"S¨ª, los pa¨ªses ricos explotan a los pobres"
Contrariamente a lo que afirma Donges, el orden econ¨®mico internacional (OEI) creado en la posguerra discrimin¨® efectiva mente a los pa¨ªses subdesarrollados. Su dise?o, realizado por los principales pa¨ªses industrializa dos bajo la hegemon¨ªa de Esta dos Unidos, conllevaba el su puesto de que el crecimiento de los pa¨ªses centrales o industrializados arrastrar¨ªa a los pa¨ªses subdesarrollados al crecimiento econ¨®mico (la conocida tesis de la locomotora). De ah¨ª que se ex tendiese asimismo la equ¨ªvoca expresi¨®n de "pa¨ªs en desarrollo", en lugar de pa¨ªs subdesarrollado. Cualquier estudiante de econom¨ªa sabe que el subdesarrollo es esencialmente una estructura econ¨®mica interna desarticulada y extravertida, incapaz de sustentar y cohesionar suficientemente un proceso de crecimiento econ¨®mico sostenido y equilibrado.Las econom¨ªas subdesarrolladas no son homog¨¦neas y, desde luego, no responden a la visi¨®n ideol¨®gica y ahist¨®rica que afirma que dichas econom¨ªas se encuentran recorriendo el camino o las etapas del desarrollo seguido ya por los hoy pa¨ªses desarrollados. Estos pa¨ªses desarrollados no conocieron jam¨¢s las circunstancias que hoy condicionan y coartan el desarroll¨® de los pa¨ªses subdesarrollados. As¨ª, por ejemplo, nunca las econom¨ªas de aquellos pa¨ªses estuvieron interpenetradas y desarticuladas por un capital transnacional como hoy ocurre en los pa¨ªses subdesarrollados.
Desconocimiento
Donges comete, pues, una notable imprecisi¨®n cient¨ªfica y una aproximaci¨®n al tema del subdesarrollo econ¨®mico que precisamente le impedir¨¢ conocerlo como fen¨®meno diferenciado del simple "atraso".
Afirma Donges que "el crecimiento econ¨®mico en el Tercer Mundo ha sido siempre m¨¢s r¨¢pido que en los pa¨ªses industriales", y se apoya en los conocidos datos sobre los ritmos de crecimiento del producto interior bruto (PIB) durante el per¨ªodo 1960-1973, que fueron, en efecto, m¨¢s altos en el mundo subdesarrollado en su conjunto que en los pa¨ªses industrializados, aunque para ello haya que contabilizar conjuntamente a los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo y a los de reciente e intensa industrializaci¨®n con los m¨¢s desfavorecidos de Asia, ?frica o Am¨¦rica.
As¨ª, si se toman otros datos, como, por ejemplo, los de Am¨¦rica Latina en el per¨ªodo 19811985, se ver¨¢ que, contrariamente, se produce una ca¨ªda muy generalizada del PIB, que en conjunto es, para ese per¨ªodo, de - 1 % para Am¨¦rica Latina y el Caribe, excluyendo Cuba y Brasil.
Al se?or Donges le ser¨¢ molesto intentar explicar que esa ca¨ªda acumulada del ritmo de crecimiento del PIB para dicho per¨ªodo 1981-1985 sea en Argentina de - 11,8%, y en Uruguay de - 15,7%, pa¨ªses que han conocido en el reciente pasado las experiencias neoliberales de la pol¨ªtica econ¨®mica tan querida a nuestroanalista, y que tan adversas consecuencias, ha supuesto para los pa¨ªses del Cono Sur, con una destrucci¨®n flisica de la planta industrial y una ca¨ªda del coeficiente de inversi¨®n productivo de tal magnitud que comprometen muy seriamente el futuro y el presente inmediato de estos pa¨ªses.
Hay estad¨ªsticas para todo. Pero cuando Donges compara datos estad¨ªsticos relativos a pa¨ªses con situaciones estructurales distintas est¨¢ incurriendo nuevamente en una aproximaci¨®n ahist¨®rica e incorrecta del tema en cuesti¨®n, ya que no tiene en cuenta la distinta conformaci¨®n interna y el contexto institucional diferenciado y condicionante del subdesarrollo.
Ritmo de crecimiento
Adem¨¢s, la rapidez del ritmo de crecimiento no es sin¨®nimo de avance hacia el desarrollo, sino que bien puede reflejar ¨²nicamente un en¨®meno coyuntural de la buena marcha de los negocios del capital transnacional localizado en algunos de los pa¨ªses o enclaves de nueva industrializaci¨®n en el mundo subdesarrollado, como los que cita Donges, de crecimiento con ¨¦xito, y en los que se relocaliz¨® una parte de la actividad productiva mundializada, aprovechando -entre otras ventajas- la posibilidad de pagar salarios muy inferiores a los de los pa¨ªses industrializados, y con niveles de muy d¨¦bil defensa sindical, con un amplio excedente de mano de obra.
Aunque al se?or Donges le moleste quiz¨¢ el escuchar c¨®mo se denomina a todo esto, en castellano utilizamos, en efecto, las palabras explotaci¨®n o sobreexplotaci¨®n.
El desarrollo no es tampoco el crecimiento m¨¢s r¨¢pido de cualquier tipo de producci¨®n; depende de qu¨¦ productos, de c¨®mo ello incide en el medio, y de c¨®mo este tipo de crecimiento m¨¢s r¨¢pido logra, o no, cohesionar la estructura productiva interna, para favorecer la autonom¨ªa nacional y equidad social.
En los principales n¨²cleos de investigaci¨®n del mundo se libra hoy un amplio debate acerca de si el cambio tecnol¨®gico est¨¢ generando ondas de largo alcance capaces de impulsar un nuevo horizonte de expansi¨®n econ¨®mica, o si corresponde a una tendencia m¨¢s coyuntural y de menor dinamismo. Pero, sea cual sea la realidad sobre esta crucial cuesti¨®n, lo cierto es que se ha alterado el mecanismo de arrastre de las econom¨ªas,del mundo subdesarrollado. Esto es, ya no es posible afirmar que una tasa de expansi¨®n sostenida de los pa¨ªses de la OCDE llevar¨¢ consigo un crecimiento firme de los intercambios entre el Norte y el Sur, como en los a?os sesenta y setenta. Las cifras demuestran que ha aumentado la importancia del intercambio comercial, financiero, tecnol¨®gico y de inversiones extranjeras entre EE UU, Europa occidental y Jap¨®n, en detrimento de las relaciones con la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses subdesarrollados. Por otra parte, incurre tambi¨¦n Donges en el conocido t¨®pico que adjudica al excesivo crecimiento demogr¨¢fico del mundo subdesarrollado la causa de sus males.
El m¨¢s alto crecimiento vegetativo de la poblaci¨®n en el Tercer Mundo es un fact¨®r real que agrava las circunstancias del subdesarrollo, pero que en absoluto las explica.
Con una ignorancia que ya parece alarmante, o al menos provocadora, Donges identifica las exigencias planteadas desde el mundo subdesarrollado respecto al nuevo orden econ¨®mico internacional (NOEI) con la petici¨®n de una burocracia supranacional (!).
Como es bien conocido, el NOEI no consiste en eso, sino en una relaci¨®n distinta a la que actualmente integra, de modo desigual y adverso, al mundo subdesarrollado en la estructura econ¨®mica mundial, y que permite, por poner s¨®lo un ejemplo, que los pa¨ªses latinoamericanos sean en estos momentos exportadores netos de capitales al mundo industrializado (m¨¢s de 106.000 millones de d¨®lares entre,1982 y 1985), por causa de los intereses del servicio de la deuda y las utilidades obtenidas por la inversi¨®n extranjera.
Los ide¨®logos del liberalismo econ¨®mico tienen todo el derecho del mundo a postular sus opiniones pero al menos podr¨ªa rog¨¢rseles un mayor esfuerzo intelectual para no trivializar problemas como este del subdesarrollo econ¨®mico, que en ¨²ltima instancia est¨¢ condicionando la vida misma de la mayor¨ªa de los habitantes del planeta, y que merecen comentarios m¨¢s rigurosos que los que nos ofrec¨ªa el vicepresidente del Instituto de Econom¨ªa Mundial de Kiel.
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