Justicia o inquisici¨®n
ANTONIO NAVARRO, el juez que denunci¨® a una pareja de j¨®venes porque se acariciaban en p¨²blico en el pueblo de Azuaga, era hasta el pasado 2 de febrero juez de provisi¨®n temporal del pueblo de Azuaga, en Badajoz. Ahora es probable que jam¨¢s vuelva a esa localidad extreme?a, donde ayer todos los habitantes mostraron su absoluta repulsa por las consecuencias que ha tenido su actitud inquisitorial. Su denuncia, y la posterior condena de la pareja (cinco meses de arresto mayor para ¨¦l, dos meses para ella, una muchacha de 17 a?os), fue duramente criticada dentro y fuera de la localidad extreme?a, pero alcanz¨® caracteres de drama cuando el joven incriminado cometi¨® suicidio el pasado 7 de febrero. La reacci¨®n popular ante la condena y frente a los sucesos posteriores ha sido manifestada mediante una huelga general que se produjo ayer mismo.Cierto que en el ¨¢nimo del juez Antonio Navarro no estaba prevista la sucesi¨®n de hechos que provoc¨® con su acci¨®n y eso puede ser, sin duda, un grave error de algunos de aquellos que juzgan o procesan. Si nadie se lo demanda legalmente, la sociedad s¨ª puede hacerlo.
Un noticiario salpicado de justicieras redadas de prostitutas o persecuci¨®n de analfabetas que no miden sus palabras ante la autoridad cuando son arrancadas por desahucio de sus viviendas conforma un espect¨¢culo que recuerda antes los modos de la Inquisici¨®n que de la justicia moderna. Cuando, en ocasiones, se pide que se modernice la justicia se est¨¢ hablando, generalmente, de informatizaci¨®n, de aceleraci¨®n de tr¨¢mites, de limpieza en el funcionamiento en los juzgados. Pero hay una modernizaci¨®n de otra ¨ªndole, y es la que exige una puesta al d¨ªa en las mentalidades de las personas en cuyas manos est¨¢ la facultad de juzgar.
Los jueces tienen la independencia que todos hemos deseado siempre para desempe?ar esa facultad y la suficiente capacidad de interpretaci¨®n, dentro de los c¨®digos, como para ejercer lo que justamente da nombre a su profesi¨®n y cargo: el juicio. Pueden y deben ser independientes de los otros poderes, pero hay uno que puede parecerles invisible, o quiz¨¢ inestimable, del que son representantes: el de la sociedad que delega en ellos su defensa.
La sociedad espa?ola ha evolucionado muy profundamente en los ¨²ltimos a?os quiz¨¢ con m¨¢s velocidad que algunos estamentos. Muy probablemente, la existencia de la instituci¨®n del jurado tantas veces prometida por el Ejecutivo y sucesivamente aplazada habr¨ªa evitado en este caso y en otros de semejantes caracter¨ªsticas esa clamorosa escisi¨®n que se viene produciendo entre el sentido com¨²n y la decisi¨®n de algunos jueces. Su necesidad y las consecuencias dram¨¢ticas de su ausencia saltan a la vista.
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