Los reinsertos, en busca del tiempo perdido
Vuelven obsesionados por recuperar el tiempo perdido, algunos con el alma algo maltrecha y los esquemas rotos, pero todos vacunados contra el dirigismo, visceralismo y la falta de unanimidad. Los 400 antiguos activistas de ETA que a lo largo de estos ¨²ltimos cinco a?os han abandonado las prisiones o el exilio acogi¨¦ndose a la reinserci¨®n rehacen sus vidas fren¨¦ticamente, con el vigor de los que llevan marcado el instinto de superviviencia y el coraje que da el hambre atrasada de tantas cosas. Se han hecho individualistas y m¨¢s vulnerables a las agresiones y a los est¨ªmulos de la vida. Los que han regresado en estos ¨²ltimos tres a?os: octavos, aut¨®nomos y milis, no han aparecido en los medios de comunicaci¨®n saludando desde los andenes o sonriendo abiertamente en conferencias de prensa, como el conjunto de ETApm VII Asamblea, que decidi¨® disolverse tras un proceso de reflexi¨®n.Regresan individualmente, con suma discreci¨®n, tras haber superado en muchos casos un peque?o calvario personal hecho de dudas y presiones. "Lo siento, pero me han aconsejado que evite aparecer en la prensa", responde alguien que objetivamente tiene motivos para ser precavido; "puedo decirle alguna cosa, pero, por favor, no de mi nombre", contestan otros.
El miedo razonable o la simple cautela no son, desde luego, gratuitos. Mlkel Solaun, el hombre que plane¨® la c¨¦lebre fuga de presos de ETA de la c¨¢rcel de Basauri, y Mar¨ªa Dolores Gonz¨¢lez Catar¨¢in, Yoyes, han muerto a manos de sus antiguos compa?eros de organizaci¨®n, delante de sus hijos. Un tercer reintegrado que ha abandonado Euskadi salv¨® su vida meses atr¨¢s porque contuvo su primer impulso de acercarse a saludar a la persona encargada de matarle, una chica, tambi¨¦n exiliada, a la que conoc¨ªa del otro lado. En el momento crucial descubri¨® que la mujer que esperaba frente al portal de su casa extra¨ªa un rev¨®lver de su bolso y no estaba sola.
El asesinato de Yoyes ha logrado el efecto que calculaban sus autores y, de hecho, parece haber disuadido a un colectivo de presos y exiliados que empezaba a moverse buscando una salida. Pero tambi¨¦n ha provocado el efecto contrario: ha terminado por convencer a otra veintena de antiguos activistas (m¨¢s de la mitad, de ETAm), que acaban de sumar sus nombres a la lista de Joseba Azk¨¢rraga, el senador nacionalista hoy vinculado a Eusko Alkartasuna que contin¨²a el proceso iniciado por Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s (Euskadiko Ezkerr¨¢). Azk¨¢rraga asegura que m¨¢s de medio centenar de antiguos milis han recuperado ya la libertad o regresado del exilio merced a las v¨ªas de reinserci¨®n.
Puede, pues, afirmarse que estas medidas, que han posibilitado la desaparici¨®n de ETApm y de los Comandos Aut¨®nomos, empiezan ahora a instalarse en ETAm. Como puede decirse que el respaldo de la sociedad vasca a la reinserci¨®n se ha generalizado todav¨ªa m¨¢s tras el asesinato de Yoyes.
Muchos de los que han vuelto han encontrado trabajo en sus antiguas empresas y otros se ganan la vida como pueden en los oficios y actividades m¨¢s diversas, desde la construcci¨®n al mundo del cine, pasando por las labores del caser¨ªo, la hosteler¨ªa o la ense?anza. Un grupo que ha creado su propia empresa de mensajeros, y otro se echa a la mar todos los d¨ªas y vive de la venta del pescado. Jos¨¦ Gordejuela, periodista,jefe de la oficina de prensa del PSE-PSOE de Vizcaya, afirma que ellos, los reinsertos, palabra con la que tampoco se identifican, pelean mucho m¨¢s rabiosamente que cualquier otra persona por salir del paro y rehacer sus vidas. "Venimos con el culo pelado", dice, "y comprendemos que recuperar el tiempo perdido exige tener un puesto de trabajo".
Gente espabilada ,
El senador nacionalista Joseba El¨®segui sostiene que, salvo alg¨²n caso desgraciado, los reintegrados son gente espabilada que sabe sacarse las casta?as del fuego. Estabilizar sus relaciones afectivas es en la mayor¨ªa de los casos un objetivo prioritario. Muchos han formalizado su situaci¨®n con sus antiguas novias, aunque tambi¨¦n hay casos en los que el regreso del exiliado o la salida del preso ha supuesto precisamente la ruptura de unas relaciones mantenidas durante a?os. Jos¨¦ Gordejuela indica que el proceso mental de sustituci¨®n de los valores que un militante atribuye a su organizaci¨®n supone siempre un duro golpe, porque, dice, todo se desarrolla muy r¨¢pido. "Un d¨ªa te levantas de la cama y te das cuenta de que no queda nada, de que ya nada te ata a la organizaci¨®n y que te sientes defraudado y frustado. Ah¨ª se rompe todo", asegura.
Carlos Catal¨¢n, tambi¨¦n periodista y responsable de la oficina de informaci¨®n de la campana de Eusko Alkartasuna, sostiene que ¨¦l habr¨ªa aguantado una pena de 30 a?os s¨ª hubiera podido seguir creyendo que su estancia en la c¨¢rcel ten¨ªa un sentido. Gordejuela apunta que a su regreso ha aprendido a valorar a la gente no por lo que representa pol¨ªticamente sino por lo que vale, y que ¨¦l relativiza m¨¢s la pol¨ªtica aunque siga sustentando los mismos ideales. "Lo peor del regreso", asegura, "es constatar que la gran mayor¨ªa de la gente estaba harta de lo que tu hab¨ªas estado haciendo".
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