Entre el despido libre y la libertad de despido
El autor inicia con este art¨ªculo una serie de tres sobre el despido libre en Espa?a. La intenci¨®n de este trabajo es la de matizar y en muchos casos contradecir el contenido de una serie de art¨ªculos del presidente de la patronal, Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas, editados por la CEOE bajo el t¨ªtulo de La demagogia del despido libre.
Los maestros. de la alquimia pol¨ªtica, que son los italianos, descubrieron hace tiempo un famoso factor K para explicar la pr¨¢ctica imposibilidad de acceso al poder de los comunistas en su pa¨ªs. Algunos sex¨®logos hablan a su vez de otro extraordinario factor o punto G de la sexualidad femenina que, al parecer, es tan determinante como dif¨ªcil de alcanzar.Pues bien, en este ¨²ltimo agosto, de sequ¨ªa informativa pero pr¨®digo y f¨¦rtil en declaraciones, parece que, por fin, algunos banqueros, pol¨ªticos y empresarios han descubierto, por separado pero coincidentemente, el quid, el factor F, que puede de una vez por todas solucionar el paro: la flexibilidad... del mercado de trabajo, se entiende.
Mientras se nos advert¨ªa desde la universidad de Santander que la salvaci¨®n del suicidio econ¨®mico pasaba por la flexibilidad y el libre juego del mercado y que, adem¨¢s, eso era lo verdaderamente progresista y socialista, el actual ministro de Econom¨ªa nos daba la primicia y la buena nueva de que el paro era muy inferior a lo que indicaban sus estad¨ªsticas debido'a1 fraude. y a la econom¨ªa sumergida. De sus palabras, alg¨²n sindicalista desfasado y arcaico o cualquier ciudadano ingenuo podr¨ªa entresacar dos mensajes: esto del subsidio del desempleo es tirar el dinero y la econom¨ªa sumergidas que crea empleo. ?Qu¨¦ hacer? ?Ser¨¢n los trabajadores de mensajer¨ªa, por ejemplo, el arquetipo de trabajador flexibilizado?
Pero prosigamos. Desde el Banco de Espa?a se le apoyaba y tambi¨¦n se ped¨ªa m¨¢s flexibilidad. El presidente de las C¨¢maras de Comercio introduc¨ªa un toque de color y originalidad al constatar, con poco rigor estad¨ªstico, que despedir a un trabajador en Espa?a es m¨¢s dif¨ªcil. que divorciarse. El secretario de Estado de Econom¨ªa recalcaba nuevamente la necesidad de flexibilidad. Por fin, el, presidente de la patronal CEOE ha publicado una serie de art¨ªculos protestando porque, seg¨²n parece, -todos quieren colgarles a los empresarios el sambenito de reclamar el despido libre, y pidiendo, a la vez, una mayor libertad de des pido para acabar con el paro.
?Tendr¨¢n algo que ver entre s¨ª estas tomas de posici¨®n? ?Estar¨¢n todos hablando de lo mismo? ?Qu¨¦ nos quieren anunciar se?ores tan poderosos?
De K. Poper aprendimos a no creer en la eficacia de teor¨ªas conspirativas de la sociedad. No ser¨ªa, por tanto, racional pensar que estemos ante una campa?a ni que todos toquen en la misma orquesta, aunque mientras no se identifica m¨¢s la pieza, la m¨²sica suene muy uniforme.
El despido libre
Pero vayamos al objeto m¨¢s espec¨ªfico de esta serie de art¨ªculos. He le¨ªdo con detenimiento los argumentos de J. M. Cuevas sobre el despido. Sin duda merecen un, contrapunto que me propongo realizar en lo que sigue, sin que mis opiniones al respecto tengan la dimensi¨®n institucional que tienen las suyas ni comprometan m¨¢s que a quien suscribe.
Que la CEOE no era partidaria del despido libre me qued¨® claro cuando, tras la firma del AES, en plena pol¨¦mica sobre el alcance de la directiva comunitaria sobre despidos colectivos, uno de los dirigentes empresariales dijo: "Est¨¢is equivocados. Nosotros no queremos el despido libre, lo que queremos es la libertad de despido".
Aunque a primera vista pueda inferirse una intenci¨®n ir¨®nica a esta cita y hasta pueda parecer excesivamente sutil el matiz, en realidad creo que ten¨ªa raz¨®n el dirigente empresarial, autor de la distinci¨®n. Porque, en efecto, hay despido en nuestro pa¨ªs y es libre. Como libre es la circulaci¨®n por carretera, aunque haya un c¨®digo de la circulaci¨®n que: la regule. Alguna de las formas de despido es tan libre que se llama improcedente. Es decir, aquello de: "Usted, por ser rubio, a la calle", ... pero pagando. El ejercicio de toda libertad en una sociedad de derecho tiene sus reglas. No deja por ello de ser libre. El despido absolutamente libre para una parte se acab¨® con la abolici¨®n de la esclavitud y la recuperaci¨®n de la libertad individual, dejando de ser la fuerza de trabajo una pura mercanc¨ªa.
Bueno es constatar, pues, p¨²blicamente que los empresarios no est¨¢n refiri¨¦ndose al despido, sin preaviso, sin indemnizaci¨®n, sin recurso judicial. Clarificador tiene que resultar tambi¨¦n. ello para las propias bases empresariales, que, confundidas probablemente por esa trampa del lenguaje a que se refiere Cuevas, hayan cre¨ªdo entender que lo que ped¨ªan sus dirigentes iba por ah¨ª. Hasta alguno habr¨¢ que piense, a pesar de todo, que Zamora no se conquista en una hora y que todo se andar¨¢ pasoapaso.
Lo que realmente quieren los empresarios ahora, por tanto, es que el despido tenga menos trabas. Recuperar para s¨ª, en definitiva, una mayor libertad para despedir a los trabajadores eliminando la autorizaci¨®n administrativa que actualmente es requisito legal en los despidos colectivos. Normativa legal recogida b¨¢sicamente en el art¨ªculo 51 del Estatuto de los Trabajadores, que no es "herencia del franquismo" ni "copia de legislaci¨®n tercermundista", sino que proviene literalmente de un acuerdo firmado por UGT y CEOE en julio de 1979 del que Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas fue uno de los principales art¨ªfices: el Acuerdo B¨¢sico Interconfederal, que se refiere a "los controles e indemnizaciones correspondientes" en los expedientes de regulaci¨®n de empleo, cuyos plazos de resoluci¨®n por la Administraci¨®n laboral no podr¨¢n ser suspendidos no prorrogados".
Naturalmente, todo puede evolucionar y cambiar, y lo, que a la CEOE le pareci¨® bueno en 1979 puede resultarle nefasto y hasta la causa principal del desempleo en 1986. Pero precisamente en este tema, en el "sistema que tenemos" la CEOE puso su firma.
Actitudes parad¨®jicas
Curiosamente, esta contradicci¨®n, este cambio de posici¨®n, pone. en evidencia otro factor de analog¨ªa con el proceso seguido en Francia. Cuando en enero de 1975 se promulg¨® en aquel pa¨ªs la ley estableciendo la obligatoriedad de la autorizaci¨®n previa a todo despido econ¨®mico, el primer ministro era J. Chirac, el mismo que, nuevamente premier en 1986, la elimina.
Cuevas echa mano de Proudhom para recordarnos que, en principio, toda verdad resulta parad¨®jica. De lo que no cabr¨ªa inferir que toda paradoja es germen de, verdad.
A m¨ª, sin embargo, ese axioma de que a mayor flexibilidad de despido mayor generaci¨®n de empleo me recuerda m¨¢s una frase de un maravilloso personaje de L. Carroll: "Lo he repetido tres veces, luego, es verdad".
Aunque si la acumulaci¨®n de paradojas reforzase la verdad, hay que reconocer que en este tema del despido se dan muchas actitudes parad¨®jicas.
En efecto, que un empresario reclame mayor facilidad de despido o despido m¨¢s barato o reducci¨®n de las rentas salariales le puede parecer a uno hasta normal. Est¨¢ en su papel, en su b¨²squeda de la maximizaci¨®n del beneficio.
Resulta, en cambio, parad¨®jico que ilustres, catedr¨¢ticos, con puestos de por vida, o altos funcionarios que tan denodadamente opositaron para tener un trabajo seguro, se constituyan en misioneros de la flexibilidad del despido para los dem¨¢s.
No menos llamativo es escuchar a banqueros, que pudorosamente ocuItan sus beneficios reales, recomendarnos la ineludible necesidad de moderar los salarios y abaratar el despido. Los mismos banqueros que no dudan en incentivar econ¨®micamente los despidos en su sector para realizar una reconversi¨®n "odulce", pero no menos importante. Y no creo que sea precisamente a "costa de su patrimonio", sino m¨¢s bien a beneficio de inventario del bill¨®n doscientos mil millones que ha costado el saneamiento del sistema financiero en nuestro pa¨ªs.
Con relativa frecuencia se afirma que el despido es caro. Evidentemente, todo es relativo. Por ejemplo, ser¨ªa ilustrativo saber cu¨¢les son las cuant¨ªas de las indemnizaciones que figuran en los contratos de los altos directivos de las empresas privadas y p¨²blicas, qu¨¦ indemnizaciones perciben cuando se extingue su contrato. A t¨ªtulo de ejemplo, la Prensa ha recogido que los dirigentes de las cajas de ahorro se han adelantado a la nueva regulaci¨®n del sector suscribiendo contratos en los que figuran indemnizaciones que llegan hasta los 100 millones de pesetas. Probablemente entre ellos hay furibundos convencidos e que si el despido de los trabajadores fuera m¨¢s f¨¢cil y barato se solucionar¨ªan. muchos problemas en este pa¨ªs.
Los aliados que la patronal encuentra en este tema no siempre contribuyen a darle credibilidad a su batalla.
Oposici¨®n Sindical
Una batalla, por otra parte, que se plantea en la mayor¨ªa de los pa¨ªses y que en todos encuentra la denuncia y la oposici¨®n sindical. No so mos tan diferentes en Espa?a como se quiere dar a entender. As¨ª, el Instituto Sindical Europeo ha indicado que para los empresarios y la mayor parte de los Gobiernos actuales, el t¨¦rmino "flexiblidad" significa una aut¨¦ntica reducci¨®n de salarios -especialmente para los m¨¢s bajos-, la quiebra de estructuras- nacionales de negociaci¨®n y una abolici¨®n de la legislaci¨®n de protecci¨®n del empleo.
Tampoco parece que, al otro lado del Atl¨¢ntico, los sindicatos americanos est¨¦n satisfechos con la ideolog¨ªa del liberalismo econ¨®mico y las recetas modernizadoras. El 28 de octubre del a?o pasado asist¨ª a la inauguraci¨®n del congreso de la AFL-CIO, en Anaheim (California). En su discurso de apertura, su presidente, Lane Kirkland, arremeti¨® sin, contemplaciones contra la pol¨ªtica de la Administraci¨®n Reagan sacando a relucir afirmaciones realizadas por representantes de la misma, como Allen Wallis,que hab¨ªa declarado: "El secreto de la econom¨ªa americana se resume en dos palabras: You're fired (?est¨¢ despedido!)". Y la de Richard Lesher, que, a la pregunta de c¨®mo resolver el problema del paro, respondi¨®: "Haga menos atrayente que la gente se quede sentada sobre su culo... Si no se les da un importante -subsidio de desempleo, dejar¨¢n de hogazanear y se pondr¨¢n a trabajar". La respuesta de K¨ªrkland tampoco fue muy florentina: "?sa no es, supongo, la aurora de un nuevo amanecer para Am¨¦rica. Vamos a aguantar a esos bastardos y esperamos que vengan pronto sus enterradores". No s¨¦ si a nuestros empresarios los sindicalistas de otros pa¨ªses les resulten menos desfasados y retardatarios que los espa?oles. En cualquier caso, como ven, no son mucho m¨¢s diplom¨¢ticos.
- Tratar¨¦ en los siguientes art¨ªculos de exponer cu¨¢l es la situaci¨®n del despido y la contrataci¨®n en nuestro pa¨ªs, y las consecuencias que, a mi entender, se derivar¨ªan de las pretensiones empresariales.
Jos¨¦ Mar¨ªa Zullaur es secretario confederal de UGT.
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