Por la distensi¨®n en Melilla y Ceuta
Cuando hace poco m¨¢s de un a?o fue promulgada la ley de Extranjer¨ªa, sorprendi¨® en diversos medios su ignorancia de la situaci¨®n especial del colectivo musulm¨¢n en las ciudades de Ceuta y Melilla pese a globalizar un 30% de su poblaci¨®n. Esta ignorancia no era m¨¢s que consecuencia de una larga tradici¨®n en nuestro pa¨ªs de negar la existencia de problemas mediante la f¨®rmula de ignorarlos.La Ya larga marginaci¨®n del colectivo musulm¨¢n ha salido a la opini¨®n p¨²blica en una sola de las dimensiones del problema: la de pol¨ªtica interior. La gravedad de la situaci¨®n hace absolutamente necesaria la b¨²squeda de soluciones estables que afronten tambi¨¦n la otra dimensi¨®n, la de pol¨ªtica exterior, que ensombrece desde hace d¨¦cadas las relaciones -econ¨®micas, pol¨ªticas, de cooperaci¨®n cultural- con nuestro vecino del Sur.
A lo largo de 1986 se iniciaron pasos para atenuar la conflictividad de la situaci¨®n en el dominio interior. Se cre¨® una comisi¨®n mixta con participaci¨®n de l¨ªderes musulmanes, que, optando por la v¨ªa asimiladora, intent¨® acelerar el proceso de naturalizaciones y estimular la integraci¨®n del colectivo a trav¨¦s de una denuncia de la discriminaci¨®n y el establecimiento de un censo de personas y un inventario de problemas a fin de encontrarles soluci¨®n inmediata. Hay que valorar la actitud de di¨¢logo manifestada por el anterior delegado del Gobierno, as¨ª como se?alar las resistencias de las fuerzas pol¨ªticas melillenses, que, pr¨¢cticamente formando un bloque homog¨¦neo, no s¨®lo no facilitaron el camino integrador, sino que consiguieron que el Gobierno cesara -al delegado a fines del verano.
A partir de este momento la nueva pol¨ªtica del Gobierno sorprende a la opini¨®n p¨²blica con una doble actuaci¨®n que en un primer vistazo podia parecer contradictoria: los nombramientos de Aomar Mohammedi Dud¨² como consejero de Interior para asuntos de la comunidad musulmana y de Manuel C¨¦spedes como delegado del Gobierno. Contradictorio porque si por una parte el primer nombramiento era un paso m¨¢s en la l¨ªnea integradora, el segundo hac¨ªa temer soluciones policiales. Pronto se vio que se optaba por una misma pol¨ªtica con sus dos caras, asimiladora pero propia de los tiempos del Alto Comisariado, intentando ganar al caudillo local (los ejemplos de Raisuni y Abd el Krim vienen a la cabeza), en un marco de restauraci¨®n del orden, con la reposici¨®n en sus puestos de los polic¨ªas insubordinados y expulsados por el anterior delegado del Gobierno.
Dos repercusiones, sin embargo, hay que destacar de la nueva pol¨ªtica: el rechazo del colectivo musulm¨¢n, que vio con recelo la imagen oficial de Dud¨², as¨ª como la falta de colaboraci¨®n de los medios de comunicaci¨®n, que desencadenaron una campa?a de descr¨¦dito del l¨ªder musulm¨¢n que tuvo sentido impacto en una opini¨®n p¨²blica predispuesta a prejuicios no exentos de racismo.
La visita de Dud¨² a Marruecos fue el detonante para crear el clima que ten¨ªa que acabar en ruptura y nada se ha hecho por evitarla. Los acontecimientos de fines de enero en Melilla, donde hay que lamentar un ciudadano musulm¨¢n muerto, son una consecuencia d¨¦ la falta de soluciones pol¨ªticas, que deja la cuesti¨®n a merced de quien quiera explotarla y justo en este momento son muchos los que pueden hacerlo. La represi¨®n, arrestos domiciliarios, encarcelamientos, traslados a la Pen¨ªnsula, acusaciones tan graves como sedici¨®n -aparte de los insultos y descalificaciones personales de miembros destacados del colectivo musulm¨¢n por parte de quien ostenta la representaci¨®n del Ejecutivo-, no pueden hacer m¨¢s que enconar el problema.
Durante m¨¢s de un a?o, la cuesti¨®n de Melilla ha sido tema de portada en los peri¨®dicos, marroqu¨ªes -con el desgaste p¨²blico de imagen de la Espa?a democr¨¢tica en el vecino pa¨ªs-, con especial insistencia en los de la oposici¨®n. El Gobierno y la Prensa oficialista han guardado una actitud prudente que como tal fue valorada por el jefe de la diplomacia espa?ola. Sin embargo, la reciente. visita del ministro del Interior espa?ol a Marruecos ha servido para que el soberano marroqu¨ª haga una propuesta de creaci¨®n de un grupo de reflexi¨®n sobre el destino de las dos ciudades que se ha querido ver una vez m¨¢s, como nueva injerencia en los asuntos internos espa?oles.
Por todo ello, aun valorando la utilidad y urgencia de la promulgaci¨®n del real decreto de excepcionalidad de la ley de Extranjer¨ªa para Ceuta y Melilla, creemos que para abrir caminos de di¨¢logo ser¨ªa necesaria la apertura de una investigaci¨®n parlamentaria sobre los recientes acontecimientos de Melilla. En el mismo sentido nos parece obligado abogar por la liberaci¨®n de los detenidos en la prisi¨®n de Almer¨ªa, sin pretender inmiscuirnos en la independencia del poder judicial pero con la conciencia de la dimensi¨®n pol¨ªtica de los acontecimientos. Y abrir un debate nacional que tienda a soluciones estables para el futuro de estas dos ciudades, sobre la base de una informaci¨®n de la que actualmente carece la opini¨®n p¨²blica espa?ola, con la mira puesta en la. mejora de las relaciones con nuestro vecino y con la clara idea de salvaguardar siempre los leg¨ªtimos intereses de las poblaciones espa?olas all¨ª residentes.
Adem¨¢s de los escritores Antonio Gala, Juan Goytisolo y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n firman este art¨ªculo, por orden alfab¨¦tico, Francisco Bustelo, ex rector de la Complutense y catedr¨¢tico, Antonio Elorza, historiador y catedr¨¢tico, Julio Gonz¨¢lez Campos, ex rector de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y catedr¨¢tico, Fernando L¨®pez Agud¨ªn, periodista, Bernab¨¦ Garc¨ªa, profesor de Historia Contempor¨¢nea del Islam, Alejandro Lorca, catedr¨¢tico, Pedro Martinez Mont¨¢vez, catedr¨¢tico de ?rabe y ex rector de la Aut¨®noma madrile?a, Roberto Mesa, catedr¨¢tico, y V¨ªctor Morales Lezcano, profesor de Historia Contempor¨¢nea.
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