La carrera ascendente de Caetani

Volvi¨® al podio de la RTVE el director Oleg Caetani, hijo de Makevitch, y revalid¨® sus dotes y, evidenci¨® sus progresos en un programa interesante que, tras las Diez melod¨ªas vascas, de Jes¨²s Guridi, inclu¨ªa el antes tan frecuentado y hoy medio olvidado Concierto para piano, de Edward Grieg, y La noche de Walpurgis, op. 60, de F¨¦lix Mendelssohn. El ¨¦xito fue grande, pues la brillante vitalidad y comunicatividad de las versiones de Caetani se imponen por s¨ª mismas.En el Concierto tuvo a su cargo la parte solista Sergio de los Cobos, ginebrino, hijo de padre espa?ol y madre rusa. Hizo versi¨®n propia de la obra del m¨²sico noruego a la que, sin renunciar a sus caracter¨ªsticas espec¨ªficas y a su refinado lirismo intimista, acerc¨® al modelo de Liszt, tanto cuando menos como al de Schumann, verdadera fuente de la obra y punto de partida de la actitud de Grieg.

Sergio de los Cobos y Caetani fundieron sus criterios y se comportaron con flexibilidad, aireando el fraseo, moviendo la din¨¢mica y otorgando su exacta importancia a los valores acentuales, arm¨®nicos y t¨ªmbricos.

Concibe Caetani las diez melod¨ªas de Guridi a modo de continuo o suerte de cancionero orquestal, en el que el excelente trabajo, orquestal de m¨²sica de ?lava enaltece el valor y el ¨¢mbito hist¨®rico y estil¨ªstico de cada terna elegido (la mayor¨ªa de ellos procedentes de la colecci¨®n de Azkue). As¨ª, insert¨® la variedad de contrastes en un proceso cuyo punto culminante reside en el final, cuya suntuosa orquestaci¨®n evoca la manera de Paul Dukais, lo que no es de extra?ar, dada la formaci¨®n del compositor.

Contando con la colaboraci¨®n de tres solistas notables, especialmente la soprano alemana Erike Schmidt-Valentin y el tenor Manfred Fink, pero sin desde?ar el bajo suizo Gilles Cachemaille, Oleg Caetani logr¨® del coro y la orquesta de RTVE una clara, bien construida y elocuente versi¨®n de la balada sobre Goethe, La noche de Walpurgis, concebida durante los viajes del joven Mendelssohn por M¨²nich, Viena e Italia, de los que, como apunta Antonio Gallego, qued¨® un epistolario que deber¨ªa ser traducido al espa?ol. No en vano constituye un bello cap¨ªtulo de la Europa musical rom¨¢ntica. No llega a serlo la balada mendelssohniana. La obra sirve con fidelidad al texto desde un punto de vista dram¨¢tico y estructura equilibradamente en la forma. Vali¨® a Caetani, por cuanto la expuso con emoci¨®n explicativa.