Estefan¨ªa de M¨®naco
ha abandonado Tenerife, tras ocho d¨ªas de estancia, con una buena impresi¨®n final, una vez superados los berrinches y sobresaltos que la chica ha provocado en la isla. "Adoro Tenerife y pienso volver", afirm¨® en el aeropuerto Reina Sofia, ante el respiro aliviado de las autoridades, pues la presencia de Estefan¨ªa y su numeros¨ªsima cohorte, de fot¨®grafos contituye una inmejorable promoci¨®n tur¨ªstica para la isla. Ahora bien, hasta conseguir que por su boquita salieran esas palabras de buen recuerdo hacia Tenerife, los isle?os que la han tratado han tenido que hacer la vista gorda y aguantarle lo que a alguien con menos belleza y rentabilidad no se le aguanta. En Playa de las Am¨¦ricas -donde ha rodado un v¨ªdeo musical- se pele¨® con los fot¨®grafos, porque la exclusiva la ten¨ªa un amigo de su novio, el tarzanesco de Marsella Mario Oliver. Tres veces llor¨® la princesa en p¨²blico, entre grititos y pataleos. Dos de ellas por pelearse con el marsell¨¦s. La tercera, cuando no dejaron subir a su comitiva en jeep por el Teide, ya que las normas de conservaci¨®n del parque nacional lo proh¨ªben. En esta ocasi¨®n, Estefan¨ªa amenaz¨® con abandonar la isla y devolver las llaves de oro dise?adas por el pintor Yamil Omar, que le dan derecho a un chal¨¦ en Tenerife, obsequio de cinco promotores tur¨ªsticos. Durante la excursi¨®n, la princesa se constip¨®, y el m¨¦dico local Pela¨¦z tuvo ocasi¨®n de comprobar que Estefan¨ªa no tiene ninguna simpat¨ªa a los m¨¦dicos. Por si le faltaba algo, volvi¨® a pelearse con Oliver, y ¨¦ste la dej¨® plantada en su cena de cumplea?os, en la que comparti¨® mesa, con cara de circunstancias y aburrimiento disimulado, con el presidente del Gobierno canario, Jer¨®nimo Saavedra, y otras autoridades. Al final, Estefan¨ªa se divirti¨® con los m¨¢s famosos personajes del carnaval y bail¨® la canci¨®n Abusadora, que, sin segundas intenciones, le dedic¨® una tuna tan simp¨¢tica, traviesa y alegre como suelen ser las tunas. En la despedida, la princesa volvi¨® a divertirse tirando merengue a los invitados, que le rieron la gracia con la mejor disposici¨®n. Por todo ello, la hija menor de Rainiero ha prometido volver a visitar el chal¨¦ del que ya es propietaria.
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