El Congreso de EE UU retoma la iniciativa pol¨ªtica
El nuevo Congreso norteamericano, el n¨²mero 100 de la historia de la Rep¨²blica y el primero totalmente en manos de la oposici¨®n dem¨®crata al que se enfrenta Ronald Reagan desde que asumi¨® el poder en 1981, inici¨® ayer sus trabajos en Washington, decidido a retomar la iniciativa pol¨ªtica de una presidencia severamente da?ada por el esc¨¢ndalo del Irangate. Lo primero que hizo el Parlamento fue constituir formalmente dos comisiones especiales que investigar¨¢n la venta secreta de armas a Ir¨¢n y el desv¨ªo de dinero a la contra nicarag¨¹ense, en una instrucci¨®n cara al p¨²blico, tipo Watergate, que los dem¨®cratas quieren que dure hasta el pr¨®ximo oto?o, empalmando con 1988, a?o en que se elegir¨¢ un nuevo presidente.
Horas antes de la constituci¨®n del Congreso, los dem¨®cratas bloquearon la publicaci¨®n de un inf¨®rme del Comit¨¦ de Informaci¨®n del Senado, solicitada por la Casa Blanca, que establece que el presidente probablemente no sab¨ªa nada de los manejos del Irangate. Es una se?al de los tiempos dificiles que se avecinan para Reagan en su relaci¨®n con el Legislativo.El Congreso se enfrentar¨¢ al presidente sobre el presupuesto de 1988, la ¨²ltima oportunidad de Reagan de reducir los enormes d¨¦ficit que ha amasado desde que lleg¨® al poder en 1981 sobre pol¨ªtica exterior, cuyo control tratar¨¢ de arrebatar a la Casa Blanca, fundamentalmente en la ayuda a la contra; sobre las negociaciones de desarme con la URSS, y sobre los temas- comerciales.
El nuevo Congreso tendr¨¢ una ¨²ltima oportunidad para bloquear la entrega de 40 millones de d¨®lares, el mes pr¨®ximo, a los rebeldes antisandinistas, aunque posiblemente no la utilizar¨¢, ya que no cuenta con los dos tercios de los votos para superar un veto presidencial. El rearme del Pent¨¢gono, aunque atenuado en el presupuesto presentado el lunes, sufrir¨¢ un escrutinio m¨¢s intenso que nunca.
El d¨¦ficit comercial, que no cede a pesar de la continua depreciaci¨®n del d¨®lar, ser¨¢ una de las banderas que los dem¨®cratas estiman con capacidad de catapultarles a la presidencia.
La constituci¨®n del Congreso, en el que la oposici¨®n domina en el Senado por 55 esca?os a 45 y en la C¨¢mara de Representantes por 258 diputados dem¨®cratas, frente a 177 republicanos, supone un giro de 180 grados en el juego pol¨ªtico. Reagan, por primera vez en su presidencia, est¨¢ a, la defensiva y tendr¨¢ que jugar con un Congreso dispuesto a rentabilizar al m¨¢ximo el traspi¨¦ iran¨ª y convertirlo en la palanca que coloque a un dem¨®crata en la Casa Blanca.
El nuevo l¨ªder del Senado, el dem¨®crata Robert Byrd (Virginia), que sustituye al republicano Robert Dole, ha afirmado que el asunto iran¨ª ha acabado con la "tiran¨ªa de la popularidad" utilizada hasta ahora por Reagan, que cortocircuitaba al Parlamento e intentaba comunicar directamente con el pueblo norteamericano.
Coincidiendo con la espectacular ca¨ªda de la credibilidad del presidente -que, frustrado, admite: "Los norteamericanos me quieren, pero no me creen"-, las ¨²ltimas encuestas confirman que los ciudadanos, por un margen de dos a uno, confian m¨¢s en el Congreso que en el presidente para dirigir la pol¨ªtica exterior.
Lo nunca visto ocurri¨® el lunes. Para levantar la moral de los abrumados reaganistas, el director de comunicaciones de la Casa Blanca, Patrick Buchanan, convoc¨® el lunes una manifestaci¨®n, frente a la mansi¨®n presidencial, de apoyo "al mejor presidente de la historia".
Pero los dem¨®cratas no tienen tampoco un camino f¨¢cil. Tendr¨¢n que demostrar que son capaces de definir una estrategia pol¨ªtica que acabe con su ambig¨¹edad actual y convertirla en legislaci¨®n. "Si no somos capaces de demostrar en los dos pr¨®ximos a?os que sabemos gobernar, puede significar la derrota en 1988", reconoce un l¨ªder parlamentario de la nueva mayor¨ªa.
El Congreso se convierte as¨ª en un espejo electoral. Una decena de pol¨ªticos en ambos partidos tienen aspiraciones presidenciales y tratar¨¢n de demostrar su capacidad con vistas a las elecciones de 1988.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.