Goles, rubias, 'rock' y Rod
El cantante brit¨¢nico act¨²a en cuatro ciudades espa?olas
Superficial, hortera, taca?o, fard¨®n, mon¨¢rquico, sexy, adorable, emocionante, una de las mejores gargantas del Reino Unido; de Rod Stewart se ha dicho de todo, especialmente la Prensa musical brit¨¢nica, que no le ha perdonado su estandarizaci¨®n y juegos publicitarios de los ¨²ltimos a?os. Rod Stewart est¨¢ en Espa?a para ofrecer cuatro recitales. Ayer actu¨® en San Sebasti¨¢n, y lo har¨¢ sucesivamente en Madrid, Barcelona y Marbella. Una enviada especial de este peri¨®dico ha perseguido durante varios d¨ªas por tierra y aire al cantante.
Cuando en sus mastod¨®nticos shows, a pesar de las cr¨ªticas, sale al escenario embutido en sus chillones atuendos, oscilando su trasero en apoteosis de watios de luz y de sonido y canta sus canciones, propias o ajenas, Maggie May, -soline alley, Sweet surrender, Saifing, Dirty old town, Tonights the night, Passion, Twistin' the night away o la archipopular Do you think I' m sexy?, miles de ac¨¦rrimos se entusiasman y admiradoras quincea?eras se quedan fritas ante Rod Stewart.Una de ellas es Estefan¨ªa de M¨®naco, seguidora de lujo que se ha interesado por su famoso despeinado y se ha dejado fotografiar en sus brazos para la Prensa.
Su ¨²ltimo disco, Every beat of my heart, est¨¢ dedicado a sus padres, y es un intento de reconciliarse con su p¨²blico. Atr¨¢s, en los sesenta, quedan sus andanzas como cantante folkie, mod, beamick antinuclear y como combatiente de la ¨¦poca dorada del rythm & blues brit¨¢nico con oscuras bandas: The Five Dimensions & Hoochie Coochie Men, Steampacket, Shotgun Express y los legendarios Jeff Beck Group y The Faces.
A principios de los setenta, Rod comienza una mete¨®rica carrera hacia el estrellato, en parte por el boom de algunos de sus discos y en parte por su ingreso en la alta sociedad de Hollywood y el brillo y esc¨¢ndalo de sus conquistas.
Rod siempre ha sido h¨¢bil en esta materia, y ha conseguido o instalado en sus numerosas mansiones todas las mu?ecas rubias que ha deseado. Rubias, se reafirma, porque los rubios son m¨¢s divertidos. Actrices, princesas, hijas de presidentes, desconocidas y modelos engrosan su larga lista. Kelly Emberg, un bomb¨®n tejano, es su ¨²ltima novia, una aut¨¦ntica barbie superstar platino, que ha llelado subida en sus altos tacones, impecable de modelazo, al aeropuerto de Ginebra. Un Jet Lear privado les ha dejado en la sala de VIP'S donde hab¨ªamos convenido un encuentro. Londres, Essex, Burdeos, Ginebra y una cadena de citas imposibles. M¨ªster Stewart est¨¢ constipado, ha perdido por unos d¨ªas su arenosa, ronca y popular voz.
M¨ªster Stewart anda preocupado por la baja de uno de los teclistas de la banda en este recorrido europeo a causa de una terrible enfermedad. Un ajetreo tremendo y muchos dolores de cabeza han precedido sus actuaciones en Espa?a. Finalmente, Stewart ha volado hasta Ginebra para asistir a un partido de f¨²tbol en Montreux organizado por su compa?¨ªa de discos, la potente WEA, que celebra una convenci¨®n de sus representantes internacionales y ha organizado este encuentro entre sus artistas, directores de mercadotecnia y vendedores.
Stewart ha pasado como un cometa, con su reducido s¨¦quito, de los espacios a¨¦reos a un resplandeciente Mercedes Benz que le ha de personar con el horario just¨ªsimo en el estadio de Chailly y en la peque?a localidad suiza de Montreux. Ahora, desentumeci¨¦ndose en el c¨¦sped del campo, calz¨®n azul y camiseta blanca, asiste a la final de las sociedades europeas WEA, entre los equipos de Suecia -con los que ¨¦l juega- y el Alsdorf de Alemania Occidental.
Al evento asisten todo el personal de la firma discogr¨¢fica, una nube de fot¨®grafos y c¨¢maras de v¨ªdeo y una chiquiller¨ªa que se desplaza en contra del fuerte disposi tivo de seguridad para conseguir un aut¨®grafo de esta estrella del rock que pudo ser y no fue una luminaria futbol¨ªstica. Rod Stewart es el n¨²mero 9, un delantero centro en este amistoso partido. Un adiestrado piernas -macizas, muy macizas, dicen unos testigos oculares femeninos- acostumbrado a este deporte. Propina unas patadas de a¨²pa a los contrarios, corre desencadenando melod¨ªas, como un loco, a sus 42 a?os. Kelly -muy mona- sigue desde las tribunas las incidencias del juego.
Ha finalizado el partido: 3-0 a favor de Alemania. El equipo de Rod ha perdido. Un invitado de honor entrega la copa al ganador. Es el mejor futbolista de todos los tiempos: O Rei Pel¨¦. Otro remolino incontenible se ha formado. Pel¨¦ y Rod se abrazan, se estrechan como camaradas para la concurrencia y los flashes. El f¨²tbol y la Warner Brothers les han unido; precisamente, el rey carioca es embajador de buena voluntad y relaciones p¨²blicas de la rr¨²sma.
Muy moreno, barba para encender cerillas y, como siempre, a su gran tabique nasal pegado. A pesar de ser un artista famoso, por su simplicidad de conceptos y actitud evasiva a las preguntas sobre su vida privada, esta noche est¨¢ simp¨¢tico. Pierde un poco de su tiempo para contar algo de s¨ª mismo, de su ¨²ltimo disco y algunos detalles de Rod on the road. A su sant¨ªsima trinidad vital, cerveza, f¨²tbol, mujeres, ha querido a?adirle, con la madurez, el amor por sus hijos.
?Es una indiscrecci¨®n saber cu¨¢ntos tienes? "Dos, tres, quiz¨¢ cuatro..."
Al hablar de f¨²tbol se le encienden los ojos; ¨¦l pertenece a una familia de hinchas y ha superado grand¨ªsimas distancias por no perderse un partido de la selecci¨®n. nacional escocesa. The Exiles, el equipo donde ¨¦l juega habitualmente, ha sido este a?o campe¨®n de Califomia.
?Sigues acudiendo los domingos al f¨²tbol con tu padre?
"No, desde que vivo en Los ?ngeles, pero ¨¦l me env¨ªa puntualmente todos los v¨ªdeos grabados de los encuentros que emite la televisi¨®n inglesa".
Lleva mucho oro encima, anillos, cadenas, pulseras... -"¨¦ste es de mi novia, ¨¦sta de mi mujer, ¨¦sto es un regalo de Elton John"-. Dice conservar su idolatr¨ªa por Al Jolson y Sam Cooke: "Ahora me gustan Eurythrnics, Robert Palmer, Prince...". Quedan muy pocas cosas en su existencia de aquel Rod el Mod y parece estar muy contento con su tren de vida: "La vida de una estrella es muy c¨®moda, no tienes responsa-, bilidades, tienes un equipo, en mi caso 53 personas, que te lo dan todo hecho. Llegas y s¨®lo tienes que cantar, compartir tu energ¨ªa. Pero ¨¦ste es un sue?o peligroso que te puede despegar de la tierra".
Quiere ser recordado como un buen cantante. Un buen chico. Ser¨ªa el mejor gol de su vida.
Babelia
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