El roble, la bellota y el aborto
Los dramones y folletines del pasado est¨¢n llenos de historias lacrimosas de mujeres cuyas vidas quedaban destrozadas por un embarazo inoportuno. Por desgracia, los casos de la vida real no eran menos tr¨¢gicos que los ficticios. Situaciones de este tipo se han acabado en casi todos los Estados seculares, pero no en el nuestro. El imponer la moral cat¨®lica en Espa?a fue una de las razones invocadas por Franco para provocar la guerra c1vil. flor eso me parece coherente que el Caudillo de la Cruzada. prohibiese a los espa?oles cometer los pecados del divorcio y del aborto. Lo que parece incoherente es que los socialistas, en la cuesti¨®n del aborto, sigan intelectualmente anclados en la casu¨ªstica escol¨¢stica de las distinciones sobre cu¨¢ndo es o rito es pecado abortar, nieguen el derecho al aborto a la mayor¨ªa de las mujeres que lo necesitan y, a las pocas a las que se lo conceden, las castiguen con un calvario previo de inacabables tr¨¢mites, permisos y burocracias.Todo, proceso puede fallar. El c¨®mputo de Ogino puede fallar, los anticonceptivos pueden fallar, uno puede equivocarse de fecha, tener un lapsus de memoria, etc¨¦tera. Muchas veces el embarazo imprevisto ser¨¢ una sorpresa agradable o al menos soportable. Pero habr¨¢ circunstancias en que representar¨¢ partir por la mitad la vida de una mujer, o arruinar su carrera profesional, o lo que sea. S¨®lo a la mujer interesada le es dado juzgar esas circunstancias, y no a la caterva arrogante de pol¨ªticos, prelados, jueces, m¨¦dicos y bur¨®cratas deseosos de meter sus narices en los vientres ajenos. El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practicar¨ªa por gusto o ;a la ligera. Pero la procreaci¨®n y la maternidad son algo demasiado importante como para dejarlo al albur de un error o un descuido. El aborto, corno el divorcio o los bomberos, se invent¨® para cuando las cosas fallan. En cualquier caso, en 1986 las mujeres que quieren abortar, abortan. El problema es que tienen que elegir entre los gastos y complicaciones de ir al extranjero a abortar, o los peligros y angustias de un aborto clandestino nacional.
La ¨²nica raz¨®n paria prohibir el aborto es el tab¨² que sobre ¨¦l ha lanzado la Iglesia cat¨®lica romana. Ninguna otra raz¨®n moral, filos¨®fica ni pol¨ªtica avala tan irracional precepto. Donde la Iglesia cat¨®lica (o el fundamentalismo isl¨¢mico) no es prepotente y dominante, el aborto est¨¢ permitido. A Fraga Iribarne le gusta poner como modelos. la Inglaterra de Thatcher, los Estados Unidos de Reagan y el Jap¨®n de Nakasone. Pero en todos esos pa¨ªses est¨¢ permitido el aborto. Cuando Fraga se enrolla el turbante de ayatollah y brama contra el derecho al aborto, en realidad a quienes est¨¢ siguiendo como modelos es al Ir¨¢n de Jomeini, a Albania, a Irlanda y alguna que otra rep¨²blica bananera.
El sofisma b¨¢sico con que suele disfrazarse el tab¨² religioso consiste en decir que abortar es matar a un hombre, cometer un homicilio, y, puesto que todas las personas civilizadas estamos contra el asesinato, tenemos que estar tambi¨¦n contra el derecho al aborto, que ser¨ªa un derecho al homicidio. El punto es capital y merece una elucidaci¨®n conceptual precisa.
Una bellota no es un roble. Los cerdos de Jabugo se alimentan de bellotas, no de robles. Y un caj¨®n de bellotas no constituye un robledo. Un roble es un ¨¢rbol, mientras que una bellota no es un ¨¢rbol, sino s¨®lo una semilla. Por eso la prohibici¨®n de talar los robles de un determinado bosque no implica la prohibici¨®n de arrancar algunas de sus bellotas.
Sin embargo, es obvio que hay una ¨ªntima relaci¨®n entre el roble y la bellota. El roble actual se origin¨® a partir de una cierta bellota, del mismo modo que esa bellota se form¨® a partir de un cierto zigoto. Entre el zigoto, la bellota y el roble hay una continuidad geneal¨®gica celular: la bellota y el roble se han formado mediante sucesivas divisiones celulares a partir del mismo zigoto. Ese linaje celular es un organismo. Una bellota no es un roble, pero es una etapa inicial de un organismo que (en circunstancias favorables) podr¨ªa alcanzar otra etapa distinta en la que s¨ª ser¨ªa un roble. Es lo que Arist¨®teles expresaba diciendo que la bellota no es un roble de verdad, un roble en acto, sino s¨®lo un roble en potencia.
Una oruga no es una mariposa. Se arrastra por el suelo, come hojas, carece de alas, vive en la ¨¦poca en que no hay mariposas, etc¨¦tera. Sin embargo, una oruga es una mariposa en potencia. Huevo, oruga, pupa y mariposa son estadios distintos del mismo organismo, etapas sucesivas y diferentes de un mismo linaje celular.
Cuando el espermatozoide de un hombre penetra en el ¨®vulo maduro de una mujer y los n¨²cleos haploides de ambos gametos se funden para formar un nuevo n¨²cleo diploide, se forma un zigoto, que (en circunstancias favorables) puede convertirse en el inicio de un linaje celular humano, de un organismo que en sus diversas etapas puede ser m¨®rula, bl¨¢stula, embri¨®n, feto y, finalmente, hombre o mujer. Aunque estadios de un mismo organismo, un zigoto no es una bl¨¢stula, y un embri¨®n no es un hombre. El aborto no es un asesinato.
Un embri¨®n es un conglomerado celular del tama?o y peso de un ` renacuajo o una bellota, que vive en un medio l¨ªquido y es incapaz por s¨ª mismo de ingerir alimentos, respirar o excr¨¦tar (no digamos ya de sentir o pensar), por lo que s¨®lo perv¨ªve como par¨¢sito interno de su madre, a trav¨¦s de cuyo sistema sangu¨ªneo come, respira y ex creta. Desde luego, este par¨¢sito encierra la portentosa potencialidad de desarrollarse durante meses hasta convertirse en un hombre o una mujer. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno se produzca este milagro puede estar orgullosa y satisfecha. Pero en definitiva es a ella (y no al bur¨®crata de turno) a quien corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre.
Otro sofisma consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no habr¨ªa habido Quinta sinfon¨ªa, por lo que, si somos aficionados a la m¨²sica, tenemos que estar contra el derecho al aborto. E incluso si no lo somos, pues si nuestros padres hubieran abortado al embri¨®n de que nosotros surgimos, nosotros ahora no existir¨ªamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros hubieran sido castos, tampoco habr¨ªa Quinta sinfon¨ªa y tampoco exigir¨ªamos nosotros .Si esto es un argumento para prohibir el aborto, tambi¨¦n lo es para prohibir la castidad. Pero tanta prohibici¨®n supongo que resultar¨ªa excesiva incluso para la Iglesia cat¨®lica.
Un ¨²ltimo sofisma consiste en apelar al art¨ªculo 15 de la Constituci¨®n Espa?ola, que dice que "todos tienen derecho a la vida y a la integridad f¨ªsica y moral", e interpretarlo como refiri¨¦ndose no s¨®lo a las personas, sino tambi¨¦n a embriones y fetos. Pero esa interpretaci¨®n habr¨ªa que aplicarla entonces a los otros art¨ªculos de la constituci¨®n que empiezan de la misma manera, como el art¨ªculo 28, que dice que "todos tienen derecho a sindicarse libremente", o el art¨ªculo 31, que dice que "todos contribuir¨¢n al sostenimiento de los gastos p¨²blicos". ?Habr¨¢ que establecer sindicatos de embriones, o enviar inspectores de Hacienda a los ¨²teros? Una Constituci¨®n. es la norma fundamental de una comunidad pol¨ªtica. Cuando la Constituci¨®n habla de "todos" se refiere, obviamente, a todos los miembros de la comunidad pol¨ªtica, a todas las personas que la componen. Y el C¨®digo Civil define a la persona como nacida. Es una mera convenci¨®n decir que la etapa de persona se inicia en el momento del nacimiento o 24 horas antes o despu¨¦s. Lo que no es una convenci¨®n, sino un hecho de la naturaleza, es que un embri¨®n en ning¨²n caso es una persona.
Las 100.000 espa?olas que salen al extranjero a abortar cada a?o, y las otras tantas que abortan peligrosa y clandestinamente aqu¨ª, no son criminales. Son mujeres en apuros, que necesitan ayuda. El derecho a abortar es para ellas m¨¢s importante que el derecho a votar en las elecciones generales, y ha de serles reconocido por todos los que est¨¢n a favor de la libertad y del respeto a la persona humana (aunque sea mujer), incluso por aquellos que personalmente jam¨¢s abortar¨ªan.
Esperamos que Ledesma recuerde que es ministro de un Gobierno laico, y no cardenal de la curia romana, y que olvide sus, recientes amenazas de proseguir por la senda pantanosa y bizantina de las indicaciones. Esperemos que esta vez la honestidad intelectual se imponga sobre la marruller¨ªa y la confusi¨®n.
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