Los perdedores de la revoluci¨®n
M¨¢s de 3.000 espa?oles esperan indemnizaci¨®n por las expropiaciones dictadas por Fidel Castro
La documentaci¨®n de las negociaciones que Espa?a inici¨® en 1967 para conseguir indemnizaciones para los 3.151 espa?oles a quienes la revoluci¨®n expropi¨® sus bienes est¨¢ en la cartera de asuntos a resolver que Felipe Gonz¨¢lez se ha llevado a Cuba. Este conflicto, en el que bailan las cifras entre los 350 millones de d¨®lares (uno 47.000 millones de pesetas) que solicitan los espa?oles afectados y los cerca de 40 millones (5.400 millones de pesetas) que ofrecen los cubanos, fue una de las asignaturas pendientes del viaje que realiz¨® en 1978 el entonces presidente del Gobierno espa?ol, el centrista Adolfo Su¨¢rez.
"Cuando lleg¨® Fidel nadie pens¨® que nos iban a quitar las casas", afirma uno de los afectados. Era la ¨¦poca en la que Fidel Castro afirmaba que el r¨¦gimen cubano no era rojo ni azul sino "verde, como las palmeras de Cuba". En octubre de 1960, un decreto firmado por el entonces presidente de la Rep¨²blica, Osvaldo Dortic¨®s Torrado, y Fidel Castro como primer ministro, anunciaba la expropiaciones de 380 empresas cubanas y espa?olas.Fue entonces cuando comenz¨® la guerra. Algunos de los empresarios espa?oles permanecieron varios a?os esperando que la situaci¨®n se normalizara. ?ste es el caso de ?lvaro Caro y D¨ªaz de Tuesta, que, ahora, con 75 a?os, se debate entre si debe o no aceptar una peque?a parte de la indemnizaci¨®n. "Yo lo ¨²nico que quiero es que me permitan llevar una vejez digna", explica, mientras aclara que los bienes expropiados est¨¢n valorados en m¨¢s de un mill¨®n trescientos mil d¨®lares.
Algunos de los espa?oles que reclamaban las indemnizaciones desde hace 18 a?os han muerto, en otros casos son sus ya ancianos herederos los que siguen muy de lejos la evoluci¨®n de las negociaciones. Jos¨¦ Bamaan Illade, de 78. a?os, vive en Xove (Lugo). De este mismo lugar sali¨® su padre "con un malet¨ªn", como ¨¦l recuerda, para hacer las ?m¨¦ricas.
Jos¨¦ Bamaan, que fue el m¨¦dico del pueblo hasta su jubilaci¨®n, no tiene ninguna esperanza en recuperar la indemnizaci¨®n por los bienes de su padre. Hace 20 a?os que el doctor pidi¨® informaci¨®n sobre su caso al consulado espa?ol en Cuba. "Todav¨ªa estoy esperando", dice.
Un extra?o orgullo lleva a algunos a afirmar que para recibir una peque?a parte prefieren la renuncia total. Sin embargo, algunos siguen esperando, como Sof¨ªa Trevijano, que a sus 93 a?os dice que le har¨ªa "much¨ªsima ilusi¨®n" recibir lo que ella piensa que le corresponde. Mientras tanto, algunos sectores de la Administraci¨®n consideran la ¨²ltima oferta del Gobierno cubano "pagar en especias".
Seg¨²n explican los afectados, pasaron de pasearse en haiga y tirando de d¨®lares a pedir la caridad de sus familiares de la aldea mientras esperaban sus indemnizaciones. Fuentes jur¨ªdicas comentaron a este peri¨®dico el contenido del convenio de 1967 por el que el Gobierno cubano se comprometi¨® a compensar al Gobierno espa?ol, no a los afectados: "Ser¨ªa rid¨ªculo que un estado marxista leninista compensara a los capitalistas afectados por su revoluci¨®n" opinan.
El caso de las grandes fortunas espa?olas que se construyeron en la isla del Caribe fue distinto: ninguno de sus titulares solicit¨® la indemnizaci¨®n a pesar de que el Gobierno franquista prometi¨® la absoluci¨®n fiscal, para aqu¨¦llos que no hubieran declarado con anterioridad la totalidad de sus bienes. Uno de ellos explica que no era bueno arriesgarse, ya que los delitos monetarios estaban entonces castigados con fuertes penas de reclusi¨®n.
Conocer a Fidel
?lvaro Caro y D¨ªaz de Tuesta ten¨ªa 49 a?os cuando regres¨® a Madrid. Ahora, a sus 75 a?os, vive con su mujer, de sus ahorros, ya que no percibe jubilaci¨®n alguna. Despu¨¦s de la ca¨ªda de Batista pens¨® que iba a tener m¨¢s suerte que otros espa?oles por su contacto con los hombres de Castro durante la revoluci¨®n. Desde su finca en Sierra Maestra hab¨ªa facilitado comida y alimentos a Fidel Castro y a sus hombres.
La ¨²nica deferencia que consigui¨® fue, seg¨²n explica, que el mismo comandante en jefe de la revoluci¨®n cubana le anunci¨® la medida: "?lvaro, te vamos a expropiar la finca", le dijo Castro.
Caro y D¨ªaz de Tuesta comprendi¨® entonces la seriedad de una conversaci¨®n que hab¨ªa mantenido meses antes con el revolucionario Castro y en la que este le coment¨®: "Les voy a pasear a los americanos la hoz y el martillo por Cuba" recuerda el jubilado.
El resultado de las conversaciones entre Gonz¨¢lez y Castro ha abierto de nuevo la poca esperanza que le quedaba a ?lvaro Caro: "Si consiguieran menos dinero, me gustar¨ªa poder no aceptarlo, pero lo necesito", concluye.
Algunos de los espa?oles con propiedades nacionalizadas en Cuba estudian presentar una querella por la v¨ªa contenciosoadministrativa contra el Estado en caso de que ¨¦ste acepte una cantidad inferior a las tasaciones estatales, que pasaron de una tasaci¨®n inicial en 270 millones de pesetas, a 120 y 70 millones de d¨®lares.
A pesar de los a?os, los hombres que regresaron de Cuba recuerdan a "los hombres del malet¨ªn" que llegaban en nombre del Estado y expropiaban los negocios. En otros casos eran los comit¨¦s del pueblo quienes se hac¨ªan cargo de las empresas.
Algunos propietarios no encajaron bien el cambio de rumbo que experiment¨® la tierra donde se hab¨ªan instalado. Los sabotajes contra los comercios incautados por la revoluci¨®n se fueron sucediendo; las tiendas amanec¨ªan incendiadas, como ocurri¨® en el caso de los lujosos almacenes llamados El Encanto, donde falleci¨® una empleada. Mientras, la colonia hispana buscaba los m¨¦todos m¨¢s sofisticados para sacar los t¨ªtulos de propiedad. "Algunos no pod¨ªamos sacar ni el abrigo", seg¨²n se?ala otro de los afectados.
Eran tiempos de intensa colaboraci¨®n entre la Embajada espa?ola y sus representados. Son bastantes los espa?oles que afirman que la valija diplom¨¢tica jug¨® un papel fundamental para salvar parte de sus propiedades.
Algunas renuncias
Tambi¨¦n fue el tiempo de renuncias rom¨¢nticas, como la que protagoniz¨® la duquesa de Medina-Sidonia, quien no reclam¨® indemnizaci¨®n por sus bienes -fincas y acciones de una de las principales empresas cerveceras, La Tropical- "Todo lo que quer¨ªa decir de Cuba lo dije en 1965", explica la duquesa, mencionando los art¨ªculos que escribi¨® entonces a favor de la revoluci¨®n.
El ¨²ltimo ministro de Asuntos Exteriores del r¨¦gimen anterior, Antonio Cortina Mauri, tuvo en su mano la soluci¨®n del contencioso, seg¨²n afirm¨® uno de los hombres que participaron en la negociaci¨®n y que prefiere ocultar su identidad. "Fue una noche en 1974, muy tarde, cuando la comisi¨®n negociadora cubana, representada por Olga Miranda, ofreci¨® en nombre de su Gobierno 200 millones de d¨®lares para solucionar un conflicto que nunca han deseado", explica. Inmediatamente, desde la Embajada espa?ola en La Habana sali¨® un t¨¦lex con destino al Ministerio de Asuntos Exteriores espa?ol. La contestaci¨®n de Cortina Mauri fue tajante. No estaba dispuesto a rebajar 70 millones de la cifra estipulada.
La postura actual del Ministerio que dirige Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez est¨¢ m¨¢s cerca de la soluci¨®n que alcanzaron Francia, Italia, Canad¨¢ y Suiza, que aceptaron el 15% de las cantidades solicitadas por los aceptados.
Seg¨²n la Administraci¨®n espa?ola, se podr¨ªan conseguir unos 40 millones de d¨®lares, para devolver a los afectados o a sus herederos.
Para Jes¨²s Manzaibeitia, *que espera indemnizaci¨®n por los bienes de su madre, Te¨®fila Gurrutxaga Echevarr¨ªa, de 93 a?os, "no se va a conseguir nada porque despu¨¦s de tantos a?os no hay nada que hacer". La postura de Luis Fern¨¢ndez de C¨®rdoba, otro de los afectados, es no aceptar menos dinero del que le deben.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.