Cuando la revoluci¨®n se vuelve una amenaza
La pol¨ªtica sovi¨¦tica en el golfo P¨¦rsico durante la d¨¦cada pasada ha sido una mezcla de planificaci¨®n estrat¨¦gica y azar, de dise?o a largo plazo y reacci¨®n ante el caos. Los planes del Kremlin han tenido grandes avances y retrocesos. La Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ tan empantanada en Ir¨¢n como Estados Unidos Pero los sovi¨¦ticos han conseguido bazas en el interior del pa¨ªs y las han lanzado a la riada de impredecibles luchas intestinas. El resultado ha sido la consecuci¨®n de una fuerte facci¨®n prosovi¨¦tica en los c¨ªrculos dirigentes. Si Estados Unidos se queda mano sobre mano, esa facci¨®n puede llegar a ser la dominante.En Ir¨¢n, la Uni¨®n Sovi¨¦tica tambi¨¦n ha intentado hacerse amigos e influir en los enemigos mediante la venta de armamento. Las primeras entregas se produjeron durante los primeros d¨ªas de la guerra, cuando Mosc¨² aprob¨® el env¨ªo a¨¦reo desde su territorio y desde Siria de combustible de reactores, piezas de artiller¨ªa de 130.mil¨ªmetros, motores de carro de combate y municiones. En 1982, seg¨²n * fuentes del Departamento de Estado norteamericano, el bloque sovi¨¦tico proporcion¨® a Ir¨¢n cerca del 40% de sus compras de armamento. El presupuesto iran¨ª para la compra de armas fue de 2.500 millones de d¨®lares al a?o (unos 325.000 millones de pesetas).
El Washington oficial empez¨® a despertar ante la naciente crisis geopol¨ªtica en mayo de 1983 cuando un informe de la Agencia Central de Inteligencia norte americana (CIA) lleg¨® a la conclusi¨®n de que terroristas apoyados por Ir¨¢n eran los responsables del bombardeo de la Embajada de EE UU en Beirut, el mes anterior. La guerra olvidada, como sol¨ªa denominarse al conflicto entre Ir¨¢n e Irak, hab¨ªa llegado a L¨ªbano y empezaba a cobrar las primeras bajas norteamericanas. Y a medida que los servicios secretos empezaron a mezclarse, apareci¨® un nuevo riesgo en el horizonte: revoluciones al estilo iran¨ª en pa¨ªses como Kuwait, Arabia Saud¨ª, Egipto e, incluso, T¨²nez. La Administraci¨®n del presidente Ronald Reagan ya no pod¨ªa seguir sentada esperando su turno. Ir¨¢n se estaba convirtiendo en una amenaza.
'Operaci¨®n estancamiento'
La primera soluci¨®n sugerida por el Departamento de Estado y por los consejeros en pol¨ªtica exterior de Reagan fue la misi¨®n Fairbanks, que desde entonces se conoce como operaci¨®n estancamiento (staunch).
A finales de 1983, Reagan nombr¨® al eficiente diplom¨¢tico norteamericano Richard Fairbanks embajador especial encargado de cortar el suministro de repuestos y municiones, a Ir¨¢n, incluyendo equipos fabricados por los aliados norteamericanos en f¨¢bricas que operaran con licencias de exportaci¨®n de armamento de EE UU. Fairbanks y su equipo de expertos peinaron el mundo en busca de violadores del embargo de armas estadounidenses. Pa¨ªses como Espa?a, Portugal, Israel e incluso China fueron advertidos de que si segu¨ªan suministrando equipos militares a Ir¨¢n se ver¨ªan expuestos a represalias. Las licencias de exportaci¨®n podr¨ªan ser retiradas, y la ayuda de EE UU, reducida.
A principios de 1985, la operaci¨®n estancamiento hab¨ªa tenido tal ¨¦xito que Fairbanks y su equipo ganaron el respeto, a rega?adientes, de los iraqu¨ªes, que se retractaron de sus anteriores cr¨ªticas a la Administraci¨®n de Reagan y empezaron a reconocer que EE UU estaba haciendo un aut¨¦ntico esfuerzo para cortar el suministro militar a Ir¨¢n y llevar la matanza de la guerra del golfo P¨¦rsico a su fin.
Pero a medida que la operaci¨®n estancamiento empez¨® a dar resultados, otra corriente de pensamiento apareci¨® en la escena de los c¨ªrculos de los servicios secretos y entre los allegados al presidente que buscaban puestos de poder. Esos consejeros argumentaron que era el momento de tender una mano a los moderados del r¨¦gimen iran¨ª con un gesto de apoyo que les ayudara a echar de sus puestos de poder a los fan¨¢ticos radicales antiamericanos.
La idea de Robert McFarlane era buena. El ¨¦xito de la operaci¨®n estancamiento hab¨ªa hecho tan dif¨ªcil para Ir¨¢n encontrar repuestos de EE UU para continuar la guerra que la fuerza a¨¦rea iran¨ª solamente pod¨ªa utilizar unos 50 aviones de combate de los m¨¢s de 450 que ten¨ªa antes de la guerra. Los iran¨ªes empezaban a estar tan desesperados que empezaron a -lanzar sus ataques de oleadas humanas, compuestas de ni?os de 10 y 12 a?os, lo que se convirti¨® en una de las m¨¢s siniestras caracter¨ªsticas de la guerra.
Negociar con Washington
Ahora que el mercado negro de suministros hab¨ªa quedado pr¨¢cticamente estancado, McFarlane manifest¨® que los iran¨ªes pod¨ªan ser obligados a negociar directamente con el Gobierno de Estados Unidos. Era la ocasi¨®n de una iniciativa diplom¨¢tica secreta por parte de Washington, que incluir¨ªa la venta de armas como gesto de buena voluntad. El objetivo era tender puentes a los mulas con la esperanza de convencerles para llegar a una erradicaci¨®n del terrorismo apoyado por Ir¨¢n, negociar el fin de la guerra y detener el intento de exportar la revoluci¨®n isl¨¢mica a los Estados vecinos del golfo P¨¦rsico.
Hab¨ªa una raz¨®n important¨ªsima para utilizar las armas como moneda de cambio. Como dijo en una entrevista un hombre de negocios franc¨¦s que sirvi¨® de intermediario en el intento de EE UU, los militares iran¨ªes se enfrentan hoy a una elecci¨®n estrat¨¦gica que afectar¨¢ a su pa¨ªs durante los pr¨®ximos 20 a?os. 0 Ir¨¢n recibe repuestos norteamericanos para reparar y mantener su armamento estadounidense o debe recurrir a la Uni¨®n Sovi¨¦tica para conseguir un material totalmente nuevo. La idea de un Ir¨¢n con aviones Mig 29 y alojando a decenas de miles de t¨¦cnicos sovi¨¦ticos (no los 2.000 o 3.000 actuales) es suficiente como para dar escalofr¨ªos a cualquiera que le preocupen los intereses estrat¨¦gicos de EE UU. Y la crisis se ve tan cerca en el horizonte que el fracaso en la creaci¨®n de esos puentes hoy puede provocar el desastre en cuesti¨®n de unos meses.
A medida que se aproxime el d¨ªa de la muerte del ayatola Jomeini, Ir¨¢n volver¨¢ a estar disponible por segunda vez en siete a?os. La primera batalla fue un sorprendente fracaso norteamericano. Para ganar la pr¨®xima, EE UU tendr¨¢ que hacer un esfuerzo extraordinario para demostrar a los dirigentes iran¨ªes que forjar una alianza con la URSS no servir¨¢ a sus intereses.
Pero no hay que hacerse ilusiones con respecto al resultado: no es probable que Ir¨¢n se convierta en un basti¨®n norteamericano en el golfo P¨¦rsico, como lo era en las d¨¦cadas de los sesenta y setenta. No obstante, puede ser convencido para adoptar una actitud neutral, lo que, a fin de cuentas, eliminar¨ªa una peligros¨ªsima amenaza contra los amigos y aliados de Estados Unidos en la regi¨®n.
@ Kenneth R. Timmerman / NYT.
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