M¨¢s sobre Espa?a en la OTAN
LA INFORMACI?N seg¨²n la cual el Gobierno no descarta destinar algunas unidades militares a reforzar las operaciones de la OTAN fuera del territorio espa?ol ha dado lugar a diversas declaraciones (ver EL PAIS de ayer y de hoy). En cualquier caso, lo que parece claro es que el Gobierno teme que se levante el secretismo absurdo en el que se mueven las posiciones espa?olas en las negociaciones sobre nuestra participaci¨®n en las estructuras de la Alianza Atl¨¢ntica. Angustia en particular al Gobierno que se pueda hablar de la eventualidad de la presencia de tropas espa?olas fuera del territorio nacional. Y ello se debe a una causa exclusivamente pol¨ªtica que hace falta discutir a cara descubierta porque nada tiene que ver con temas militares.En el momento del refer¨¦ndum sobre la permanencia de Espa?a en la OTAN, el Gobierno incluy¨® como primer dondicionante de esa permanencia que "la participaci¨®n de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica no incluir¨¢ su incorporaci¨®n a la estructura militar integrada". Pero este concepto de "estructura militar integrada" no figura en los textos oficiales de la OTAN; es una f¨®rmula ambigua utilizada, precisamente por su ambig¨¹edad, en la propaganda del Gobierno. Muchos la interpretaron en el momento del refer¨¦ndum, y la propaganda oficial foment¨® tal comprensi¨®n, en el sentido de una incorporaci¨®n a la francesa. Argumento clave de la campa?a del refer¨¦ndum fue que ninguna fuerza espa?ola actuar¨ªa fuera del territorio nacional. Pero ahora el Gobierno tiene que traducir, al negociar con la OTAN, esa frase ambigua incluida en el refer¨¦ndum en compromisos concretos. Y lo que se sabe ya es que nuestra incorporaci¨®n no tiene nada que ver con la f¨®rmula francesa: estamos en el Comit¨¦ Militar y en el sistema de planeamiento de la OTAN, y asimismo en el Grupo de Planes Nucleares, de los que Francia est¨¢ ausente. Y ahora resulta que no se descarta que tropas espa?olas sean destinadas a misiones de la OTAN fuera del territorio nacional; casi matem¨¢ticamente lo contrario de lo que se dijo en el momento del refer¨¦ndum.
En realidad, la negativa del Gobierno a hablar de modo claro sobre sus prop¨®sitos en lo relativo a las condiciones de nuestra incorporaci¨®n a la OTAN est¨¢ prolongando una discusi¨®n con aspectos superrealistas desde hace varios meses. Ahora el abandono de posiciones que fueron aireadas hace unos meses se lleva a cabo en medio de palabras confusas que en nada pueden contribuir a un debate democr¨¢tico. El Parlamento se halla cada vez m¨¢s netamente descartado de este tipo de problemas, que deber¨ªan constituir, como ocurr e en otros pa¨ªses europeos, una de sus preocupaciones esenciales. La pol¨ªtica espa?ola est¨¢ padeciendo una especie de doble lenguaje, que empez¨® a crearse para lograr la mayor¨ªa del s¨ª en el refer¨¦ndum. Ahora tenemos que afrontar una realidad nada flexible: participamos en una alianza que por su naturaleza misma es militar, y en la que EE UU ejerce una hegemon¨ªa efectiva. Aqu¨ª y ahora, s¨®lo hay un debate de pol¨ªtica espa?ola. Y la cuesti¨®n es sencilla: ?puede el Gobierno respetar las condiciones comprometidas en el refer¨¦ndum en sus negociaciones con la OTAN? No est¨¢n en juego secretos de la OTAN, ni tampoco disquisiciones sobre el sentido de las palabras. Es absurdo creer que se resuelve el debate dando a la palabra integraci¨®n una elasticidad de significados sin fronteras. O pretender que lo m¨¢s importante ahora es distinguir entre estacionar tropas y destinar tropas a operaciones en el extranjero; entre un mando nacional al que nunca se renunciar¨¢ y la posilidad de un control operativo por parte de mandos no espa?oles. No se trata de sem¨¢ntica, sino de pol¨ªtica. Y por eso la sede para discutir estos temas no es la Real Academia, sino el Congreso de los Diputados.
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