"Por favor, ll¨¢meme puta"
Feministas italianas protestan por la celebraci¨®n del II Congreso Mundial de Prostitutas en Bruselas
Con la cara tapada por antifaces o m¨¢scaras de carnaval para conservar el anonimato o, a veces, con el rostro al descubierto, cerca de 200 prostitutas de 16 pa¨ªses han participado en la capital belga en la segunda conferencia mundial sobre los derechos de las prostitutas. Nada m¨¢s sorprendente que asistir a este baile de disfraces, en la sede bruselense del Parlamento Europeo, que el grupo Arco Iris, integrado sobre todo por diputados verdes alemanes y antieurope¨ªstas daneses, hab¨ªa puesto a disposici¨®n de las trabajadoras del sexo, cuya defensa fue ya asumida por este foro en una resoluci¨®n aprobada en junio sobre la "violencia contra las mujeres".
La utilizaci¨®n de ese marco prestigioso, en el que tambi¨¦n estaban casualmente reunidos miembros franceses de la asociaci¨®n que reagrupa a los padres de alumnos escolarizados en colegios cat¨®licos, no ha sido apreciada por todos los parlamentarios europeos. Tras afirmar en tono bromista que se trataba "del encuentro de la m¨¢s joven asamblea parlamentaria del mundo con el oficio m¨¢s viejo", el liberal belga Luc Beyer de Rycke, expresaba su temor de que la reuni¨®n contribuya a "degradar la imagen" de la instituci¨®n que la hospedaba.El encuentro tuvo, sin embargo, todas las apariencias de un aut¨¦ntico congreso con sus derechos de inscripci¨®n de 4.000 pesetas y sus comisiones de trabajo dedicadas a estudiar, con el asesoramiento de varios expertos, los problemas higi¨¦nicos relacionados con el comercio de la came, la situaci¨®n legal y econ¨®mica de las mujeres y hombres que trabajan con sus cuerpos y, por ¨²ltimo, sus relaciones con el movimiento feminista internacional.
Pago de impuestos
"Reivindicamos el nombre de puta", afirm¨® en su primer encuentro con la prensa la norteamericana Margo Saint James, fundadora del comit¨¦ internacional para los derechos de las prostitutas, "porque es utilizado contra todas las mujeres". "Queremos difundirlo, -agreg¨®- reiterarlo y, sobre todo, retir¨¢rselo a los hombres que se sirven de este apelativo para dividir e intimidar a las mujeres".A lo largo de sus tres d¨ªas de debate las cr¨ªticas de las congresistas sin embargo, no estuvieron dirigidas tanto contra los hombres, sus clientes, como contra el Estado, al que Margo Saint James describi¨® como "el mayor proxeneta porque nos hace pagar tasas pero no nos otorga ning¨²n derecho". Norma Jean, otra compatriota de Margo, era a¨²n m¨¢s despectiva cuando hablaba de ese "alcahuete llamado Estado" y su aparato represor. Despu¨¦s de haber trabajado diez a?os en la polic¨ªa de Hollywood (California) se dedica ahora a la prostituci¨®n para "ejercer por fin un oficio honrado" explicaba con una sonrisa provocadora ante las c¨¢maras de televisi¨®n.
A ese estado proxeneta las prostitutas, entre las que no figuraba ninguna espa?ola porque no hab¨ªan prosperado los contactos mantenidos con los colectivos de Barcelona y San Sebasti¨¢n, han planteado en las resoluciones finales de su congreso numerosas reivindicaciones.
?stas abarcan, desde el derecho a disfrutar de la Seguridad Social y a buscar clientes en las aceras de determinadas calles, hasta la despenalizaci¨®n de su oficio pasando por el cese del hostigamiento al que les somete la polic¨ªa. "A las vejaciones cotidianas", denunciaba apenado un travesti italiano apodado Dolly, "se a?aden esas miradas cargadas de desprecio".
Batalla feminista
El ¨²nico punto de divergencia entre las asistentes, que afirmaron representar al 70% de sus colegas en sus respectivos pa¨ªses radica en la obligaci¨®n de pagar impuestos directos sobre sus retribuciones. Este principio, reconocido en la carta fundamental del movimiento redactada el a?o pasado en Amsterdam, la ciudad m¨¢s tolerante de Europa, seg¨²n dijeron, es ahora puesto en tela de juicio por algunas participantes.En la calle, en la puerta del edificio, otras mujeres, feministas italianas, se manifestaban ostensiblemente en contra de la oportunidad de celebrar un congreso de estas caracter¨ªsticas. Trataron en vano de intervenir pero no se les permiti¨®. Fueron abucheadas y expulsadas de la sala con malos modales.
Detr¨¢s de una pancarta en la que se pod¨ªa leer que la "prostituci¨®n es una violaci¨®n" distribu¨ªan a los transe¨²ntes octavillas recordando que "luchar contra la prostituci¨®n es una batalla fundamental del feminismo".
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