La hora de los pol¨ªticos
A trav¨¦s de numerosos trabajos de investigaci¨®n en sociolog¨ªa pol¨ªtica sobre la transici¨®n en Euskadi vengo sosteniendo algunas hip¨®tesis que me parece pertinente recordar esquem¨¢ticamente: en primer lugar, la segmentaci¨®n pol¨ªtica vasca se produce en un contexto en el que las pautas caracter¨ªsticas de la adversary politics dificultan la integraci¨®n y el consenso pol¨ªticos de nuestra sociedad.Por otro lado, tanto el sistema de partidos como la estructura electoral vascos est¨¢n afectados por una profunda inestabilidad, a pesar de las apariencias aritm¨¦ticas de las dos primeras legislaturas.
La resultante es un distanciamiento ideol¨®gico y una polarizaci¨®n pol¨ªtica sin precedentes, que se articulan en tres coordenadas principales: la dimensi¨®n simb¨®lica de la identidad nacional, el referente ideol¨®gico convencional izquierda/derecha y la aceptaci¨®n/rechazo de la violencia como m¨¦todo.
En cuarto lugar, segmentaci¨®n, inestabilidad y polarizaci¨®n han hecho que, hasta la fecha, en la estructura de la competencia partidaria vasca nos hayamos encontrado con dos din¨¢micas contrapuestas: una expansiva y orientada primariamente a ganar votos (las opciones nacionalistas) y otra defensiva y constre?ida a no perderlos (las estatales).
Diez a?os de transici¨®n pol¨ªtica, cuatro referendos, otras tantas elecciones generales, dos elecciones locales y provinciales, las terceras auton¨®micas, s¨®lo dos a?os sin elecciones (1981 y 1985), y un saldo de centenares de muertos, detenidos o exiliados mantienen sometida a nuestra sociedad a un estr¨¦s pol¨ªtico dif¨ªcil de aguantar por mucho tiempo. El clima de movilizaci¨®n pol¨ªtica permanente y las tensiones cruzadas, vividas con radicalidad emocional por buena parte de nuestros ciudadanos, pueden llevar al sistema pol¨ªtico vasco a una situaci¨®n l¨ªmite,
Si hasta la fecha las rupturas intrapartidarias hab¨ªan afectado m¨¢s significativamente a las opciones de la izquierda abertzale o nacionalista, a las de la izquierda comunista y extraparlamentaria y, sobre todo, al centro-derecha estatal, todas. ellas de nueva creaci¨®n al final del franquismo, ahora es uno de los dos pilares centenarios (PSOE y PNV) del sistema pol¨ªtico vasco el que ve reeditada su at¨¢vica escisi¨®n, en esta coyuntura por las m¨²ltiples contradicciones que el ejercicio omn¨ªmodo del poder institucional encuentra, tanto en el interior, con el dualismo partido/instituciones, como en el exterior, con la identificaci¨®n partido/sociedad Es necesario advertir, una vez m¨¢s, que en Euskadi no existe un ¨²nico modelo de comportamiento pol¨ªtico, sino que se pueden subrayar, al menos, cuatro grandes pautas, as¨ª: de un lado, el factor territorial en su doble dimensi¨®n provincial/foral y rural/ur-bano con su componente etnoling¨¹¨ªstico es clave para entender las variaciones de comportamiento, de lenguaje, de relaciones pol¨ªticas y de vida interna de los propios partidos; en segundo lugar, la diferente cultura pol¨ªtica que se da en los tejidos sociales nacionalista y no nacionalista; en tercer lugar, el perfil sociobiogr¨¢fico, por efecto del distinto impacto de la socializaci¨®n pol¨ªtica, segmenta significativamente el comportamiento de las sucesivas generaciones; finalmente, la menor relevancia expl¨ªcita de los factores socioecon¨®micos no debe conducirnos al error de creer en el no funcionamiento pol¨ªtico de la tensi¨®n izquierda/derecha y el soporte estratificacional que late tras ella, especialmente en una sociedad industrial en crisis.
S¨ªntoma de transici¨®n
El s¨ªntoma de la cr¨ªtica transici¨®n por la que pasa el sistema institucional vasco es que, hasta que no se delimite con precisi¨®n la composici¨®n, perfil electoral y distribuci¨®n ideol¨®gica del sistema de partidos, el juego de las coaliciones encontrar¨¢ dif¨ªcil soluci¨®n, plante¨¢ndose desde el exterior del sistema de partidos un problema recurrente de legitimaci¨®n pol¨ªtica.
En este contexto el sistema de partidos vasco cumple las caracter¨ªsticas m¨¢s relevantes que definen el pluralismo polarizado, as¨ª: el impacto deslegitimador de la oposici¨®n por principio del principal partido antisistema (HB) denota, adem¨¢s de un m¨¢ximo de distancia ideol¨®gica, una desestabilizaci¨®n importante de la vida pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de los partidos o de las instituciones, en la medida en que tiene un correlato en la centralidad que protagoniza en la vida cotidiana la violencia pol¨ªtica organizada y reproducida en m¨²ltiples movimientos sociales. La existencia de oposiciones bilaterales mutuamente excluyentes y el reforzamiento artificial de la hegemon¨ªa y la posici¨®n de centro ocupada por el PNV han alentado el car¨¢cter centr¨ªfugo de la pol¨ªtica vasca. La doble dimensi¨®n izquierda/derecha y el conjunto simb¨®lico etnoling¨¹¨ªstico en unos casos funcionan como tensiones cruzadas que se neutralizan, pero en otros como tensiones acumulativas que se refuerzan entre s¨ª. Si hasta ahora eran pr¨¢cticamente imposibles las coaliciones alternativas y el partido hegem¨®nico no estaba expuesto a la alternancia, la ruptura del PNV y la obtenci¨®n por los socialistas de una mayor¨ªa relativa abren una nueva andadura, no menos problem¨¢tica, para el sistema de partidos vasco.
El an¨¢lisis del discurso pol¨ªtico de las campa?as electorales o de las continuas pol¨¦micas esencialistas y guerreras que protagonizan los partidos vascos ejemplifica mejor que nada uno de los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos del pluralismo polarizado, como es la pol¨ªtica de superoferta. El hecho de que todas estas circunstancias pol¨ªticas se est¨¦n dando en un contexto de violencias y se ubiquen en un marco de referencia en el que la definici¨®n de la identidad colectiva se superpone sobre cualquier otra dimensi¨®n pol¨ªtica o ideol¨®gica ilustra lo inacabado de la transici¨®n en Euskadi. Por contra, s¨®lo cuando la legitimaci¨®n pol¨ªtica se vea liberada del discurso sobre las violencias o de la definici¨®n de la identidad colectiva se dar¨¢n las condiciones de posibilidad de que se relance la llamada normalizaci¨®n pol¨ªtica de la sociedad vasca.
Este a?o de 1986 est¨¢ protagonizando tales cambios que puede convertirse en la encrucijada de la transici¨®n en Euskadi. El bloqueo de la sociedad vasca; el relativo empantanamiento de los grandes problemas pol¨ªticos; la ausencia de un consenso pol¨ªtico b¨¢sico; la crisis de legitimaci¨®n que a¨²n subsiste en Euskadi; el incremento de un cierto desencanto, que, por primera vez, afecta al electorado nacionalista tradicional; el salto cualitativo de la impugnaci¨®n violenta y la mayor reacci¨®n contra ella de la sociedad civil; la ausencia de un esquema de resoluci¨®n de conflictos; la crisis del PNV y el desgaste de su direcci¨®n pol¨ªtica sobre su sociedad, son, junto con el agravamiento de las consecuencias sociales de la profunda crisis industrial vasca, las se?ales de prealerta que obligan a plantear con urgencia el relanzamiento definitivo de la normalizaci¨®n pol¨ªtica para cerrar la transici¨®n.
M¨¢s partidos en la C¨¢mara
El Parlamento resultante de las elecciones del d¨ªa 30 se encontrar¨¢ con m¨¢s partidos en sus esca?os, con una mayor fragmentaci¨®n o competencia m¨¢s ajustada entre ellos, sin que ni el abstencionismo institucional de HB facilite una ficticia mayor¨ªa absoluta, con un probable cambio o alternancia de mayor¨ªa relativa por parte del PSOE, con la inevitabilidad, no ya s¨®lo de los acuerdos parlamentarios, sino de las coaliciones de gobierno y, sobre todo, con la insuficiencia de la aritm¨¦tica para afrontar los nuevos problemas de gobernabilidad. El 1 de diciembre marca la hora de los pol¨ªticos, cuyo buen saber hacer va a tener que contar con la articulaci¨®n pol¨ªtica de dos mayor¨ªas sociol¨®gicas que han reforzado su presencia electoral el d¨ªa 30, la nacionalista y la progresista, y, finalmente, deber¨¢n responder a la demanda social de un liderazgo/direcci¨®n pol¨ªtica y del restablecimiento del consenso democr¨¢tico.
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