Reagan se resiste a cambiar su Gabinete por la crisis iran¨ª
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, insisti¨® ayer en su apreciaci¨®n de que la venta secreta de armas a Ir¨¢n no fue un error pol¨ªtico y asegur¨® que no tiene la intenci¨®n de destituir a nadie, pese a la crisis que ha desatado el asunto." No voy a mentir sobre eso, no comet¨ª ning¨²n error", manifest¨® durante una sesi¨®n de fotograf¨ªa en el despacho Oval de la Casa Blanca. El presidente se encontraba acompa?ado del secretario de Estado, George Shultz; el consejero de Seguridad Nacional, John Poindexter, y el jefe de su Gabinete, Donald Regan. Todos ellos son figuras clave en la operaci¨®n iran¨ª y objetivo de las cr¨ªticas de los mentores californianos del presidente, que incluso piden sus ceses.
Regan, el personaje m¨¢s influyente de la Administraci¨®n y uno de los principales responsables de que la crisis haya salpicado al presidente, neg¨® ayer que fuera a dimitir. La sustituci¨®n de Shultz resultar¨ªa demasiado costosa de cara a los aliados y a las negociaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En cuanto a la salida de Poindexter, a estas alturas ser¨ªa insuficiente para acallar la tormenta.
La propuesta de la corte que rodea a Reagan es que sustituya a Shultz por Caspar Weinberger, actual jefe del Pent¨¢gono, o por Howard Baker, ex jefe de la mayor¨ªa republicana en el Senado y candidato a la presidencia. Los californianos proponen, adem¨¢s, a Drew Lewis, ex secretario de Transportes, para reemplazar a Regan, y ver¨ªan con agrado a Jeanne Kirkpatrick al frente del Consejo de Seguridad Nacional.
El presidente m¨¢s popular de este siglo ha destrozado en unas semanas la leyenda de que ning¨²n error le tocaba. El canje de Daniloff por un esp¨ªa sovi¨¦tico, la campa?a de desinformaci¨®n sobre Libia, el apoyo encubierto a la contra, el desastre de la cumbre de Reikiavik y la operaci¨®n secreta de Ir¨¢n han constituido una cadena de equivocaciones que ha acabado con la inviolabilidad de Reagan.
Hasta ahora los asesores de imagen del presidente sab¨ªan que hicieran lo que hicieran, con una buena campa?a de propaganda y una intervenci¨®n de Reagan en televisi¨®n, la gente se pon¨ªa de su lado, pero los ¨²ltimos sondeos evidencian que los norteamericanos, por primera vez desde que lleg¨® a la Casa Blanca, no creen a su presidente.
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