EE UU, en pie de guerra contra la droga
El problema de los estupefacientes preocupa ahora m¨¢s que el peligro de conflicto nuclear
Estados Unidos est¨¢ en pie de guerra contra la droga. La C¨¢mara Baja del Congreso est¨¢ dispuesta a que se utilice al Ej¨¦rcito dentro de las fronteras y pide que se aplique la pena de muerte a los traficantes. Los sondeos reflejan que el problema de la droga tiene prioridad para los norteamericanos, muy por encima de las preocupaciones econ¨®micas o del peligro de un conflicto nuclear. Y las elecciones legislativas de noviembre est¨¢n a la vuelta de la esquina. Todos se quieren subir al tren de esta cruzada.
Ronald Reagan y su esposa, Nancy, ten¨ªan previsto dirigirse en la madrugada de hoy por televisi¨®n al pa¨ªs para anunciar la mayor y m¨¢s cara batalla jam¨¢s emprendida contra esta plaga. Ya se habla de gastar entre 3.500 y 6.000 millones de d¨®lares en los pr¨®ximos a?os en esta lucha.El objetivo del presidente es convertir a las drogas en algo socialmente inaceptable en Estados Unidos, "movilizando a todos los sectores de la sociedad". La batalla contra el tr¨¢fico y consumo de estupefacientes se sigue por televisi¨®n en las salas de estar de Am¨¦rica como en los a?os setenta se asist¨ªa a la guerra de Vietnam. Cuando un pa¨ªs como ¨¦ste coge un tema y lo convierte en una bandera a menudo cae en la exageraci¨®n. La presi¨®n social sobre los consumidores ha provocado ya que, en California, una ni?a de 12 a?os acuda a la polic¨ªa para denunciar a sus padres cocain¨®manos.
No son heroin¨®manos
En la Casa Blanca, el presidente y el vicepresidente se han sometido voluntariamente a pruebas de orina para demostrar -algo por lo dem¨¢s evidente- que no son heroin¨®manos y para concienciar al pa¨ªs de lo que se le viene encima.La Administraci¨®n ya ha decidido que m¨¢s del 50% de los funcionarios federales (algo m¨¢s de un mill¨®n de personas), que trabajan en puestos sensibles y comprometidos para la seguridad nacional o de los que depende la seguridad f¨ªsica de los ciudadanos, pasen pruebas de droga. Un primer resultado positivo se saldar¨¢ con un tratamiento, pero al segundo, los reincidentes podr¨¢n perder su empleo. Una tercera parte de las grandes empresas privadas estadounidenses ya realizan estas pruebas con sus empleados. Estos tests funcionan ¨²nicamente bien en algo m¨¢s del 50% de los casos y producen tambi¨¦n muchos falsos positivos, lo que convierte su eficacia en algo muy pol¨¦mico.
La C¨¢mara de Representantes aprob¨® el jueves gastar 1.500 millones de d¨®lares (unos 198.000 millones de pesetas) en el a?o fiscal que comienza el. pr¨®ximo 1 de octubre en esta cruzada. Al presidente, que pretende que sea la iniciativa privada y no s¨®lo el contribuyente quien pague esta guerra, esto le parece mucho dinero, y el lunes presentar¨¢ su propio plan. Los legisladores han ido m¨¢s lejos que nunca y han aprobado que Reagan pueda utilizar al Ej¨¦rcito para sellar las fronteras del pa¨ªs e impedir la llegada de drogas. La ley sanciona el uso de las Fuerzas Armadas para la persecuci¨®n en caliente de los traficantes; dentro del pa¨ªs y ordena al presidente el despliegue de nav¨ªos y aviones militares a lo largo de las fronteras.
Si este paquete legislativo es finalmente aprobado por todo el Congreso, algo muy improbable, provocar¨ªa una situaci¨®n sin precedentes en la historia de este pa¨ªs. Para muchos esa legislaci¨®n es inconstitucional, al romper la tradicional separaci¨®n que proh¨ªbe a los militares ejercer funciones de polic¨ªa para hacer cumplir la legislaci¨®n civil. El Pent¨¢gono se opone porque cree que ser¨ªa perjudicial para "el proceso democr¨¢tico y para el propio Ej¨¦rcito".
Exportaci¨®n del Ej¨¦rcito
Se espera tambi¨¦n que el Senado se oponga a esta medida, y el propio presidente no parece dispuesto a llegar tan lejos. Reagan, sin embargo, ya ha exportado al Ej¨¦rcito norteamericano a una pol¨¦mica operaci¨®n antidroga en Bolivia. La ley permitir¨¢ tambi¨¦n inmediatas suspensiones de la ayuda exterior e incluso la imposici¨®n de sanciones econ¨®micas contra los pa¨ªses productores de droga que no cooperen con la Administraci¨®n norteamericana.La C¨¢mara de Representantes, contagiada por el ambiente que destilan los sondeos de opini¨®n y decidida a rentabilizarlo pol¨ªticamente, fue a¨²n m¨¢s lejos. Los representantes, ante las cr¨ªticas de los defensores de las libertades civiles, aprobaron la pena de muerte para los traficantes de drogas condenados tambi¨¦n por asesinato.
La C¨¢mara dio, asimismo, luz verde para que puedan utilizarse, en los juicios relacionados con drogas, pruebas obtenidas ilegalmente a trav¨¦s, por ejemplo, de registros no autorizados por el juez.
Para un legislador dem¨®crata disidente -el sector liberal dem¨®crata en la C¨¢mara aprob¨® la utilizaci¨®n del Ej¨¦rcito- estas medidas suponen "el equivalente legislativo de una rabieta". "Esta ley es como el crack (la nueva forma de coca¨ªna en chinas). Produce un gran efecto a corto plazo pero causa un da?o permanente al sistema y es cara", explic¨® el representante dem¨®crata por Massachussets, Barney Frank.
En la campa?a de las elecciones de noviembre (se renueva toda la C¨¢mara de Representantes y un tercio del Senado) no hay candidato que no prometa limpiar de drogas su vecindad, el patio de la escuela de sus hijos y los puestos de trabajo de su distrito. "Si hemos conseguido frenar a los rusos, ?no podemos acabar con un pu?ado de traficantes colombianos?", se pregunta un aspirante a congresista por Luisiana.
Ya nadie se atreve a proponer, como hasta hace poco, la despenalizaci¨®n del consumo de marihuana. Se est¨¢ produciendo una carrera para ver qui¨¦n demuestra m¨¢s celo contra la droga.
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