri¨® de su cuenta. Y no necesitaba inciensadores: la afici¨®n de Madrid estaba all¨ª, para cantar ioles! al toreo puro, que sabe entender y le emociona.

Pase a pase, S¨¢nchez Puerto aunaba maestr¨ªa y finura para el redondo y el natural; o el ayudado; o la trinchera y el pase de la firma. Pero aun interpret¨¢ndolos con garbo y hondura, mayor importancia ten¨ªa el conjunto de la faena, su torer¨ªsima concepci¨®n, en la que amalgamaba t¨¦cnica y repertorio. Todas las suertes que ejecut¨® concertaban un curso de estilismo y a su vez preparaban al toro para la muerte; que esa es la progresi¨®n dram¨¢tica de la lidia, cuando transcurre fiel a su significado esencial.

El quinto estaba cojo y se quedaba corto. S¨¢nchez Puerto le instrument¨® unas tandas en redondo. Nada m¨¢s era necesario. Tambi¨¦n ¨¦se es el toreo aut¨¦ntico; mucho m¨¢s sobrio y bello que el insufrible destajismo a que nos tienen acostumbrados los pegapases; esos que los inciensadores envuelven en imaginadas volutas de finura y de maestr¨ªa.

De esta factura pegapasista fueron los otros espadas. Morenito de Maracay hizo un gran quite, cuando el picador Pepinillo aterriz¨® de cabeza en la arena y qued¨® al descubierto. Sin embargo se dej¨® ir sin torear dos toros nobil¨ªsimos: les dio pases, que no es lo mismo. Nime?o estuvo valiente con uno violento y sin arte ni ideas con otro pastuei?o. Ambos banderillearon mediocremente. La corrida era demasiado dulce para quienes del toreo aut¨¦ntico s¨®lo tienen referencias remotas.