Poindexter y North se niegan a declarar ante el Congreso sobre el 'Irangate'
Los dos personajes claves en el Irangate, el almirante John Poindexter, ex consejero de Seguridad Nacional, y el teniente coronel Oliver North, los ¨²nicos que saben qui¨¦n, al m¨¢s alto nivel en la Casa Blanca, les dio las ¨®rdenes para operar, se negaron ayer a testificar ante el Congreso ampar¨¢ndose en la enmienda quinta de la Constituci¨®n, que les protege contra declaraciones que podr¨ªan inculparles en un proceso penal. El tercer hombre de esta oscura trama que amenaza la presidencia de Reagan, el general retirado Rohert Secord, tambi¨¦n neg¨® su testimonio por los mismos motivos.
Parece claro que estos tres militares, calificados por miembros de la Administraci¨®n e incluso por congresistas como "patriotas", est¨¢n buscando la concesi¨®n de inmunidad ante un eventual procesamiento, con la cual estar¨ªan dispuestos a contarlo todo. Como buenos soldados, enfrentados al dilema de proteger a su comandante en jefe, el presidente, y a su propia carrera, o revelar informaci¨®n que podr¨ªa conducirles a la c¨¢rcel, prefieren mantener, de momento, silencio. Probablemente habr¨¢ que esperar a la actuaci¨®n del fiscal especial y a que, en enero, los comit¨¦s de investigaci¨®n que se formar¨¢n de ambas c¨¢maras decidan conceder o no inmunidad a los principales testigos.Las revelaciones efectuadas el lunes ante el Congreso por Robert McFarlane, ex consejero de Seguridad Nacional, sit¨²an cada vez m¨¢s a Ronald Reagan en el origen de esta desgraciada iniciativa pol¨ªtica. El ¨²ltimo sondeo, publicado por la revista Newsweek, revela que s¨®lo uno de cada 10 norteamericanos cree que el presidente no sab¨ªa nada.
Labios cerrados
Durante 90 minutos, el Comit¨¦ de Relaciones Exteriores de la C¨¢mara de Representantes intent¨® ayer sin ¨¦xito abrir los labios de Poindexter -el primer oficial de la Marina en activo que se niega a responder a una investigaci¨®n del Congreso en la historia de EE UU- y de su ayudante, el marine Oliver North. El teniente coronel, con la guerrera de su uniforme cuajada de las m¨¢s altas condecoraciones logradas en la guerra de Vietnam y con aspecto apesadumbrado, dijo: "No creo que haya nadie en Am¨¦rica m¨¢s deseoso que yo de contarlo todo".
El abogado de Poindexter explic¨® que "hay tal c¨²mulo de alegaciones de violaci¨®n de diferentes leyes" que no es prudente, desde un punto de vista legal, responder ahora.
Acompa?ados por sus abogados, ambos declinaron, "con el debido respeto y lament¨¢ndolo", responder. Poindexter y North prometieron que, "en el momento oportuno", est¨¢n dispuestos a contarlo todo.
"El mundo les est¨¢ mirando, tienen ustedes una gran oportunidad de decir la verdad y de hacer un gran servicio a su pa¨ªs en este momento de trauma nacional". "Estados Unidos necesita que hablen". "Cooperen y quiz¨¢ s¨®lo reciban una leve condena condicional". "Ustedes han jurado hace un momento decir la verdad y ahora no pueden ampararse en la quinta enmienda". "El presidente ha prometido que ustedes cooperar¨ªan con el Congreso". Estos fueron algunos de los argumentos utilizados por los congresistas para conseguir la colaboraci¨®n de los testigos Pero todo fue in¨²til. North afirm¨® que, cuando hace 18 a?os se convirti¨® en marine jur¨® defender y proteger la Constituci¨®n de EE UU, "y ahora ¨¦sta protege mi actitud".
El presidente del comit¨¦ de Asuntos Exteriores de la C¨¢mara de Representantes, Dante Fascell, afirm¨® ayer que la operaci¨®n iran¨ª parece que se hizo por decisi¨®n e iniciativa del presidente. Esto qued¨® bastante claro el lunes con las declaraciones de Robert McFarlane, quien afirm¨® que, en agosto de 1985, Reagan dio, verbalmente, las ¨®rdenes para vender armas a Ir¨¢n. La Casa Blanca reiter¨® ayer que "no recuerda exactamente la cronolog¨ªa". Hasta ahora, ha defendido que hasta el 17 de enero de 1986, el presidente no autoriz¨®, mediante una orden escrita, la operaci¨®n.
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