El negocio de las armas
LA VENTA de armas espa?olas a pa¨ªses en conflicto, como Ir¨¢n e Irak, a trav¨¦s de otros pa¨ªses que han actuado como intermediarios (v¨¦ase EL PA?S de ayer) plantea toda clase de interrogantes sobre el comportamiento del Gobierno en este terreno. En respuesta a las preguntas del diputado del CDS y ex ministro de Defensa con UCD Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, el Ejecutivo ha negado haber autorizado tales ventas, pero altos cargos del Ministerio de Defensa han reconocido, que hasta el mes de mayo de 1986 -poco despu¨¦s de los bombardeos norte americanos de Tr¨ªpoli y Bengasi y la adopci¨®n de sanciones por la CE contra Libia- fueron autorizadas exportaciones de armas a dicho pa¨ªs norteafricano por importe de 280 millones de d¨®lares (unos 36.000 millones de pesetas) y cuyo destino final era Ir¨¢n.Espa?a est¨¢ en condiciones de fabricar armamento moderno, incluyendo componentes de las armas m¨¢s sofisticadas. Si se quiere limitar la dependencia exterior en materia de aprovisionamiento armament¨ªstico, nuestro pa¨ªs no tiene otro remedio que utilizar su capacidad tecnol¨®gica en ese terreno: A su vez, para que una industria militar nacional resulte viable desde el punto de vista econ¨®mico, es necesario exportar una parte importante de la producci¨®n. La creciente competencia internacional, en particular de pa¨ªses con mano de obra m¨¢s barata, como Brasil o Corea del Sur, fuerza a buscar compradores en todo el mundo, aprovechando los huecos producidos en el mercado. Esos huecos se producen de manera preferente en las zonas en que existe un conflicto b¨¦lico, real o potencial. Exportar armas significa tambi¨¦n contribuir a la guerra. En este terreno es ineludible la confrontaci¨®n con la conciencia ¨¦tica de los ciudadanos, y tambi¨¦n con las proclamas oficiales.
A comienzos de la d¨¦cada, el grado de dependencia de Espa?a en renovaci¨®n de armamento se cifraba en torno al 70%. Actualmente se estima inferior al 40%, y, seg¨²n planes expuestos por el Ministerio de Defensa, el Gobierno aspira a reducir ese porcentaje al 10% a fines de los ochenta. Las inversiones en investigaci¨®n y desarrollo se han incrementado este a?o en un 50%, estim¨¢ndose en m¨¢s de 15.000 millones de pesetas la cantidad que se gastar¨¢ en este cap¨ªtulo a lo largo de 1987. Tal cifra queda todav¨ªa muy lejos de las empleadas en pa¨ªses como Francia o el Reino Unido, que destinan m¨¢s del 10% de sus presupuestos de defensa a programas de investigaci¨®n y planes de desarrollo tecnol¨®gico militar (en Espa?a alcanzan apenas el 2%). Con todo, Espa?a ha pasado del puesto 122 al 82 en la clasificaci¨®n de pa¨ªses exportadores de armas.
Nuestro pa¨ªs suministra armas a m¨¢s de medio centenar de naciones, casi todas del norte de ?frica y ¨¢rea de Oriente Pr¨®ximo (45%) y Am¨¦rica Latina (50%), siendo los principales clientes Marruecos, Panam¨¢, M¨¦xico y Jordania. Existen pruebas, sin embargo, de que gran parte del material supuestamente vendido a este ¨²ltimo pa¨ªs ha tenido como destino final Irak, del mismo modo que Libia -como Siria- hizo de intermediaria en relaci¨®n a Ir¨¢n. El Gobierno espa?ol ha establecido la prohibici¨®n de la venta de armas a Ir¨¢n, Irak, Libia, Sur¨¢frica, Siria, Taiwan, Chile, Paraguay, Vietnam, Albania, Mongolia, Corea del Norte y todos los Estados del Pacto de Varsovia. Una junta interministerial con representantes de Asuntos Exteriores, Defensa e Industria regula la expedici¨®n de las autorizaciones correspondientes. Pero en ocasiones han trascendido divergencias entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y los otros dos. Como se muestra ahora y se demostr¨® en el caso de Chile, las prohibiciones no se respetan. No las respetan las propias empresas p¨²blicas dependientes del Gobierno y los fabricantes de armamento.
"La b¨²squeda de la paz, el desarme y la distensi¨®n" y "la defensa de los derechos humanos" constitu¨ªan los dos ejes inspiradores de la pol¨ªtica exterior propugnada por los socialistas en 1982. La guerra de Ir¨¢n e Irak se ha cobrado ya varios cientos miles de muertos. El argumento de la necesidad de conquistar una mayor independencia en materia de armamento se completa con el de que lo que no venda Espa?a ser¨¢ vendido por otros pa¨ªses. Ambos argumentos tienen peso, y ser¨ªa ingenuo ignorarlo. Pero ello no significa que no quede otra salida que resignarse.
Varios partidos de la oposici¨®n solicitaron ayer formalmente la constituci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la venta de armas por Espa?a. Un debate abierto sobre la cuesti¨®n es imprescindible si se quiere acabar con el deliberado oscurantismo que la rodea. No se aduzcan motivos de seguridad nacional. No basta criticar la actitud del Gobierno norteamericano. Tambi¨¦n hay aqu¨ª un peque?o -?o grande?- Irangate. El Gobierno tiene la obligaci¨®n de hablar y los ciudadanos el derecho de saber.
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