Jorge Sanjurjo Navarro
Un m¨¦dico querido por los reclusos de Carabanchel
"Me quieren, s¨ª. Ser¨¢ porque hablo mucho. Yo tambi¨¦n los quiero, como enfermos que son". ?sa es la explicaci¨®n que Jorge Sanjurjo Navarro da al hecho de que 71 presos del hospital Penitenciario de Carabanchel, en Madrid, hayan difundido un comunicado p¨²blico en el que piden a los "organismos competentes" que reconsideren la aplicaci¨®n de la ley de incompatibilidades en el caso de este traumat¨®logo que hace 12 a?os gan¨® la plaza en ese centro sanitario, y en ese tiempo se ha ganado el aprecio y respeto de los reclusos.Cuando el mot¨ªn del 77, Jorge Sanjurjo iba a su consulta en el Hospital Penitenciario de Carabanchel y se encontr¨® con que la fuerza hab¨ªa tomado el edificio y no dejaban entrar a nadie, pero hubo un momento en que los antidisturbios pidieron que pasaran los m¨¦dicos -uno era ¨¦l- para que aclarasen qu¨¦ reclusos estaban sanos y cu¨¢les enfermos, a fin de que los palos que se escapasen no se los llevar¨¢n algunos de ¨¦stos. "As¨ª que por fin pude entrar y se hizo lo que se pudo porque, en aquel l¨ªo, era l¨®gico que la fuerza arreara, pero a nadie le gusta ver pegar".
Sus enfermos no tienen color, ni otro tipo de distinciones. A Sanjurjo le da igual que sean de ultraderecha que de ultraizquierda. Famosos o simples chorizos. Enjuto de cara y cuerpo, moreno, luce de continuo una chispa simp¨¢tica en los ojos. Habla mucho y deprisa. 38 a?os. Es madrile?o. Se enrolla bien. Es un car¨¢cter comunicativo. "Al enfermo le digo lo que le voy a hacer, lo que le he hecho. Hablo mucho. Debe ser por eso por lo que me quieren. Yo tambi¨¦n los quiero. Otros compa?eros quiz¨¢ sean m¨¢s parcos, pero muy buenos en calidad profesional, y no es extra?o, por que es gente que se ha formado en grandes centros hospitalarios. Tambi¨¦n a ellos les llegar¨¢ la carta de excendecia voluntaria. Esto es de risa. Excedencia voluntaria. Yo he sido el primero".
Sus cuatro hijos peque?os se mueven a su alrededor. Su esposa permanece callada. Sanjurjo atrapa un papel. Es un impreso oficial del Delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Una solicitud con su nombre como solicitante, pero sin firma. "Yo no he solicitado nada. Ellos lo rellenan todo". Sanjurjo -dice el impreso- solicita la excedencia voluntaria como m¨¦dico en el hospital penitenciario para pasar al hospital central de Cruz Roja. "Tiene gracia, ?no?. Yo no paso a Cruz Roja. Llevo en Cruz Roja, tambi¨¦n por oposici¨®n, 11 a?os. En fin, es la manera de quitarte un derecho sin darte ni una peseta en concepto de indemnizaci¨®n. Tampoco te aumentan el sueldo en el ¨²nico trabajo que te dejan. Y digo yo que a m¨ª no me preguntaron cuando oposit¨¦ si ten¨ªa bigote o si ocupaba otro puesto de trabajo. Pero, ?para qu¨¦ hablar de ello?. Me da tristeza ser noticia por esto. Hay situaciones peores en otros medios sanitarios".
Habla como si a¨²n trabajara en Carabanchel. Entre el otro traumat¨®logo y yo vemos al a?o en consulta externa a unos 4.000 pacientes. Media de 15 al d¨ªa. Se puede trabajar como se debe trabajar. Esa es la clave. Y hacemos entre 100 y 150 operaciones. Hay ambulatorios donde un m¨¦dico ve en una hora a 90 enfermos. No es culpa suya".
Siente dejar el penitenciario. "Me quitan afectos y la posibilidad de hacer una medicina interesante. El enfermo penitenciario es especial. Lesiones complejas. El paciente tambi¨¦n: autolesiones, simulaciones, enfermedades colaterales como en el caso de los drogadictos. En fin, te queda la impotencia".
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