La figura de JaruzeIski cobra credibilidad al cumplirse un lustro del golpe en Polonia
Cinco a?os se cumplen hoy de uno de los acontecimientos m¨¢s dram¨¢ticos de la posguerra en la Europa oriental. Despu¨¦s de que en Berl¨ªn (1953), Budapest (1956) y Praga (1968) sucesivos levantamientos contra los respectivos reg¨ªmenes comunistas impuestos tras la II Guerra Mundial fueran aplastados por aquella fuerza que los implant¨®, el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, el 13 de diciembre de 1981 el r¨¦gimen de Varsovia recurri¨®, para combatir una crisis que amenazaba su propia existencia, a una soluci¨®n ins¨®lita: la declaraci¨®n de la ley marcial en Polonia. Han pasado cinco a?os y muchos de los que vieron en el art¨ªfice del golpe militar, el general Wojciech Jaruzelski, hoy jefe del Estado polaco, al gran enemigo de los polacos y del mayor movimiento popular en favor del pluralismo sindical y pol¨ªtico -representado por el sindicato Solidaridad- reconocen hoy que, de no haber intervenido el general, la tragedia a la que se enfrentaba Polonia en 1980 y 1981, con la m¨¢s que probable intervenci¨®n sovi¨¦tica en el pa¨ªs, habr¨ªa sido considerablemente mayor.En su visita a Varsovia en junio pasado, el m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, dej¨® claro que tambi¨¦n bajo su direcci¨®n se mantiene la vigencia de la llamada doctrina Breznev, seg¨²n la cual la inestabilidad del sistema comunista en un pa¨ªs aliado supone un peligro para toda la alianza y todo intento por cambiar el r¨¦gimen y sacar a uno de los miembros de la alianza socialista afecta al orden internacional de la posguerra y atenta contra la paz mundial.
Este aniversario puede ser rememorado, pero no celebrado. Como dec¨ªa esta semana el portavoz del Gobierno polaco, Jerzy Urban, "no se celebrar¨¢ la fecha porque no hay nada que celebrar, aquello fue un mal menor". Sobre esta tesis del mal menor ha basado el Gobierno polaco su labor de "normalizaci¨®n" de los ¨²ltimos a?os. Pol¨ªticamente, el pa¨ªs est¨¢ de hecho normalizado, en el sentido en que este t¨¦rmino se aplica en el socialismo real. De forma relativamente incruenta, apoyado por el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa, Jaruzelski ha restaurado la hegemon¨ªa del partido comunista que en Polonia hab¨ªa dejado de existir y amenazaba con provocar la reacci¨®n del "gran hermano del Este".
El verano pasado, el Partido Obrero Unificado de Polonia (POUP) celebr¨® su d¨¦cimo congreso, la primera manifestaci¨®n de los comunistas polacos tras salir del cerco que la poblaci¨®n y Solidaridad les hab¨ªan impuesto. En noviembre, los nuevos sindicatos OPZZ, creados tras la prohibici¨®n de Solidaridad, tambi¨¦n se han reunido en congreso para intentar conquistar una credibilidad que, pese a sus siete millones de afiliados, se les sigue negando en amplios sectores.
En septiembre fue promulgada la amnist¨ªa y desde entonces se ha evitado perseguir a los activistas de Solidaridad, ya que el r¨¦gimen es consciente de que para la soluci¨®n de los acuciantes problemas necesita de la cooperaci¨®n y movilizaci¨®n de la poblaci¨®n, aunque s¨®lo sea en sus puestos de trabajo. Existen, sin embargo, indicios de que la relativa tolerancia hacia la oposici¨®n podr¨ªa concluir pronto si no hay resultados positivos en el acercamiento entre la Iglesia y el Estado, necesario para cualquier mejora del clima pol¨ªtico.
Hace d¨ªas, Jaruzelski se reuni¨® por primera vez con el Consejo Consultivo, convocado por ¨¦l e integrado por 56 personalidades pol¨ªticas e intelectuales, en su mayor parte ajenas al partido y varias conocidas por su oposici¨®n al r¨¦gimen comunista.
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