Gritos de "torero, torero" despidieron a Butrague?o
Ruido s¨ª que hubo anoche en el estadio Bernab¨¦u porque siete goles tienen que producirlo por fuerza. Las nueces del buen juego no se repartieron con tanta profusi¨®n, pero una de ellas, que coincidi¨® con el ¨²ltimo tanto, justific¨® cuanto hubiera que justificar. La acci¨®n de Butrague?o, que eludi¨® a varios contrarios con exquisita habilidad antes de introducir con mimo el bal¨®n en la red, caus¨® aut¨¦ntica sensaci¨®n. Su genialidad se recordar¨¢ durante mucho tiempo o quiz¨¢ no se olvide. Los gritos de "?torero, torero!" y los pa?uelos blancos festejaron su diana sobrera.
El Real Madrid s¨®lo se luci¨® a r¨¢fagas, pero lo cierto es que sus (destellos intermitentes obtuvieron una rentabilidad cercana al ciento por ciento. Una goleada la suya, m¨¢xime con el estrambote supremo de Butrague?o, acalla cualquier cr¨ªtica posible. Sin embargo, los pupilos de Leo Beenhakker anduvieron bastante despistados durante la segunda fase del primer per¨ªodo y la primera del segundo. Apenas dos pases certeros de Michel en el curso de un minuto, del 43 al 44, les permitieron retirarse en el intermedio con la tranquilidad de tener la eliminatoria resuelta, un sosiego que despu¨¦s no perdieron por la impericia de sus rivales para rubricar sus bien trenzados avances.
El C¨¢diz, con el impacto tempranero de Butrague?o y la rebeld¨ªa ante lo que consideraba una injusticia, por cuanto el delantero madridista hab¨ªa iniciado su correr¨ªa en posici¨®n dudosa, como acicates, desech¨® en seguida cualquier t¨¢ctica conservadora, especulativa, y se decidi¨® a pisar con encomiable reiteraci¨®n las cercan¨ªas de Buyo. Ni siquiera le descorazon¨® que Villa, tras un yerro de Chendo, no pudiera superar al portero gallego casi inmediatamente despu¨¦s del tanto recibido. Laboriosamente, con m¨¢s tenacidad que suficiencia, fue dejando ver sus poderes, entre ellos los de su debutante, el uruguayo Carrasco, buen dominador de la bola como cualquier jugador suramericano que se precie. As¨ª, buscando, se encontr¨® con el penalti tal vez innecesario de Gallego y con la doble ¨²nica diana de Montero y M¨¢gico Gonz¨¢lez.
Manuel Cardo, el t¨¦cnico del C¨¢diz, opt¨® en la segunda parte, tras el golpe brutal del par de goles psicol¨®gicos de Hugo S¨¢nchez cuando menos los esperaba, por adelantar las posiciones de Carrasco y M¨¢gico Gonz¨¢lez, quienes, ante las concesiones de marcaje que se les hac¨ªan, demostraron su facilidad para los servicios en profundidad. Pero Villa no es tuvo afortunado en dos ocasiones pintiparadas -en la primera de ellas incluso regate¨® a Buyo, pero despu¨¦s no atin¨® a la red sino al larguero- y el salvadore?o Gonz¨¢lez estrell¨® otra en las manos de aqu¨¦l.
La cuerda gaditana, tanto como se hab¨ªa estirado, no pod¨ªa dar m¨¢s de s¨ª. Y el equipo madrile?o, poco a poco, se fue entonando, aunque el reactivo tuviera que ponerlo el mexicano Hugo S¨¢nchez retrocediendo hasta la zona ancha para ordenar el juego que sus centrocampistas no ordenaban. Dos pases suyos, largos y en diagonal, crearon ambiente en sus compa?eros y una muestra m¨¢s de la raza futbol¨ªstica que caracteriza a Gordillo dio pie a la consecuci¨®n del cuarto tanto madridista.
Bajada definitivamente la guardia del adversario, el Real Madrid se movi¨® con comodidad e hilvan¨® varias jugadas meritorias. En una de ellas, Michel, revolvi¨¦ndose en el ¨¢rea, logr¨® el quinto gol, ¨¦se que nunca es malo. Esta vez, parad¨®jicamente, no se pudo comparar con el sexto.
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