La muerte de un joven negro en Queens aviva la llama de la violencia racial en Nueva York
"Esto no es Johanesburgo". La pancarta, enarbolada por dos mujeres de color, intentaba sintetizar sus sentimientos ante la imparable espiral de violencia racial registrada en los barrios perif¨¦ricos de Nueva York desde que un joven de raza negra fue acosado hasta la muerte en el barrio de Floward Beach, en el distrito de Queens, el pasado d¨ªa 20. La v¨ªctima -Michael Griffith, de 23 a?os- muri¨® atropellada por un coche mientras hu¨ªa de una jaur¨ªa de adolescentes de raza blanca armados con bates de b¨¦isbol. El caso ha reavivado la llama del racismo entre negros y blancos.
La falta de pruebas y la negativa a prestar declaraci¨®n ante el gran jurado del ¨²nico testigo de la tragedia, Cedric Sandiford, oblig¨® el pasado lunes a un juez de Queens a retirar los cargos de asesinato en segundo grado abiertos contra tres adolescentes detenidos dos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de la v¨ªctima. Dos de ellos est¨¢n en libertad bajo fianza, y los gritos de "injusticia, injusticia" que siguieron al pronunciamiento del juez a¨²n resuenan en las salas de la corte criminal de Queens.El alcalde de Nueva York, Edward I. Koch, compar¨® d¨ªas atr¨¢s la muerte de Griffith con los linchamientos de negros registrados en los Estados del Sur en la d¨¦cada de los sesenta. Koch ha calificado la muerte de Griffith como "el peor crimen de la d¨¦cada". El, alcalde parece haber olvidado que en 1982, en Brooklin, otro negro, Willie Turks, muri¨® a consecuencia de una paliza propinada por un grupo de blancos.
Reacci¨®n negra
La muerte de Michael Griffith, cuyos ¨²ltimos minutos fueron similares a los de cualquier versi¨®n cinematogr¨¢fica de un linchamiento a manos de un grupo de fan¨¢ticos, ha provocado la reacci¨®n de la comunidad negra de Nueva York. En los barrios de Brooklin y Queens, grupos de color, encabezados por los l¨ªderes pol¨ªticos, c¨ªvicos y religiosos, est¨¢n reivindicando la muerte de Griffith como el ejemplo m¨¢s palpable de la opresi¨®n a que, seg¨²n ellos, viven sometidos.Durante los ¨²ltimos d¨ªas, grupos de negros incontrolados han atacado ya a cuatro personas, todas ellas de raza blanca. La ¨²ltima v¨ªctima de esta cadena de agresiones fue un hispano, Juan Santiago, que el lunes fue golpeado en BrookIm por un grupo de muchachos de color. Sus agresores, que iban armados con bates de b¨¦isbol, no cesaron de gritar: "Howard Beach, Howard Beach", mientras le pegaban.
El caso Grifflith ha demostrado, una vez m¨¢s, las grandes diferencias existentes a¨²n entre las comunidades blanca y negra, y lo ha hecho en Nueva York, una ciudad donde este tipo de problemas no es tan com¨²n como en Carolina del Norte o Alabama. El reverendo Ben Chavis coment¨®, en una visita a Queens: "Estamos hartos de ir a funerales", y lament¨®: "Hay cantidad de Howard Beach fuera de aqu¨ª".
Los sermones en las misas del pasado domingo en las iglesias cat¨®licas de Queens reflejaron tambi¨¦n el conflicto. El reverendo Timothy P. Mitchell dijo a sus feligreses: "Lo que ocurri¨® con Michael Griffith puede pasarnos a cada uno de nosotros". Mitchell record¨® la manifestaci¨®n del d¨ªa anterior, cuando un grupo de blancos escupi¨® e insult¨® a los participantes en una marcha contra la violencia racial. El alcalde tambi¨¦n acudi¨® a una iglesia de Queens para tratar de apaciguar los ¨¢nimos. Alguien le pregunt¨® d¨®nde estaba la polic¨ªa cuando sucedieron los hechos;otros no quisieron entrar en el templo, y alguien grit¨®: "Jud¨ªo, vete de aqu¨ª".
La Prensa neoyorquina, desde The New York Times y Dady News hasta los semanarios Time o The Village Voice, se ha volcado sobre el tema, y sus portadas han reflejado en grandes titulares el caso; por unos d¨ªas, el Irangate ha pasado a segundo plano.La Asociaci¨®n para el Mejoramiento de la Gente de Color ha iniciado una campa?a de sensibilizaci¨®n que pretende que la comunidad negra "no retroceda en sus derechos". "Michael Griffith fue apaleado en dos ocasiones y perseguido como un animal por las calles de Queens", seg¨²n la versi¨®n policial de los hechos, y lo m¨¢s extra?o es que sus cazadores eran j¨®venes acostumbrados a convivir con gente de otras razas. Uno de los detenidos, el joven de 17 a?os John Lester, tuvo a principios-de este a?o una novia de raza negra, que ha declarado que "nunca se port¨® mal conmigo". Nadie se explica por qu¨¦ esos j¨®venes pudieron ensa?arse con Griffith de la forma que lo hicieron.
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