Cig¨¹e?as

No es que vaya uno a refugiarse de viejo en el art¨ªculo de la casta?era, de la cig¨¹e?a o de los traperos. No es que vayamos a cerrar as¨ª el bucle profesional terminando por donde otros empezaron. Es que las casta?eras, las cig¨¹e?as y los traperos se han vuelto subversivos. Y ya saben ustedes que se llevan los art¨ªculos subversivos. Las casta?eras van pasando del gremialismo al sindicalismo y en este enero recargan el cucurucho con el IVA. Los traperos ya no son traperos, sino lumpemproletariat, aunque entre sus trapos y libros viejos no hayan encontrado uno de Marx, que a Marx no lo tira nadie. Y en cuanto a las cig¨¹e?as, las albas cig¨¹e?as ("albas" tambi¨¦n porque llegan al alba), parece que quieren sindicarse como las putas. Concretamente , el Ayuntamiento de Madrid ha tenido que aprobar esta semana, un programa en el que se invertir¨¢n dos millones destinados a "reintroducir cig¨¹e?as blancas" en zonas de la periferia. Si las cig¨¹e?as exigen/eligen volver es porque primero se las desahuci¨® con la contaminaci¨®n, los derribos y los rascacielos. Es como un ¨²ltimo y sutil decreto introducido por la mano intemporal de Tierno, o por la mano fiel de Barranco, este papel en beneficio de las cig¨¹e?as. Dentro de tan delicado y desconcertante mandato, lo que m¨¢s le desconcierta a uno es eso de que las cig¨¹e?as sean precisamente "blancas". ?Es que hay ciguenas verdes y chagallianas? ?Y c¨®mo impedir, y por qu¨¦, la llegada de cig¨¹e?as pardas a las torres mil del Madrid gentil de los cronistas, que ya casi no queda? Pero dej¨¦moslo as¨ª, si as¨ª os parece. Lo postnov¨ªsimo es esto: un Madrid con cig¨¹e?as samanianas y relojes de torre, una Puerta del Sol con farolas isabelinas/isabelonas firmadas en hierro por la propia do?a Isabel II, un enero de casta?eras de Mingote (que han entrado todas con ¨¦l en la Academia) y traperos de Castillo-Puche (que se han quedado todos con ¨¦l, fuera de la Academia). Lo postnov¨ªsimo, en fin, ya se sabe, la privacidad, el redescubrimiento argumental de la vida sin argumento, el discurso cotidiano de lo no discursivo ni co?azo.Con las cig¨¹e?as vuelve Larra, ahora conmemorado, y que no era mal cig¨¹e?o. Pero la reivindicaci¨®n de las cig¨¹e?as es tambi¨¦n un triunfo postindustrial contra los cig¨¹e?ales, que ya no caben en la calle. As¨ª, m¨¢s que sentimental, la vuelta protegida de las cig¨¹e?as es laboral, sindical. Es el respeto a las minor¨ªas mayoritarias e incluso minoritarias: eso de que tanto se habla en Casa F¨¦lix Pons. Las cig¨¹e?as son un partido ecol¨®gico y trashumante, como todos los del Grupo Mixto, que primero perdieron los campanarios y luego el Coto de Do?ana. Las cig¨¹e?as, como las putas, hacen m¨¢s ciudad a la ciudad. Y m¨¢s poeta al ciudadano.