El Rey llama a la prudencia
EL REY, a quien la Constitucion atribuye el mando supremo de las Fuerzas Armadas, describi¨® ayer, en su tradicional discurso dirigido a los ej¨¦rcitos con motivo de la celebraci¨®n de la Pascua Militar, los rasgos que definen el modelo de fuerzas armadas de un pa¨ªs democr¨¢tico. A su vez, el Monarca pidi¨® a los responsables de la pol¨ªtica de seguridad el "rnayor tacto y prudencia" en relaci¨®n a las negociaciones sobre la integraci¨®n de Espa?a en la OTAN y la reducci¨®n de la presencia militar norteamericana en nuestro pa¨ªs.Don Juan Carlos agradeci¨® a los tres Ej¨¦rcitos su "generoso reconocimiento de las necesidades de reforma, de reorganizaci¨®n, de reestructuraci¨®n o de reducci¨®n", aceptando disciplinadamente los eventuales inconvenientes "que cada uno pueda experimentar en un momento dado", en aras de la adecuaci¨®n de las Fuerzas Armadas al "modelo que el Estado y la sociedad requieren". Frente a la mentalidad intervencionista que caracteriz¨® al Ej¨¦rcito espa?ol a lo larg¨® de 150 a?os, las Fuerzas Armadas deben volcarse en la consecuci¨®n de una "operatividad real para hacer posible su misi¨®n de defender militarmente a Espa?a, desprendi¨¦ndose de motivaciones ajenas a la profesi¨®n de las armas".
Ese ideal de ej¨¦rcito democr¨¢tico, que "sin exclusivismos ni cerrados criterios comparte sus valores con todos los espa?oles y se identifica con ellos", se contrapone al modelo de un ej¨¦rcito endog¨¢mico, alejado de los sentimientos y mentalidad de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y que con frecuencia sustituy¨® su misi¨®n de defensa nacional por la de defensa frente a la naci¨®n.
Conforta por ello o¨ªr al responsable del mando supremo de las Fuerzas Armadas identificar el "amor a Espa?a" (tantas veces esgrimido falazmente para justificar comportamientos reaccionarios),con la "defensade Espa?a como naci¨®n, de la democracia como instrumento esencial para la convivencia de los espa?oles y de servicio al pueblo del que los propios Ej¨¦rcitos forman parte".
Pero Don Juan Carlos abord¨® tambi¨¦n, en presencia del presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y los mandos supremos de las Fuerzas Armadas, algunos de los m¨¢s acuciantes problemas de nuestra seguridad y defensa, como los derivados de la negociaci¨®n en curso respecto a nuestra integraci¨®n en la Alianza Atl¨¢ntica. Esas negociaciones requieren, seg¨²n el Rey, "hacer gala del mayor tacto y prudencia", teniendo en cuenta "las circunstancias que en nosotros concurren" y buscando siempre "el equilibrio entre el mantenimiento de nuestra dignidad nacional y la atenci¨®n a compromisos u obligaciones internacionales". El toque de atenci¨®n no puede pasar desapercibido en unos momentos en que las negociaciones sobre la participaci¨®n espa?ola en la defensa occidental est¨¢n dando motivo a rebrotes, desde horizontes muy diversos, de una ret¨®rica nacionalista, tan anacr¨®nica como contradictoria con la realidad de un mundo en el que conceptos como el de soberan¨ªa nacional, tal como se entend¨ªan hasta hace unas d¨¦cadas, han entrado en crisis.
Independientemente de las voluntades y de los sueflos, es evidente que el problema de la defensa no puede plantearlo el Gobierno en t¨¦rminos que prescindan de la realidad de un mundo dividido en bloques -por uno de los cuales el Gobierno ha optado-,y amenazado por el poder nuclear. La advertencia del Rey ha venido a coincidir con unas declaraciones del presidente del Gobierno en las que ha cifrado en unos 10.000 millones de pesetas el coste anual de la reducci¨®n de efectivos norteamericanos en Espa?a. Gonz¨¢lez reconoci¨® que las negociaciones sobre la reducci¨®n de la presencia norteamericana y la relacionada con la participaci¨®n en las estructuras operativas de la OTAN presentan espacios comunes y,son en la pr¨¢ctica unas negociaciones a tres bandas.
El confusionismo que presidi¨® el debate sobre las modalidades de la integraci¨®n espa?ola en la Alianza Atl¨¢ntica, en el que fijeron m¨¢s, determinantes las consideraciones de pol¨ªtica interior que las propiamente relacionadas con la pol¨ªtica internacional y de seguridad, est¨¢ lastrando el debate actual, al cual sigue falt¨¢ndole la trasparencia necesaria. Y sigue siendo imposible conocer exactamente de qu¨¦ modo el Gobierno se dispone a cumplir los compromisos a los que se someti¨® en el momento del refer¨¦ndum para permanecer o no en la Alianza Atl¨¢ntica.
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