El otro Ria?o

Al ver en d¨ªas pasados las fotograf¨ªas publicadas en peri¨®dicos y revistas sobre la brutal carga de la Guardia Civil contra j¨®venes y ancianos del pueblo leon¨¦s de Ria?o, amenazado por un embalse, no sal¨ªa de mi sorpresa y me sent¨ª verdaderamente indignada ante im¨¢genes impropias del Estado democr¨¢tico y dialogantePasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior

que pretendemos alcanzar. Todo esto con independencia de qui¨¦n tuviera la raz¨®n: si los vecinos, al oponerse a unas obras, encaminadas a la demolici¨®n de su pueblo, que, seg¨²n ellos, carec¨ªan de la correspondiente licencia, o el mandatario de tal desaguisado -el gobernador civil-, dispuesto a hacer respetar una pretendida legalidad con m¨¦todos contundentes.

Al margen de otras consideraciones, la cosa se hubiera quedado en indignaci¨®n por tan desmedida brutalidad y descalificaci¨®n para quien la ordena, m¨¢xime cuando- hasta el m¨¢s duro coraz¨®n siente un cierto enternecimiento ante quienes han sido condenados al desarraigo. Pero en EL PAIS del 6 de noviembre leo que el juez encuentra posibles irregularidades y admite a tr¨¢mite el interdicto interpuesto por el vecindario de Ria?o, paralizando las obras hasta un definitivo pronunciamiento de la justicia. Ante este hecho cabe preguntarse: ?tan desorientada est¨¢ la Administraci¨®n que ya no sabe con seguridad cu¨¢ndo la ley est¨¢ de su lado, o es que en este pa¨ªs ya s¨®lo impera la del m¨¢s fuerte? Por lo que se ve, ante la duda, primero se aporrea y despu¨¦s se pregunta. Parece que, a pasos agigantados, nuevamente nos aproximamos a las formas arrogantes y dictatoriales del pasado.

Por tal error, alguien, desde luego, previa p¨²blica petici¨®n de disculpas y aunque no se estile, deber¨ªa dimitir,- Mar¨ªa Luisa G¨®mez Garc¨ªa.