Res¨ªduos radiactivos en medio de la ciudad

LA REVELACI?N (en EL PAIS del 3 de febrero) de que en las instalaciones de la Junta de Energ¨ªa Nuclear (JEN), en la Ciudad Universitaria de Madrid, se hallan depositadas m¨¢s de 100 toneladas de residuos radiactivos de baja y media actividad y otras sustancias altamente t¨®xicas, constituye una noticia lo suficientemente preocupante como para esperar que no sea despachada con las habituales lamentaciones sobre los riesgos inherentes a toda actividad humana relacionada con el progreso cient¨ªfico o tecnol¨®gico. Especialmente cuando la naturaleza pr¨¢ctica, y no meramente te¨®rica, del problema es puesta de manifiesto por la realidad de sendos accidentes, en 1970 y en 1984, en las citadas instalaciones.En el primero de esos accidentes -cuya existencia se mantuvo en secreto hasta que fue desvelada por la Prensa, meses m¨¢s tarde-, 300 litros de l¨ªquidos altamente contaminantes almacenados en las instalaciones de la JEN fueron a parar a la red de alcantarillado de Madrid y, airav¨¦s de ella, a los cauces de tres r¨ªos de la comarca. M¨¢s de 300 barriles con lodo y productos agr¨ªcolas recogidos en las vegas de esos r¨ªos hubieron de ser almacenados en el cementerio nuclear de El Cabril, en C¨®rdoba, donde contin¨²an todav¨ªa hoy. El deterioro de los envases oblig¨®, hace nueve meses, a un reforzamiento de los bidones. El segundo accidente, tambi¨¦n por un escape de l¨ªquidos contaminantes, se produjo en 1984, y sus efectos fueron de escasa gravedad, no obstante lo cual tambi¨¦n se tard¨® m¨¢s de dos meses en facilitar informaci¨®n oficial.

Este secretismo contrasta con la actitud mantenida por el Gobierno espa?ol en relaci¨®n a los vertidos de residuos radiactivos al mar. En 1985, Espa?a consigui¨® que fuera aprobada por la Convenci¨®n de Londres -que agrupa a 61 pa¨ªses- una resoluci¨®n, presentada por nuestros representantes, por la que se establec¨ªa una moratoria en los vertidos de materiales radiactivos de baja y media actividad "en tanto no se demostrase la inocuidad de tales materiales". En la pr¨¢ctica, seg¨²n se confirm¨® en una reuni¨®n de la citada Convenci¨®n celebrada en octubre pasado, se trata de una moratoria sine die. La aprobaci¨®n de la resoluci¨®n fue saludada como una victoria de la representaci¨®n espa?ola. Sorprende por ello el contraste entre la oposici¨®n a los vertidos marinos y la relativa pasividad ante los problemas planteados por el almacenamiento en tierra de esos mismos residuos, cuya inocuidad dista de estar demostrada. No se, entiende por qu¨¦ son inadmisibles los cementerios nucleares en el oc¨¦ano, a gran profundidad, y admisibles ' en el centro de una populosa ciudad. El reiteradamente anunciado Plan de Residuos Radiactivos sigue pendiente de aprobaci¨®n.

Un real decreto de julio de 1984 autoriz¨® la constituci¨®n de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), participada en un 80% por la JEN y en un 20% por el INI, y cuya misi¨®n se defin¨ªa como la de "gestionar el acondicionamiento, transporte, almacenamiento definitivo y posterior control y vigilancia" de ese tipo de residuos, de tal manera que "de su realizaci¨®n no se deriven da?os para las personas ni para el medio ambiente y que se minimice la hipoteca a las generaciones futuras". ENRESA est¨¢ encargada de realizar un estudio geol¨®gico orientado a la localizaci¨®n de las zonas del territorio nacional m¨¢s adecuadas para la ubicaci¨®n de sendos centros de almacenamiento de residuos de alta y de baja y media radiactividad, respectivamente.

Mientras tanto, 130 toneladas de residuos contaminantes siguen almacenados en una ciudad de cerca de cuatro millones de habitantes. En un radio de tres kil¨®metros en torno a la JEN reside medio mill¨®n de personas. La ley exige la existencia de planes espec¨ªficos de protecci¨®n civil en todas las zonas poblacionales situadas en las inmediaciones de instalaciones nucleares. La elaboraci¨®n de un plan de esa naturaleza fue aprobado por el Ayuntamiento de Madrid hace ocho meses, pero, seg¨²n acaban de denunciar los concejales comunistas del municipio de la capital, hoy es el d¨ªa en que ninguna iniciativa concreta en tal sentido ha sido adoptada. Si se recuerda que en Espa?a existen decenas de instalaciones que utilizan energ¨ªa nuclear y se toma en consideraci¨®n el hecho de que experiencias como la de Chernobil y otras demuestran que el fallo humano es posible cualquiera que sea la sofisticaci¨®n de la tecnolog¨ªa aplicada, habr¨¢ de concluirse que la preocupaci¨®n de los ciudadanos est¨¢ m¨¢s que justificada. Y que esa preocupaci¨®n no depende de la actitud filos¨®fica que frente al progreso tecnol¨®gico en general, y la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear en particular, adopte cada cual. Sino de la existencia de un riesgo que ser¨ªa insensato ignorar.