'Los juguetes se rompen', instalaci¨®n de Francesc Torres sobre el totalitarismo
Stalin, a la izquierda, y Jomeini, a la derecha, ambos de pie, y Reagan sentado con un tel¨¦fono antiguo en las manos, m¨¢s cinco columnas, tres para sostener otros tantos monitores que reproducen tres cintas de v¨ªdeo y dos para exponer sendos juguetes -un coche Mercedes de 1936 y un soldado de la I Guerra Mundial-, constituyen la instalaci¨®n que presenta el artista catal¨¢n Francesc Torres en el II Festival Nacional de V¨ªdeo de Madrid, que concluy¨® ayer en el C¨ªrculo de Bellas Artes. Algunas de las instalaciones podr¨¢n verse hasta el d¨ªa 7 de enero.
La instalaci¨®n que ha presentado Francesc Torres se titula Los juguetes se rompen-diorama (a)hist¨®rico. "Juguetes somos todos", comenta el autor, "los que mandan y los que obedecen. Aqu¨ª los tenemos de cera, como mu?ecos, porque se quiere reforzar esa idea de que acaban siendo juguetes de s¨ª mismos", afirma Francesc Torres. Significan, adem¨¢s, que la aceleraci¨®n rige la vida de hombres y de m¨¢quinas y que el soldado, en ese punto ¨¢lgido y aberrante al que conduce esa aceleraci¨®n, la guerra, no es otra cosa que una m¨¢quina de combate.Los tres personajes han sido cedidos por el Museo de Cera de Madrid. "Representan m¨¢s de lo que son", dice el autor, "el materialismo dial¨¦ctico, el fundamentalismo religioso, el capitalismo", tres contribuciones a la construcci¨®n y deformaci¨®n de nuestra historia. Los tres est¨¢n ah¨ª en el mismo espacio y en el mismo eje temporal de nuestra historia -aunque escenogr¨¢ficarnente aparentan ignorarse- para que el espectador establezca las pertinentes relaciones, con la ayuda de los monitores.
Los televisores de los extremos repiten constantemente las mismas im¨¢genes: uno, el momento en el que un coche de carreras da un trompo; otro, el primer plano de un soldado que agoniza. El tercer monitor, situado en el medio, sintetiza esas im¨¢genes en escenas de m¨¢quinas aceleradas, en fragmentos de todas las guerras del siglo, en proposiciones metaf¨®ricas sobre las consecuencias de los "totalitarismos": los juguetes se rompen, incluidos los tres grandes monigotes de la historia; las im¨¢genes del monitor han sido convenientemente tratadas con efectos digitales. Cada uno de los mu?ecos tiene sobre la cabeza o a la altura de las manos una campanilla que, de acuerdo con una de las acepciones que esta palabra tiene en ingl¨¦s, refuerza el grado de insensatez de aqu¨¦llos personajes, proporcional al nivel de poder que ostentan. La banda de audio -reproduce una nube sonora obtenida del tintineo de campanillas.
Violencia organizada
Sugiere esta puesta en escer¨ªa que el coche, la m¨¢quina, "es una extensi¨®n del cuerpo humano, que los dos transforman la energ¨ªa por el mismo procedimiento, la combusti¨®n, que la velocidad y la aceleraci¨®n son hoy d¨ªa, en nuestra sociedad, casi una virtud, tanto en el terreno pol¨ªtico como econ¨®mico y que adquieren su m¨¢xima importancia en una situaci¨®n de violencia organizada o de guerra. Por analog¨ªa, se puede decir que en cualquier tipo de desarrollo hay una violencia latente que espera estallar. Ah¨ª est¨¢ el autom¨®vil de carreras, por el lado tecnol¨®gico; y el soldado, por el lado pol¨ªtico, es el resultado final de la guerra como extensi¨®n de la pol¨ªtica, en el sentido de que el que )aga las consecuencias es siempre el de abajo, independientemente de la ideolog¨ªa de cada banda. Los que combaten se parecen mucho, comparten los mismos principios. De ah¨ª que todos os ej¨¦rcitos se parezcan tanto".
Afirma Torres que "ahora en Espa?a es m¨¢s f¨¢cil que en otros sitios producir obras de estas caracter¨ªsticas. En Estados Unidos est¨¢ mal visto, y m¨¢s ahora, hacer arte pol¨ªtico". La obra de Torres, con una extensa creaci¨®n en el mundo del v¨ªdeo, destaca entre la videograf¨ªa de gran parte de estos artistas por su alto grado de transparencia, de sencillez y de inmediatez, preocupado de que los aspectos formales sean congruentes y emerjan de los contenidos materiales. En las instalaciones -collages tridimensionales, seg¨²n la expresi¨®n que prefiere utilizar Torres- el v¨ªdeo aporta otros de sus m¨²ltiples usos art¨ªsticos: la modificaci¨®n del espacio arquitect¨®nico y escult¨®rico con formas y relaciones nuevas, o la integraci¨®n f¨ªsica y conceptual de ese espacio con el televisor y con las im¨¢genes en ¨¦l contenidas. Ver una obra de v¨ªdeo de esta naturaleza requiere que el espectador penetre en ese espacio y establezca con ¨¦l su propia relaci¨®n, de modo que llegue a crearse una especie de circuito cerrado entre las ideas del autor y las ideas del espectador.
"Estoy de acuerdo con aquello que dec¨ªa Barthes", comenta Torres, "de que el proceso de lectura de una obra de arte puede ser tan creativo como su realizaci¨®n. Estas obras son, muchas veces, escenograf¨ªa, no para personajes, sino para ideas".
Hac¨ªa 12 a?os que el,catal¨¢n Torres no expon¨ªa en Madrid. Todas sus biografias en castellano dicen, con una pizca de iron¨ªa, que naci¨® en Barcelona en 1948 y que lleg¨® a Par¨ªs 20 a?os despu¨¦s, "justo a tiempo de la- revoluci¨®n de mayo del 68" para estudiar y hacer arte. Otras biograflias en ingl¨¦s -reside en Estados Unidos desde 1972 y ha expuesto en numerosos museos norteamericanos- a?aden que se educ¨® en las escuelas bajo la represi¨®n del franquismo y que su padre, dise?ador y artista comercial, pas¨® 10 a?os en la c¨¢rcel. El Gobierno de la Rep¨²blica Federal de Alemania le ha concedido una beca para trabajar hasta el pr¨®ximo mes de septiembre en Berl¨ªn. Una parte de sus ¨²ltimas producciones indaga sobre las formas patol¨®gicas del comportamiento humano.
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