Retrato
Eran chicos estudiosos, fr¨ªos y respetuosos. Tomaban cola-cao e iban siempre bien peinados, con la nariz lavada y la camisa planchada. Jugaban al baloncesto en el patio del instituto o del colegio, y mientras otros compa?eros fumaban, vest¨ªan de cuero o derribaban las vallas en los conciertos , ellos aprend¨ªan a hacerse el nudo de la corbata, llevaban gemelos en el pu?o y no se permit¨ªan un desmayo o una duda. Vistos de perfil, con el cuello trasquilado, parec¨ªan muy antiguos, demasiado sumisos y al mismo tiempo obcecados. Sab¨ªan sostener la mirada y caminaban muy tiesos por la acera, atravesando las pandillas de su edad que beb¨ªan en corro las primeras cervezas sobre el sill¨ªn de las motocicletas. Sin embargo, ten¨ªan cierto humor corrosivo, hac¨ªan pesas y cre¨ªan en alguna clase de dios banquero, aunque su objetivo m¨¢s claro en la vida consist¨ªa en extraer un gran placer del propio esfuerzo y conseguir el ¨¦xito a toda costa dentro del sistema establecido.Llegado el momento se matricularon en Empresariales, y asist¨ªan a clase perfectamente rasurados o con barba cultivada y se les ve¨ªa aparcar coches turbo frente a la verja de los centros privados donde, gracias al dinero de pap¨¢, se hab¨ªan refugiado huyendo de la horda universitaria. Jam¨¢s experimentaron una sensaci¨®n ecol¨®gica, no amaban el campo ni la mar, ignoraban que hubiera obreros, gallinas, campesinos, conejos, grillos, pobres y lechugas, pero hablaban un ingl¨¦s casi perfecto y adoraban a Norteam¨¦rica en cualquiera de sus modalidades. Peregrinaron a Harvard, y all¨ª combinaron las ideas de la cabeza con los colores del jersei, las potencias del alma con las vitaminas, la sociolog¨ªa con el ch¨¢ndal y la econom¨ªa con las suaves maneras liberales. ?stos son nuestros j¨®venes profesionales urbanos. Regresaron de Estados Unidos con el coraz¨®n de hierro y en seguida encontraron trabajo. Est¨¢n en las altas finanzas, en la pol¨ªtica, en los negocios. Van con su corbatita y son un poco chorras, pero han saltado el muro y ahora ellos mandan y usted obedece.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.