El Espa?ol fue m¨¢s listo que el Atl¨¦tico
El Espa?ol de este a?o no se puede tomar a broma. S¨®lo ha perdido un punto en Sarri¨¢ y ¨²nicamente ha recibido tres goles. Ayer, el Atl¨¦tico de Madrid, que llegaba con la credencial de haber empatado en siete d¨ªas con el Real Madrid y el Barcelona, equipos a los que tute¨®, crey¨® que el compromiso iba aser m¨¢s sencillo. Se equivoc¨® y s¨®lo despert¨® cuando recibi¨® la segunda bofetada de Pineda.Este Espa?ol es listo, muy listo. Tan listo como su entrenador, Javier Clemente, que cambia completamente la alineaci¨®n y la t¨¢ctica del equipo en funci¨®n del rival. Si contra el Madrid no jug¨® Lauridsen, ayer fue el conductor b¨¢sico del conjunto. Si en el Bernab¨¦u esper¨® atr¨¢s para salir al contraataque, ayer bas¨® todo su esquema en el control del centro del campo. "El Atl¨¦tico mueve mucho el bal¨®n en el centro", explic¨® Clemente antes del partido a sus jugadores, "y ah¨ª es donde debemos presionarle para cortar balones". Dicho y hecho.
Durante los primeros 45 minutos, justo hasta el penalti de cada d¨ªa provocado porLlo rente, el Espa?ol cort¨® una y otra vez la construcci¨®n de las jugadas del Atl¨¦tico. Los ataques eran continuos, en oleadas mareantes para la defensa rojiblanca, como si de un cuerpo de desembarco se tratase. Y las oportunidades se multiplicaban para que Lauridsen (m. 5), Golobart (17), Pichi (24 y 49) y Z¨²?iga (29) fallasen por poco en sus remates ventajosos. El ¨²nico que acert¨® en alcanzar el objetivo indicado fue Pineda (15).
En esas oleadas destacaba el cerebro fr¨ªo de Lauridsen, la rapidez de Valverde y la omnipresencia de Soler. ?stos dos ¨²ltimos jugadores se encontraron ayer con Llorente, el ¨²nico que les disputa el t¨ªtulo de revelaci¨®n del a?o. Llorente permaneci¨® hibernado mientras su equipo sudaba por contener las avalanchas hasta que aprovech¨® un bal¨®n tonto que Golobart no control¨® para marcharse por piernas y provocar un penalti dudoso, porque la falta pareci¨® hecha al borde del ¨¢rea. Apenas hab¨ªan transcurrido 72 horas desde que hab¨ªa hecho lo mismo en el Camp Nou.
En la segunda mitad, el cansancio se adue?¨® de los jugadores del Espa?ol. Un detalle as¨ª no se le escap¨® al listo de Clemente. La t¨¢ctica vari¨® de nuevo. Se acabaron las oleadas. Ahora hab¨ªa que confiar en el pie derecho de Nkono. El camerun¨¦s, con sus largos saques, se convirti¨® en el distribuidor del juego del equipo. Todos sus saques ten¨ªan peligro. Los que le sal¨ªan bien desbordaban a la defensa del Atl¨¦tico. Los que le sal¨ªan mal creaban el caos en su propia retaguardia.
El Atl¨¦tico se dedic¨® a controlar el encuentro sin esforzarse en el ataque. Seti¨¦n era el ¨²nico que parec¨ªa tener ambiciones, mientras los dem¨¢s parec¨ªan conformarse con ¨¦ntregar la pelota a Llorente y extasiarse con sus carreras solitarias por la banda, como la que hizo en el minuto 59, id¨¦ntica a la del penalti, frenada por Golobart fuera del ¨¢rea. Se equivoc¨® el Atl¨¦tico porque el Espa?ol estaba cansado y s¨®lo se salv¨® por un golpe de suerte de Pineda.
Jes¨²s Mart¨ªnez Jayo, el t¨¦cnico del Atl¨¦tico, relev¨® inmediatamente a Llorente, quiz¨¢s intentando que el equipo se responsabilizase conjuntamente en las labores de ataque. Pero si hay algo que no molesta a un equipo cansado es defender un resultado favorable. Y eso fue lo que hizo precisamente el Espa?ol.
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