Jos¨¦ Donoso acude a la desesperanza para contar el regreso a Chile
La ¨²ltima novela del escritor transcurre en una noche bajo estado de sitio
La ¨²ltima novela de Jos¨¦ Donoso, La desesperanza, comienza en el velatorio de Matilde Urrutia, la mujer que inspir¨® a Neruda Los versos del capit¨¢n, y narra la historia de un cantante, Ma?ungo Vera, que regresa a Chile tras a?os de exilio y se enfrenta a la inescamoteable dictadura: los hechos le arrastran. Donoso defiende que sus personajes son ficticios, pero reconoce en s¨ª mismo el complejo de culpa del protagonista por no haber vivido la represi¨®n. Cuenta que el libro le sali¨® -hab¨ªa intentado otros tres- despu¨¦s de pasar quince horas en una c¨¢rcel de Chilo¨¦, donde veraneaba. Pese a ser cr¨ªtico con el r¨¦gimen, Donoso prefiere no hacer declaraciones sobre ¨¦l, por temor a no poder regresar.
Donoso llevaba 18 a?os fuera de Chile cuando regres¨®, hace seis, para quedarse. Hab¨ªa salido antes del gobierno Frei, democristiano que precedi¨® a Allende, y vivi¨® en M¨¦xico, Estados Unidos, Portugal, Madrid, Mallorca, Barcelona... Inevitablemente desarraigado -condici¨®n que ¨¦l reivindica como fuente de riqueza- volvi¨® entre otras cosas para darle a su ¨²nica hija, Pilar, un arraigo, y la vida fue m¨¢s lejos que su intenci¨®n: Pilar se enamor¨® de un primo hermano nada m¨¢s llegar, se cas¨® con ¨¦l por lo civil un d¨ªa antes de que el escritor viniera a Europa a presentar su libro en la Feria de Francfort, y se casar¨¢ en la iglesia un d¨ªa despu¨¦s de su regreso. El libro est¨¢ dedicado a ella. ?Es su regalo de boda? Se r¨ªe: "No creo que se conforme con eso"."Santiago ya no es Santiago", dice cuando se le pregunta qu¨¦ encontr¨®. Encontr¨® el espejismo de la supuesta riqueza inventada por las teor¨ªas de la escuela de Chicago, y luego el derrumbe, el vac¨ªo, la pobreza colectiva. Encontr¨® tambi¨¦n "una sociedad de nuevos ricos, de or¨ªgenes oscuros", y que la antigua sociedad santiaguina hab¨ªa desaparecido.
El momento del hast¨ªo
Reencontr¨® al tiempo "cosas muy seductoras, como no tener que explicarse". En Europa es preciso explicarse todo el tiempo, aqu¨ª "uno lleva las se?as de identidad muy claramente, que dicen qu¨¦ clase de persona eres" Pero Donoso gusta tambi¨¦n de la extrema libertad de la que goza en Europa, "donde", dice, "puedo ser quien quiero ser".Durante cinco a?os Donoso intent¨® tres novelas, y llev¨® alguna hasta las 400 p¨¢ginas de borrador. Pero las fue dejando, una tras de otra. "Se me iban muriendo", explica. "Mi mujer dice de m¨ª lo que dec¨ªa Lyndon Johnson de Gerald Ford: que era tan bruto que no pod¨ªa caminar y mascar chicle al mismo tiempo". As¨ª el escritor se vuelca s¨®lo en un proyecto, hasta que llega el "momento del hast¨ªo", cuando tropieza en una palabra que no puede cambiar, ni tampoco quitar, y guarda el manuscrito. Otras veces llega al punto final.
'La seca'
La novela de Donoso tiene por origen uno de esos incidentes que ocurren bajo estado de sitio, y del que prefiere no hablar; teme que no le dejen volver."La pol¨ªtica me revienta", dice Donoso. "No me ha interesado nunca, y una vez se d¨¦ soluci¨®n a este proceso, espero no preocuparme nunca m¨¢s por ella. Mis intereses son otros. Soy un hombre de letras, liberal, a la antigua, me gusta el arte, lo que hoy se usa muy poco..." Pero el incidente rompi¨® su bloqueo -la seca, algo que los escritores temen como los pintores la ceguera-, y escribi¨® durante un a?o, "a todas horas". Hab¨ªa comprendido que "algo est¨¢ podrido en Dinamarca", cita a Shakespeare, y se sinti¨® alcanzado. El d¨ªa que termin¨® La desesperanza le dio una hemiplejia: no pod¨ªa hablar. "Es como un temor a que te quiten las palabras", recuerda.
La desesperanza (Seix Barral) est¨¢ poblada por media docena de personajes que, se: apostar¨ªa, est¨¢n inspirados en santiaguinos con nombre propio. Falso. Judit, izquierdista furiosa; Lopito, poeta fracasado; el viejo Celedonio imagen misma del contertulio erudito, ni siquiera son arquetipos. Ocurre que el escritor se propuso superar un defecto que a su juicio perjudica a la literatura en espa?ol, a diferencia de la moderna de Estados Unidos: los personajes no son sino que significan. No sabe si lo ha conseguido pues "todav¨ªa tengo el libro aqu¨ª", dice, y se pone la mano a medio cent¨ªmetro de los ojos.
Ma?ungo Vera, el cantante protagonista, es un hombre m¨¢s bien desencantado, de vuelta de antiguas militancias, mas atormentado por el hecho de no haber padecido la dictadura como los maltrechos amigos que reencuentra. As¨ª,
-"Regresar a Chile en estado de sitio es incorporarme a la locura de este segundo golpe de Estado, ya que no viv¨ª el primero", dice Vera.
-"?Vas a decirme que tu regreso es una expiaci¨®n?'
-"Exacto."
-?Eres un rom¨¢ntico de porquer¨ªa! ?Qu¨¦ tienes que expiar?" (p¨¢gina 127).
?Comparte usted ese sentimiento de culpa? "S¨ª, indudablemente s¨ª". ?Por qu¨¦ no regres¨® antes a Chile? Donoso mira en silencio desde el fondo de sus ojos azules. "Ah¨ª est¨¢ la culpa".
El sue?o de la literatura
El autor de El lugar sin l¨ªmites no se ha logrado integrar en la sociedad chilena -"ni en un partido, ni en un club, ni en ninguna sociedad: en ninguna parte"-, lo que por lo dem¨¢s le ha ocurrido siempre, dice, all¨ª donde ha vivido. Pese a esa declaraci¨®n y a su literatura inquietante, parece un hombre tranquilo y de buen humor. "No lo ten¨ªa; supongo que es la serenidad que viene con los a?os." En Espa?a, la mucha gente que le frecuentaba en Calaceite, en Huesca, recuerda aquella casa como un verdadero refugio.Ahora el escritor casar¨¢ a su hija y escribir¨¢ un encargo de teatro para Broadway, que sigue a otros hechos a Vargas Llosa y Fernando Arrabal. Tiene dos ideas al respecto. Una de ellas es la de "unos caballos de polo en un avi¨®n".
Cansado tras la Feria de Francfort, Donoso se somete a la entrevista en su habitaci¨®n de hotel, recostado. En cierto momento se levanta, pasea y se vuelve: "?Sabe?", pregunta sin acritud, "sue?o con el d¨ªa en que me hagan una entrevista s¨®lo de literatura".
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