El carn¨¦ del camionero
El 5 de agosto de 1976 guardias fronterizos de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana mataron a tiros, por error, al camionero italiano Benito Corghi, que en el puesto fronterizo entre las dos Alemanias hab¨ªa olvidado un papel y regres¨® a pie desde su cami¨®n hacia la parte oriental. Al registrar los vestidos del cad¨¢ver, los polic¨ªas de la RDA encontraron en un bolsillo de camionero el carn¨¦ de afiliados al Partido Comunista Italiano. Aquel d¨ªa me cur¨¦ definitivamente del s¨ªndrome del Arriba.Durante muchos a?os, la izquierda y progres¨ªa espa?ola debido al anticomunismo virulento de la dictadura y la obligaci¨®n de defender posiciones antifranquistas, se movi¨® en pol¨ªtica internacional con un simple esquema maniqueo: los bueno, eran los que atacaba el Arriba, y los malos, los glorificados por e peri¨®dico del Movimiento Nacional.
Este esquema no lo tambale¨® mi primera visi¨®n del muro de Berl¨ªn, ni siquiera el hecho de que los guardias fronterizo: del Este me requisasen un ejemplar del Libro rojo de Mao, que hab¨ªa adquirido en Berl¨ªn Oeste. Tuvo que producirse muerte del camionero comunista italiano a manos de polic¨ªa de un Estado del llamado socialismo real para hacerme ver que la inhumanidad es una realidad en s¨ª, independientemente di qui¨¦n o en nombre de qu¨¦ valores se cometa.
En el reciente encuentro d, la Asociaci¨®n de Periodista Europeos, en C¨¢ceres, sobre Europa, agente de paz en Centroam¨¦rica, el tema de la objetividad de la informaci¨®n, las campa?as de Prensa y el eurocentrismo ocuparon toda una tarde, con discusiones fuertes y acusaciones. En algunas de las intervenciones se advert¨ªan todav¨ªa resabios del s¨ªndrome del Arriba. La manifestaci¨®n actual del s¨ªndrome en relaci¨®n con Centroam¨¦rica se hace presente en una especie de doble moral, o ley del embudo. Los derechos humanos y las libertades c¨ªvicas se sacan a relucir cuando se atropellan en El Salvador, pero hay que callar cuando se trata de Nicaragua o Cuba. Seg¨²n esa l¨®gica, los reg¨ªmenes progresistas, por definici¨®n, no pueden cometer abusos de poder o, si lo hacen, es para el bien de la humanidad. Cualquier informaci¨®n que rompa este esquema responde a una campa?a al servicio de Washington o, en el mejor de los casos, a una posici¨®n eurocentrista. Es la inversi¨®n de las tesis manejadas por la derecha de la quinta pluma, o las terminales de Mosc¨². En C¨¢ceres el periodista Miguel ?ngel Aguilar formul¨® la tesis de que "toda realidad, por el mero hecho de ser tratada en los medios de informaci¨®n, se transforma". Ser¨ªa ingenuo a estas alturas creer en la neutralidad pura o la asepsia de la informaci¨®n. El mero hecho de centrar el inter¨¦s informativo sobre Nicaragua y olvidar El Salvador, donde los cr¨ªmenes y atropellos a los derechos humanos est¨¢n a la orden del d¨ªa, implica dar ya un sesgo a la informaci¨®n. Este sesgo viene con frecuencia impuesto por los intereses informativos de los grandes medios de comunicaci¨®n de Estados Unidos, que marcan la pauta informativa de los de Europa occidental.
Sin embargo, a pesar de que la realidad se transforma por el simple hecho de elevarla a categor¨ªa informativa, hay un l¨ªmite evidente: no se puede transformar esa realidad con arreglo a lo que desea el comunicador, a su ideolog¨ªa o las expectativas de sus lectores. En los a?os sesenta, Jean Luc Godard dijo aquello de que "la c¨¢mara es el fusil". Hoy d¨ªa, tras las experiencias de Pol Pot en Camboya, de Praga, de Afganist¨¢n, de Vietnam, de la Rep¨²blica Dominicana, del Chile de Allende y de un largo etc¨¦tera de atropellos cometidos por los imperialismos, de uno y otro lado, la m¨¢quina de escribir nunca podr¨¢ ser el fusil. La m¨¢quina de escribir tendr¨¢ que ser la c¨¢mara o el acta notarial, que da cuenta de la realidad, caiga quien caiga y aunque duela incluso al que escribe.
No hay nada m¨¢s revolucionario que la verdad, y la izquierda no puede incurrir en el error de practicar la pol¨ªtica del avestruz y confundir la realidad con el deseo. Hace unos d¨ªas, en el aeropuerto de La Habana, un grupo de espa?oles que se desplazaban a Managua para la celebraci¨®n del 25? aniversario del Frente Sandinista me hablaban de la necesidad de tener comprensi¨®n para los problemas de la revoluci¨®n nicarag¨¹ense, "porque son j¨®venes y todav¨ªa inmaduros".
Parece como, si el paternalismo fuese el camino aconsejado para aproximarse a un fen¨®meno revolucionario. Aqu¨ª radica el verdadero eurocentrismo, y no en la variante que sali¨® a relucir en el coloquio de C¨¢ceres en las acusaciones de algunos periodistas y pol¨ªticos de Am¨¦rica Latina. Con frecuencia el corresponsal espa?ol tiene que escuchar en M¨¦xico y Centroam¨¦rica la acusaci¨®n de que "es que t¨² lo ves con ojos europeos. Tienes que comprender la mentalidad de aqu¨ª". Lo terrible de esta acusaci¨®n es que suele hacerse en relaci¨®n con denuncias sobre torturas, matanzas de ind¨ªgenas o fraudes electorales. Informar sobre estos hechos significa sumarse a la campa?a de Reagan o a las agresiones de los contra, o a desviaciones eurocentristas del corresponsal.
La acusaci¨®n de eurocentrismo, en casos as¨ª, es el colmo del paternalismo o de una posici¨®n que raya en el racismo. Traducido en t¨¦rminos claros, equivale a decir: "Ya sabemos que aqu¨ª se tortura, o que se matan ind¨ªgenas o que se cometen fraudes en las elecciones, pero esta pobre gente es as¨ª, est¨¢n acostumbrados a esto y forma parte de su cultura, de lo que han hecho o vivido toda su vida".
Es inadmisible que la tortura tenga menos importancia en un lugar qu¨¦ otro, por mucha tradici¨®n que tenga en el pa¨ªs donde se produce. La vida de un ind¨ªgena mexicano o miskito o de un pobre salvadore?o es tan valiosa como la de cualquier otro hombre. Los atropellos electorales, las urnas llenas antes de abrir los colegios electorales y la ignorancia de la voluntad de un pueblo es objetivamente igual, aqu¨ª y en Pek¨ªn.
Afirmar lo contrario, pretender esconder una realidad porque "no es conveniente", responde a una posici¨®n paternalista o racista respecto a los que se pretende proteger porque no puede haber mejor defensa que un buen Gobierno y el respeto a los derechos humanos para lograr que un proyecto pol¨ªtico llegue a buen fin. Son los torturadores, los que matan ind¨ªgenas, los que atropellan las libertades y los que llenan fraudulentamente las urnas quienes dan las mejores armas al imperialismo. No los que denuncian esos hechos. Esto no quiere decir que la postura de los cronistas est¨¦ libre de errores y no necesite un ejercicio permanente, de autocr¨ªtica.
El pol¨ªtico mexicano Porfirio Mu?oz Ledo habl¨® en C¨¢ceres del equilibrio entre los tres bloques contenidos en la declaraci¨®n de derechos de la ONU: la autodeterminaci¨®n, los derechos humanos y los derechos socioecon¨®micos.
El cronista, europeo o no, tiene que moverse continuamente en este dificil equilibrio entre estos diferentes aspectos, pero nunca podr¨¢ renunciar sin incurrir en un delito contra su ¨¦tica profesional al deber de denunciar lo que ve, aunque duela.
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