El historiador en la historia
El lector que repase cronol¨®gicamente la amplia bibliograf¨ªa de Jos¨¦ Antonio Maravall experimentar¨¢ posiblemente una extra?a impresi¨®n. En los primeros libros, de los a?os 40 y 50, se aprecia ya su espl¨¦ndida capacidad como lector, la intenci¨®n de enlazar todo texto con el marco pol¨ªtico en que surge, pero sobra quiz¨¢s valoraci¨®n de lo concreto y la historia de las ideas aparece como algo desligado del proceso social. De haber proseguido esta l¨ªnea, hubiese sido lo que llamar¨ªamos un autor de referencia, pero no ocupar¨ªa el lugar que hoy le pertenece en la historiograf¨ªa espa?ola. En Las Comunidades de Castilla (1963) y El mundo social de la Celestina (1964) la imaginaci¨®n del historiador comienza a actuar a fondo al integrar la historia de las ideas. A partir de ese momento las reflexiones expuestas inicialmente en su Teor¨ªa del saber hist¨®rico comienzan a rendir frutos. Maravall regresa una y otra vez al mundo ideol¨®gico y rural de la Espa?a del antiguo r¨¦gimen y elabora un an¨¢lisis cada vez m¨¢s complejo del pensamiento pol¨ªtico. De ah¨ª la impresi¨®n de constante rejuvenecimiento que transmite su obra. El pr¨®logo de La cultura del Barroco (1975) aporta suficientes datos para entender c¨®mo en Maravall el trabajo hist¨®rico no era acumulaci¨®n de hechos. Es as¨ª como su temprano inter¨¦s por la historia de las mentalidades desemboca en Estado moderno y, mentalidad social (1972). Ese hilo conductor de la preocupaci¨®n por la turbia imagen de la Espa?a barroca va a parar a su ¨²ltimo libro, quiz¨¢s el m¨¢s pensado y reelaborado, sobre la novela picaresca.Ahora bien, para entender ese proceso de renovaci¨®n en la obra de Jos¨¦ Antonio Maravall no bastan el talante ¨ªnvidual o las lecturas. En pocos universitarios de su momento hist¨®rico incidieron con tanta intensidad los cambios en el marco pol¨ªtico. Pienso que, en gran medida, Maravall consuma,en los sesenta una renovaci¨®n, porque ve que el pa¨ªs comienza a transformarse, siente la influencia positiva de la relaci¨®n intelectual con sus hijos y, en definitiva, que sus libros son tambi¨¦n un agente del cambio. Hay que pensar que Maravall inicia su carrera intelectual -y cuasi pol¨ªtica- muy pronto, en torno a 1930, sin los 20 cumpl¨ªdos, y que participa de las esperanzas y de las frustraciones de Ortega al llegar la Segunda Rep¨²blica. Luego le golpea la oscuridad, hasta que el rigor de su primera investigaci¨®n le integra en el mundo intelectual europeo. En los 60, en la facultad de Ciencias Pol¨ªticas, su magisterio era una isla de libertad. Tambi¨¦n de preocupaci¨®n y de angustia, acrecentada esta ¨²ltima por la espada de Damocles, que le golpeaba peri¨®dicamente, de un coraz¨®n fr¨¢gil.
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