El aldabonazo de septiembre
EL AUMENTO del ¨ªndice de precios al consumo en el mes de septiembre ha sorprendido a la Administraci¨®n y a los observadores, que esperaban un crecimiento m¨¢s moderado del mismo. Unos d¨ªas antes de conocerse la subida a¨²n se especulaba con un incremento del orden del 0,1%, lo cual habr¨ªa rebajado la tasa de inflaci¨®n en un punto. Pero las cosas han ido por un camino distinto, lo cual plantea algunos problemas dif¨ªciles para los pr¨®ximos meses.Si se except¨²a el mes de enero de este a?o, en el que los precios crecieron en un 2,8% como consecuencia de la introducci¨®n del IVA, el ¨ªndice del mes de septiembre (un 1,1%) es el peor en lo que va de a?o y curiosamente equivale al de septiembre de 1985, que ya entonces fue considerado como un mal ¨ªndice. Sin embargo, la comparaci¨®n con aquel mes presenta por lo menos un aspecto positivo: en septiembre de 1985 el crecimiento de los precios de los productos alimenticios fue de un 1,5% y el del resto de los productos de un 0,8%, mientras que este a?o los crecimientos respectivos han sido de un 2,2% y de un 0,5%. Dicho de otra manera, los grandes culpables del desastre de septiembre han sido los productos agrarios, en este caso las frutas y las hortalizas. La tasa anual de crecimiento del apartado alimenticio del ¨ªndice ha alcanzado la considerable cota del 13,4%, mientras que la del resto de los productos se encuentra situada en el 7,5% y ha venido descendiendo regularmente desde enero.
Los precios de los productos no alimenticios, que representan el 67% del ¨ªndice, muestran, pues, un comportamiento relativamente moderado, acerc¨¢ndose paulatinamente al crecimiento que experimentan los precios industriales y de servicios al por mayor, que son m¨¢s representativos de las tendencias de fondo por no haber incidido en ellos el IVA.
Pero este consuelo no debe llevar muy lejos. El crecimiento de los precios de la alimentaci¨®n incide fuertemente sobre los presupuestos de las categor¨ªas menos favorecidas de la poblaci¨®n, que son las que dedican un mayor porcentaje de sus ingresos al consumo de estos productos. En este terreno, las perspectivas a medio plazo no son halag¨¹e?as a pesar de las medidas adoptadas para frenar su aumento, y ello como consecuencia de nuestra adhesi¨®n a la CE. La pol¨ªtica agraria de la Comunidad exige la nivelaci¨®n de los precios del sector en toda la CE, lo cual favorece a los agricultores espa?oles pero perjudica a los consumidores, pues los precios espa?oles se situaban en el momento de la adhesi¨®n un 15% por debajo de los comunitarios. A menos que se renegocien algunos aspectos del tratado, en los meses venideros la recuperaci¨®n de este margen incidir¨¢ sobre el nivel de precios interiores, complicando as¨ª las cosas.
La respuesta del Gobierno ante esta evoluci¨®n desfavorable ha consistido en liberalizar una serie de productos sometidos a control administrativo y en abrir las puertas a la importaci¨®n de unos productos agr¨ªcolas y ganaderos. La intenci¨®n es buena, pero lo que sorprende es que estas medidas no se hayan adoptado antes. Al fin y al cabo, en un sistema de econom¨ªa abierta el recurso a la importaci¨®n no es la ¨²ltima ratio del sistema, sino m¨¢s bien la primera y fundamental condici¨®n del funcionamiento del mismo. En este sentido, tal vez lo m¨¢s importante haya sido el compromiso firme del Gobierno de avanzar por la senda de la liberalizaci¨®n como medio de destruir las rigideces que impiden el normal funcionamiento de los mercados. A largo plazo, la mejor manera de luchar contra la inflaci¨®n es dejar que el mercado desempe?e su papel, aunque para ello haya que enfrentarse a los numerosos intereses categoriales que atenazan la econom¨ªa espa?ola. El inter¨¦s sectorial, en este caso de los agricultores, no debe prevalecer sobre el general de los consumidores.
El aumento de los precios de septiembre ha sido una mala noticia y aleja la esperanza de conseguir los objetivos fijados por el Gobierno materia de inflaci¨®n para el presente a?o. Pero la situaci¨®n puede enderezarse si el Gobierno persevera en su decisi¨®n de liberalizar los mercados. De ser as¨ª, el aldabonazo de los precios en septiembre no habr¨¢ sonado en vano.
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