Reikiavik, Mosc¨² y la SDI
Cuando en enero de 1985 los sovi¨¦ticos retornaron a la mesa de negociaci¨®n en Ginebra, Estados Unidos explic¨® esta retirada de la postura de intransigencia mantenida por la URSS, desde el affaire de los euromisiles, como un producto del miedo que la SDI provocaba en el Kremlin. Es m¨¢s, el primer apoyo aliado al programa patrocinado por Reagan se justificaba en el lado pol¨ªtico de, la SDI: una, palanca con la que forzar a los sovi¨¦ticos a dr¨¢sticas reducciones en sus arsenales ofensivos, estrat¨¦gicos y de alcance intermedio. El fracaso de la cumbre de Reikiavik quiebra esta concepci¨®n. La intransigencia mostrada por ambas partes en torno a la famosa guerra 4e las galaxias muestra que la SDI no es la pieza de chalaneo ideal como se quer¨ªa pensar, sino que se ha convertido en una aut¨¦ntica complicaci¨®n del proceso de limitaci¨®n de armamentos.Extra?amente a la lentitud burocr¨¢tica que parece car¨¢cterizar a la URSS, el discurso del 23 de marzo de 1993 con el que Reagan anunciaba, al mundo su deseo por los sistemas de defensa tuvo una pronta respuesta por parte del entonces l¨ªder moscovita, Yuri, Andropov. En concreto, el 26 de marzo aparec¨ªan en Pravda unas declaraciones que b¨¢sicamente fijar¨ªan hasta hoy, con ligeros matices, la posici¨®n de la URSS cara a la SDI.
Tres eran las consideraciones que Andropov hacia: primero, ve¨ªa en la guerra de las galaxias no un fin defensivo, sino un intento descarado de Estados Unidos de reconquista de su hegemon¨ªa mundial; en segundo lugar, afirmaba que la URSS no estaba dispuesta a dejarse avasallar y que, por tanto, se adoptar¨ªan las medidas necesarias para evitarlo; finalmente, mostraba su buena voluntad para detener est¨¦ camino y situarse en la situaci¨®n anterior al 23 de marzo, esto es, al sistema establecido por los acuerdos SALT y el tratado ABM.
Las palabras de Gorbachov en la capital islandesa se han mantenido b¨¢sicamente fieles a todas estas valoraciones, y ahora ante la URSS se abre una serie l¨®gica de alternativas.
Primeramente, poner en marcha desde ya, como parece que se est¨¢ haciendo, toda una serie de contramedidas activas y pasivas que anulen el valor militar de la SDI. Basta con poner mayor ¨¦nfasis en los misiles lanzados desde submarinos y acercar ¨¦stos a las costas de Estados Unidos, adem¨¢s de desarrollar medidas t¨¦cnicas que aumenten la supervivenciade los misiles lanzados desde tierra.
En segundo lugar, y todos lo estamos viendo, la URSS busca retrasar o suspender la experimentaci¨®n, el desarrollo y despliegue de un sistema defensivo mediante un acuerdo sobre prohibici¨®n de armas espaciales, incluso si para ello debe hacer grandes concesiones en lo tocante a su arsenal estrat¨¦gico ofensivo.
La tercera alternativa consiste en desarrollar y desplegar un sistema SDI propio que defienda a la URSS de ese primer golpe que tanto temen los dirigentes rusos., No es esta una alternativa a rechazar. Los servicios de inteligencia americanos han facilitado ¨²ltimamente evidencias de una intensificaci¨®n del esfuerzo en armas ex¨®ticas por parte de la URSS, donde, al parecer, se ha institucionalizado una investigaci¨®n sobre las defensas en t¨¦rminos similares a la estadounidense.
?Qu¨¦ significa esto? Que, a menos que se logre un acuerdo -y parece poco probable por el momento-, la investigaci¨®n SDI va a potenciar una carrera desbocada por afianzar la seguridad de cada parte, carrera que, de no controlarse, tendr¨¢ resultados y efectos altamente desestabilizadores, aumentando el n¨²mero de las armas ofensivas, potenciando estrategias agresivas y disparando la competencia por sistemas defensivos.
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