EI problema de la droga
Agradezco al senador Octavio Granado su atenci¨®n a mi art¨ªculo y la razonada expresi¨®n de su disconformidad. Sin embargo, su forma de argumentar tampoco resulta del todo convincente. Para demostrar que mis opiniones son "carentes de sentido" anuncia que va a acudir al caso de las drogas legales; y acto seguido comienza: "Hablar del alcoholismo como un problema de salud personal... "'. Que yo sepa, el alcoholismo no es una droga, sino una dolencia producida por el abuso en la ingesti¨®n de alcohol; del mismo modo que los accidentes de circulaci¨®n no son un tipo de autom¨®viles. Millones de personas beben alcohol sin ser alcoh¨®licas o conducen autom¨®viles sin tener, ni mucho menos buscar, accidentes de tr¨¢fico. Para que su argumentaci¨®n demostrara el sinsentido de la m¨ªa, el senador Granado deber¨ªa probarme:a) Que del alcohol no se deriva ning¨²n efecto positivo, salvo los males del alcoholismo.
b) Que los males sociales que trae el alcohol ser¨ªan menores si ¨¦ste se prohibiera. La historia de los a?os treinta en Chicago no juega a su favor.
Me recuerda el se?or senador que el alcoholismo -y supongo, por extensi¨®n, que los efectos nocivos de otras sustancias- no es s¨®lo problema de salud personal, pues tiene efectos en terceros: accidentes, crisis familiares, malos tratos de ni?os, etc¨¦tera. Apliquemos la misma argumentaci¨®n, por ejemplo, al adulterio. Es evidente que el adulterio, fruto de una libre decisi¨®n personal (aunque quiz¨¢ inducida por ciertos telefilmes o la lectura acr¨ªtica de Ana Karenina), tiene efectos sociales: crisis familiares, malos tratos, asesinatos, suicidios y hasta absentismo laboral injustificado.
Por ello, ciertos reg¨ªmenes -el franquista, sin ir m¨¢s lejos- decidieron considerarlo un delito y penarlo con la c¨¢rcel. ?Acaso la salud moral de la poblaci¨®n no es tambi¨¦n asunto p¨²blico? Y pregunto yo: ?no deber¨ªa el se?or senador, para ser coherente, penalizar las desviaciones de la salud moral tanto como las de la f¨ªsica, o resignarse a tolerar socialmente la libertad -y, por tanto, el riesgo de libertinaje- en ambos casos?
A mayor liberalizaci¨®n, dice Granado, mayor y mejor oferta, y, por tanto, mayor demanda. Tambi¨¦n, deber¨¢ reconocer, menor riesgo de adulteraciones, menos morbo l¨²gubre por la transgresi¨®n, menos extorsi¨®n econ¨®mica, m¨¢s posibilidades de informaci¨®n y uso regulado, menos je- ringuillas multiuso envenenadas de SIDA. ?Le parece mal todo esto? Al ir a determinar cual es el mal menor en este caso, ?se consultar¨¢ a las personas que quieren tomar droga, o s¨®lo se escuchar¨¢ a los dignos ciudadanos que se oponen a su consumo? Como ver¨¢ el se?or Granado, yo tambi¨¦n estoy convencido de que la cuesti¨®n es algo m¨¢s compleja que las simplezas habitualmente vigentes.-
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