Los 'verdes' alemanes, menos agrios
DESPU?S DE enfrentamientos muy duros entre diversas actitudes en el congreso del Partido de los Verdes celebrado en Nuremberg, la fracci¨®n realista ha triunfado en la cuesti¨®n pol¨ªtica fundamental: la posibilidad de un apoyo al Partido Socialdem¨®crata (SPD) tras las elecciones generales fijadas para el 25 de enero de 1987. Esta posici¨®n de los realistas, que se enfrentaba a una negativa tajante de los fundamentalistas, ha obtenido una mayor¨ªa de 230 votos contra 190. La resoluci¨®n del congreso prev¨¦ la posibilidad de un apoyo al SPD en el caso de que entre ambos partidos sumasen los votos suficientes como para constituir la mayor¨ªa absoluta en el futuro parlamento. Para ser definitiva, tal resoluci¨®n deber¨¢ ser ratificada en un nuevo congreso a celebrar inmediatamente despu¨¦s de conocerse los resultados de los comicios de enero.Para apreciar la importancia de esta decisi¨®n es preciso situarla en el marco del proceso pol¨ªtico que se est¨¢ desarrollando en la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) durante el ¨²ltimo a?o. En reiteradas elecciones parciales -en particular las que han tenido lugar en el Sarre, Renania-Westfalia y Baja Sajonia- se ha puesto de manifiesto la acusada erosi¨®n de la democracia cristiana. El prestigio de Helmut Kohl, que volver¨¢ a ser candidato a la canciller¨ªa, se ha deteriorado incluso en el seno de su partido. Por su parte, el SPD ha obtenido resultados electorales brillantes en esas mismas elecciones, alcanzando en algunas de ellas su m¨¢ximo techo hist¨®rico. En varios de esos Estados ha logrado incluso la mayor¨ªa absoluta, si bien no es imaginable que pueda alcanzarla en el conjunto de la RFA.
Por tanto, el papel de los dos partidos bisagra, liberales y verdes, ser¨¢ sin duda fundamental. Los primeros han logrado cierta recuperaci¨®n, gracias a la cual Kohl puede aspirar con fundamento a formar un nuevo Gobierno de coalici¨®n como el actual. En cambio, los verdes han seguido en el ¨²ltimo per¨ªodo un camino que les llevaba a anularse como eventual factor parlamentario de una evoluci¨®n hacia la izquierda en la pol¨ªtica alemana: se negaban de modo absoluto a imaginar un posible apoyo al SPD, y, a la vez, el descenso de sus votos podr¨ªa eliminarles del parlamento. En los dos ¨²ltimos congresos de los verdes, la fracci¨®n fundamentalista impuso reivindicaciones extremistas sobre la energ¨ªa nuclear, la OTAN, los presupuestos de defensa, el aborto, que solamente encontraban eco en sectores radicalizados, pero eran rechazadas por una parte del electorado ecologista que hab¨ªa permitido a los verdes entrar en el parlamento en 1984. Esta tendencia se reflej¨® de modo alarmante en las consultas regionales. Despu¨¦s de la cat¨¢strofe de Chernobil, se esperaba un incremento del voto de los verdes, protagonistas desde hace tiempo en la denuncia de los peligros de las centrales nucleares; pero no fue as¨ª, y su declive continu¨®. El triunfo de la fracci¨®n realista en el congreso de Nuremberg expresa una voluntad mayoritaria en el Partido de los Verdes de corregir ese proceso de creciente p¨¦rdida de influencia, de marginaci¨®n de las decisiones pol¨ªticas.
Por ahora, esta nueva posici¨®n de los verdes se har¨¢ sentir sobre todo en ciertas facetas de la precampa?a electoral, que, a cuatro meses de los comicios, condiciona cada vez m¨¢s toda la pol¨ªtica alemana. La derecha va a acentuar su acusaci¨®n de que el Partido de los Verdes y SPD forman un conglomerado peligroso para los "valores de la patria". En cuanto al SPD, su ¨²ltimo congreso ha adoptado posiciones sobre las centrales nucleares y sobre pol¨ªtica de defensa que, no siendo similares a las de los verdes, disminuyen las distancias entre los dos partidos. A su vez, ello ha facilitado la mayor¨ªa realista en el congreso de los verdes.
Por otra parte, el SPD ha elegido como candidato a canciller a Johannes Rau, moderado y centrista, que ha proclamado su total negativa a cualquier acuerdo con los verdes. Rau teme que una parte de su electorado se deje asustar por el peligro de una colaboraci¨®n del SPD con unos verdes considerados por muchos como insensatos extremistas. En todo caso, e incluso si se admite la hip¨®tesis de una negociaci¨®n poselectoral SPD-verdes, desde ahora aparece evidente que chocar¨ªa con obst¨¢culos a primera vista insalvables. Pero de poco sirve especular sobre lo que pueda ocurrir despu¨¦s del 25 de enero de 1987. De momento, la actitud m¨¢s realista de los verdes en Nuremberg debe ayudarles a conservar votos. Por otra parte -y es quiz¨¢ el aspecto m¨¢s importante-, la eventualidad de un retorno del SPD al poder, aunque siga siendo muy problem¨¢tica e improbable, lo es menos que antes de la ¨²ltima decisi¨®n adoptada por los verdes. El impacto real que ello pueda tener no se sabr¨¢ antes del 25 de enero pr¨®ximo.
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