Amores y caprichos entre cine y realidad
![Juan Arias](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5a86bcd5-e5fc-49ab-b292-f3043b0fbfd4.png?auth=2d48be4f56908c68f3c88d7da3c4bd83b9078e68267346b6bac73e371847252d&width=100&height=100&smart=true)
Dentro de Cinecitt¨¢, las grandes pasiones y los grandes amores no nac¨ªan s¨®lo en el cine, sino a veces tambi¨¦n en la realidad. Por ejemplo, entre la arboleda de aquel teatro de los milagros surgi¨® en 1962 el amor entre Liz Taylor y Richard Burton, como tambi¨¦n el de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, quien, ante este amor, dej¨® a Anna Magnani.La gran actriz espa?ola Mar¨ªa Mercader, una de las primeras actrices extranjeras que llegaron a Cinecitt¨¢, encontr¨® tambi¨¦n all¨ª algo muy palpable adem¨¢s del ¨¦xito profesional: su amor por V¨ªttorio de Sica, con quien se cas¨® y de quien tuvo dos hijos.
Mientras el gran p¨²blico pensaba que las actrices, entre prueba y prueba, viv¨ªan qui¨¦n sabe qu¨¦ maravillosas aventuras, en realidad todo era mucho m¨¢s sencillo. Por ejemplo, Eleonora Rossi se dedicaba a la cocina y a los trabajos de casa, mientras Marina Berti, protagonista de Quo vadis?, se hab¨ªa llevado a sus tres hijos al estudio para cuidarles mejor.
Eso s¨ª, como cuentan hoy las diosas de entonces, a las actrices se les permit¨ªa todo, incluso llevarse a Cinecitt¨¢ a sus padres, maridos, hijos, etc¨¦tera. Sof¨ªa Loren estaba siempre acompa?ada por su madre cuando rodaba, y Silvana Pampanini, por su padre.
Por lo que se refiere a las actrices de Hollywood, pod¨ªan hacer de verdad lo que les daba la gana. Liz Taylor, en 1962, mientras rodaba Cleopatra, exigi¨® para su camar¨ªn ocho habitaciones y que estuviesen alejadas, por lo menos, 200 metros de las de los dem¨¢s. Quiso poder llegar hasta el set de rodaje con su lujoso autom¨®vil, seguida en otro veh¨ªculo por sus secretarias y costureras personales. Se permit¨ªa el lujo de hacer esperar a todos al no respetar jam¨¢s los horarios.
En cuanto a los sacrificios que se les ped¨ªa a veces a las actrices italianas, ha quedado grabada la mirada trist¨ªsima de Silvana Mangano cuando tuvo que cortarse al cero su larga melena ante los Ojos de su marido Dino de Laurent¨ªis para poder protagonizar Jovanka y las otras.
En los albores de Cinecitt¨¢, el desnudo era a¨²n tab¨². El primer seno desnudo rodado, el de Sofia Loren, en la pel¨ªcula Dos noches con Cleopatra, pudo ser visto s¨®lo en Francia, mientras en Italia fue censurado. Pero eran las mismas actrices italianas las que se resist¨ªan, y en algunos casos ped¨ªan que dichas escenas fuesen rodadas en total secreto o sustituidas por dobles, de forma que no se les viera la cara.
Hubo quien lleg¨® a Cinecitt¨¢, como Fellini, como humilde per¨ªodista de provincias para entrevistar a alguien, y all¨ª tuvo su camino de Damasco, comprendiendo que su vocaci¨®n no estaba en los peri¨®dicos, sino detr¨¢s de la c¨¢mara. El deslumbramiento de Fellini debi¨® ser tan grande que desde entonces trabaj¨® no s¨®lo exclusivamente para el cine, sino s¨®lo en Cinecitt¨¢.
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