Reagan acepta que se nombre un fiscal especial para investigar la venta de armas a Ir¨¢n
Ronald Reagan, desafiante y combativo ante el esc¨¢ndalo que envuelve su presidencia -"no creo que fuera un error, y no me voy a esconder en un agujero", declar¨®-, acept¨® ayer la posibilidad del nombramiento de un fiscal especial, similar al que actu¨® en el caso Watergate. El presidente norteamericano, a quien amigos y enemigos ruegan que haga algo decisivo para recobrar la iniciativa, dijo: "Si el Ministerio de Justicia lo cree conveniente, aceptar¨ªa la designaci¨®n de un fiscal especial". El secretario de Defensa, Caspar Weinherger, vol¨® ayer a Europa, y ser¨¢ el primer alto cargo estadounidense en explicar a los aliados lo sucedido e intentar recomponer la credibilidad de la pol¨ªtica exterior de EE UU.
La Casa Blanca, bajo estado de sitio, pudo darse cuenta ayer, tras el fin de semana del Thanksgiving (D¨ªa de Acci¨®n de Gracias), que su estrategia de silencio, de negarlo todo culpando s¨®lo a Oliver North y a John Poindexter, no ha hecho m¨¢s que empeorar las cosas. La presi¨®n del Congreso es muy fuerte para que el presidente convoque en sesi¨®n extraordinaria al Parlamento, que no se constituir¨¢ de nuevo hasta enero, y se nombre un comit¨¦ especial conjunto de las dos C¨¢maras que realice la investigaci¨®n sobre el esc¨¢ndalo iran¨ª. "Estamos discutiendo esta posibilidad, pero a¨²n no hemos decidido nada", declar¨® ayer el presidente, que asegur¨®: "Quiero que todos los datos salgan a la luz. Vamos a ir hasta el final de todo esto". Se tratar¨ªa de recrear el sistema de investigaci¨®n parlamentaria que se utiliz¨® en el Watergate y que acab¨® con la presidencia de Richard Nixon.La postura del avestruz
A pesar de estas promesas, la Casa Blanca parece escoger la postura del avestruz y el jefe del gabinete presidencial, Ronald Regan, cuya ca¨ªda es pedida un¨¢nimemente por republicanos y dem¨®cratas, aconseja al presidente que aguante la tormenta y contraataque culpando a la Prensa de lo sucedido. Las. declaraciones de Reagan a la revista Time, desafiando al Congreso y defendiendo la idea de que este esc¨¢ndalo es s¨®lo un producto de la Prensa y del juego pol¨ªtico de Washington caus¨® ayer estupor en la capital federal.
"Uno de nuestros problemas es que la sensaci¨®n que tiene el presidente de que la Prensa es culpable de nuestros problemas est¨¢ siendo reforzada por su c¨ªrculo de asesores ¨ªntimos", asegura un miembro de la Administraci¨®n. Reagan se opone, al parecer, al nombramiento de un fiscal especial, pero su posici¨®n puede que ya no sea mayoritaria. Funcionarios del m¨¢s alto nivel expresan su frustraci¨®n por c¨®mo se ha reaccionado a la crisis y califican de fracaso la estrategia de silencio seguida desde que el pasado martes fue anunciado el desv¨ªo de dinero procedente de la venta de armas a Ir¨¢n.
El FBI, preocupado por c¨®mo se est¨¢ llevando la investigaci¨®n por parte del Gobierno y por la posibilidad de que North y Poindexter hayan podido destruir pruebas importantes, cree que el presidente debe nombrar inmediatamente un fiscal especial. El FBI revis¨® durante el fin de semana documentos en el Departamento de Estado relacionados con la venta de armas a Jomeini. El diario Los Angeles Times asegura que el ministro de Justicia, Edwin Meese, ha decidido ya solicitar el nombramiento de un fiscal independiente.
Hay suficientes indicios de conflicto de intereses como para que Meese contin¨²e dirigiendo ¨¦l solo la investigaci¨®n, admiten altos cargos de la Administraci¨®n. Meese fue quien ofreci¨® a Reagan el asesoramiento legal para la venta de armas a Ir¨¢n.
Reagan dio ayer la orden de partida a la comisi¨®n que revisar¨¢ la actuaci¨®n del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), cuyas operaciones encubiertas han sido paralizadas por el presidente hasta nueva orden. El NSC, convertido en una miniCIA que ejecutaba la pol¨ªtica exterior sin contar con los Ministerios de Exteriores o Defensa y cortocircuitando al Congreso, es el foco del esc¨¢ndalo. Los tres miembros de la comisi¨®n presidencial (el ex senador John Tower, el ex consejero de Seguridad Nacional de Gerald Ford, Brent Scowcroft, y el ex secretario de Estado de Carter, Edmund Muskie) advirtieron que no se trata de una investigaci¨®n sobre la culpabilidad de individuos determinados, sino de investigar los hechos y la forma de operar del NSC.
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