El juicio de Abdal¨¢, reducido a un duelo entre abogados

"No hay ninguna raz¨®n para que comparezca al juicio", manifest¨® ayer Georges Ibrahim Abdal¨¢ al ujier del Palacio de Justicia de Par¨ªs, que fue a requerirle a la celda para que se presentara ante el tribunal que lo juzga por complicidad en tres asesinatos. Al pie del acta levantada por el ujier, estamp¨® como firma las mismas palabras que utiliz¨® para contestar al tribunal sobre su nombre, su edad y su domicilio: "Un combatiente ¨¢rabe". El vac¨ªo dejado por el protagonista ha restado gran parte del inter¨¦s p¨²blico levantado por el juicio, reducido en buena medida a un duelo entre abogados.
La sala medio vac¨ªa s¨®lo despertaba del sopor ante algunas an¨¦cdotas picantes de la trayectoria del acusado o ante los piques entre su defensor, Jacques Verg¨¨s, y el acusador particular, Georges Kiejman. Fuera, sin embargo, nada ha cambiado. Toda la cerca del Palacio de Justicia est¨¢ cortada. Una lancha de la polic¨ªa patrulla por las aguas del Sena pr¨®ximas al edificio. La Santa Capilla y las mazmorras de la Conciergerie han sido cerradas al p¨²blico y la polic¨ªa se despliega por el barrio, con notable barullo de autom¨®viles cada vez que se traslada al preso desde la desconocida c¨¢rcel de la regi¨®n de Par¨ªs donde se aloja hasta la isla de la Cit¨¦, o viceversa.La marcha del proceso contra Abdal¨¢ se centra ahora en dos ejes: la revisi¨®n de las pruebas materiales destinadas a probar la complicidad, o incluso la direcci¨®n de los asesinatos por parte de Abdal¨¢, y las declaraciones de los testigos, buena parte de los cuales han excusado su presencia con una sospechosa abundancia de certificados m¨¦dicos o de alegaci¨®n de obligaciones fuera de Par¨ªs en el caso de los pol¨ªticos citados por la defensa.
La emoci¨®n de los grandes procesos s¨®lo puede reaparecer si comparece alguno de los testigos m¨¢s espectaculares, como Gilles Peiroyes, que estuvo secuestrado por las FARL (Fracciones Armadas Revolucionarias de L¨ªbano), o alguno de los ex ministros a los que Jacques Verg¨¨s quiere llevar al huerto de demostrar que se trata de un proceso pol¨ªtico, teledirigido desde el Gobierno, y bajo la presi¨®n norteamericana, lo que le permitir¨ªa concluir que no se juzga al c¨®mplice o incluso al responsable de unos asesinatos, sino, efectivamente, a un combatiente ¨¢rabe.
Los frecuentes encontronazos y puyas entre Jacques Verg¨¨s y Georges Kiejman siguen proporcionando unos atractivos sostenidos, que pueden subir de grado en el momento de las conclusiones. Verg¨¨s, de momento, aprovecha cualquier observaci¨®n de Kiejman para apostrofar a su contricante: "No me extra?a que defienda a los ministros, pues tiene usted una singular tendencia a defender a los Gobiernos". En dos d¨ªas de juicio, el defensor ya ha presentado al acusador particular como abogado del Gobierno norteamericano, del Gobierno israel¨ª, de todos los Gobiernos y de la polic¨ªa.
Kiejman no pierde los nervios y prosigue su labor, destinada a demostrar que hay una relaci¨®n entre Abdal¨¢ y la ejecuci¨®n de los cr¨ªmenes. Ayer se revisaron dos de las pruebas decisivas: las armas con las que se cometieron los asesinatos, halladas en un piso que pagaba Abdal¨¢, y en el que habit¨® durante alg¨²n tiempo, y los planos y anotaciones sobre el asesinato frustrado del c¨®nsul norteamericano en Estrasburgo.
Verg¨¨s intent¨® demostrar que el piso en cuesti¨®n fue localizado por la polic¨ªa antes de que Peiroyes fuera liberado y no en el momento en que se dio a conocer, coincidiendo con la liberaci¨®n del reh¨¦n por las FARL a cambio de una presunta promesa de liberaci¨®n de Abdal¨¢. Entre los papeles hallados en un coche utilizado por el liban¨¦s, se encuentran algunos documentos (un mapa de la regi¨®n aragonesa, una gu¨ªa de circulaci¨®n espa?ola y un plano urbano de Barcelona) sobre el paso de Abdal¨¢ y sus amigos por Espa?a, donde las FARL mantuvieron un piso, concretamente en Alcal¨¢ de Henares.
La ausencia de Abdal¨¢ y la imposibilidad de interrogarle sobre las pruebas forma parte de la estrategia de la defensa, destinada a demostrar que, como m¨¢ximo, hay presunciones de complicidad dif¨ªcilmente comprobables con contundencia. As¨ª se coordina la actitud de Abdal¨¢ de no reconocer a sus jueces con la t¨¦cnica jur¨ªdica y la defensa pol¨ªtica de Verg¨¨s.
El l¨®gico enemigo de esta l¨ªnea es Kiejman, empe?ado, como sus clientes (Estados Unidos y la familia del diplom¨¢tico norteamericano asesinado), en evitar cualquier veleidad que pudiera llevar a una condena suave por complicidad en asesinato y luego a la expulsi¨®n de Abdal¨¢ dentro de pocos meses, a cambio del total cese de las hostilidades del grupo de bombistas en Francia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
