Mar¨ªa Esther Guzm¨¢n Blanco

Mar¨ªa Esther Guzm¨¢n Blanco demostr¨® la primera semana de enero que ser mujer y contar con 19 a?os de edad no son obst¨¢culos para hacerse con el primer premio del Certamen Internacional de Guitarra Andr¨¦s Segovia. En este prestigioso certamen que se ha celebrado en Almu?¨¦car (Granada) han participado, tras un riguroso y eliminatorio an¨¢lisis de curr¨ªculos, 10 concursantes. De ellos, Mar¨ªa Esther era la ¨²nica mujer. El m¨¢s joven de los nueve hombres que participaron es seis a?os mayor que ella.

Mar¨ªa Esther es due?a de siete guitarras, de las que s¨®lo una de ellas, La Rubia, tiene nombre propio. Este instrumento, de incalculable valor sentimental, con el que se estren¨® El concierto de Aranjuez, es un Santos Hern¨¢ndez del a?o 1934 que perteneci¨® a Regino Sainz de la Maza. La cosa fue que "do?a Am¨¦rica", la profesora de Mar¨ªa Esther que fuera disc¨ªpula de Regino, le inculc¨® la admiraci¨®n por el maestro, y en uno de los homenajes que Mar¨ªa Esther le ha dedicado, Carmen Sainz de la Maza, hija suya, emocionada, le regal¨® La Rubia tras ver c¨®mo tocaba la guitarra.El instrumento qued¨® en buenas manos y Mar¨ªa Esther lo mima, y, como a sus otras guitarras, lo toca cada poco, "para que no pierda el sonido". Buena parte de las 800.000 pesetas de la dotaci¨®n del Andr¨¦s Segovia la va a dedicar Mar¨ªa Esther a la adquisici¨®n de otra guitarra que dice que ser¨¢ a¨²n mejor que la que ha compartido el premio con ella.

Sin duda tendr¨¢ a punto su polecci¨®n, porque un tercio de su vida, de seis a siete horas todos los d¨ªas del a?o, lo dedica Mar¨ªa Esther a tocar, cosa que "nunca he tomado como una obligaci¨®n, sino m¨¢s bien como un juego".

Lo que quiere es ser concertista, porque "la composici¨®n no me llama la atenci¨®n". Contra lo que pudiera pensarse, no escucha mucha m¨²sica de guitarra. Segovia, "el maestro", le dijo hace ya siete a?os que no era conveniente, a fin de conseguir un estilo propio. Nada m¨¢s lejos de ella que desaprovechar un consejo de "el maestro".

Cuando Mar¨ªa Esther abraz¨® por primera vez una guitarra -la familia de su madre cuenta con numerosos antecedente musicales- ten¨ªa tres a?os Con cuatro dio su primer concierto en p¨²blico, y "como me daba miedo de los aplausos, alguien ten¨ªa que acompa?arme al escenario". A esa edad tambi¨¦n jugaba con mu?ecas, y seg¨²n le cuenta su madre las distribu¨ªa a su alrededor y las obsequiaba con un concierto.

Con ocho a?os pisaba el conservatorio y con 17 acababa la carrera de guitarra. Desde entonces hasta ahora ha ganado varios concursos, innumerables aqu¨ª por la brevedad de esta semblanza, y, entre concierto y concierto, ha impartido clases en el conservatorio de Sevilla durante dos cursos. Pero con la pedagog¨ªa le ocurre casi igual que con la composici¨®n, que no termina de convencerle. Ahora lo que le interesa es seguir aprendiendo y "tener muchos maestros para quedarme con lo que m¨¢s interesa de cada uno".

Para ser buen int¨¦rprete no cree preciso un historial tan precoz como el suyo. Y ejemplifica con uno de sus compa?eros, un ex rockero que lleg¨® al conservatorio con 18 a?os y ahora es un virtuoso del la¨²d barroco. Tras la gesta de hacerse con el Andr¨¦s Segovia dice que no es m¨¢s feminista que antes; s¨®lo "lo normal".