Berlanga
Hay que aprovechar una tregua entre premio y premio, de los muchos que le dan a Luis Berlanga, para escribir sobre ¨¦l, ya que escribir de los reci¨¦n premiados es un mal recurso period¨ªstico. "Estoy dispuesto a seguir llevando al cine comedias sat¨ªricas sobre la guerra, si con ello contribuyo a la paz", me dice Luis al tiempo que me regala una docena de reventonas naranjas valencianas, regalo que constituye ya un rito en nuestra amistad (y es sabido que uno se vende por una docena de naranjas o por una docena de cualquier cosa). Porque Berlanga es valenciano, claro, pero a lo largo de sus a?os y de su cine se ha hecho un madriles total, y lo que ¨¦l llama "comedia sat¨ªrica" es la puesta en celuloide del eviterno sainete madrile?o, mejorado e intencionado por Luis. Madrid, ahora que se habla de ¨¦l como capital de la postmodernidad, no es mucho mas que un sainete, de don Ram¨®n de la Cruz a Arniches, pasando por Berlanga. S¨®lo que Berlanga se inventa lo que uno llamar¨ªa el sainete cr¨ªtico, que fue su manera posibilista (Buero Vallejo, por ejemplo, tuvo otra) de saltarse la realidad bahamondista. El ¨²ltimo sainete lo genera Madrid en la calle Vitrubio, donde los travest¨ªsmo tan sus bodas cada noche. El pen¨²ltimo sainete madriles es la reivindicaci¨®n de las meretrices, que quieren sindicarse -?las acoges, Marcelino?- y quieren cartilla del Seguro. Otro sainete, Luis, lo tienes en las apariciones del Escorial, o en la vuelta de la Mariblanca a Sol (la estatua m¨¢s er¨®tica de la mitolog¨ªa madrile?a, como ya habr¨¢s reparado, Luis, amor). O en la boda de Ignacio Camu?as con la se?orita De la Mata Gorostizaga, aunque esto es m¨¢s bien alta comedia, y en la que Espa?a pierde un gran pol¨ªtico y los periodistas perdemos un gran personaje. Quiere decirse, en fin, desocupado lector, que, como ya previera t¨ªo ?scar, la realidad imita a Berlanga. Luis ha creado un humor tan madrile?o, en su cine, que la realidad se comporta berlanguianamente, como la ciencia se ha comportado nemonianamente o einstenianamente, seg¨²n el cient¨ªfico reinante. Como Espa?a se sigue comportando celianamente desde la aparici¨®n de. Cela. Eso es ser un cl¨¢sico vivo, Luis: hacer que la realidad venga a coincidir con uno. Y eso t¨² lo has conseguido como nadie. Lo dem¨¢s, o sea los premios, ya sabe tu human¨ªsima acracia que son una broma, con perd¨®n.
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