Pensamiento libertario

Tras leer el Manifiesto para la recuperaci¨®n del pensamiento libertario, del pasado d¨ªa 19, me urge felicitar a quienes manifiestan haberse recuperado de aquella afecci¨®n contagiosa a que el t¨ªtulo alude, pues no le encuentro a dicho escrito otro sentido que valga: la lista de los firmantes no deja lugar a dudas. H¨¢llanse entre ellos muchos cuya reconvalecencia de aquel padecimiento de sus a?os mozos, curado luego a golpe de inyecciones de cargos y honores oficiales, ya es un hecho remoto y archiconocido; otros hay cuya recuperaci¨®n me resulta novedosa y motivo de cierta melancol¨ªa, al saberme otra vez un poco m¨¢s solo en el sufrimiento, y de algunos, finalmente, ni habr¨ªa sospechado que pudieran haber sido afectados.Quiero felicitarles adem¨¢s por aquella met¨¢fora tan lograda del viejo topo que ha de dar sus frutos, y que nadie diga que pedirle frutos al topo ser¨ªa algo as¨ª como pedirle peras al olmo, pues el topo que no da frutos ?qu¨¦ lugar podr¨ªa meritar en la radiante topograf¨ªa de nuestro Estado democr¨¢tico, donde el pensamiento libertario tiene su lugar asignado?

Aunque a veces me asalta la duda: ?acaso no puede ser que esa supuesta curaci¨®n sea otro bulo como las pretendidas vacunas contra el c¨¢ncer? La experiencia cl¨ªnica demuestra que esa actividad contaminante que es el pensar conlleva casi siempre las bacterias de la anarqu¨ªa y de la subversi¨®n. El manifiesto aludido vuelve a evidenciar que el pensamiento libertario no es propiedad de nadie, sino que todo quisque puede hacer con ¨¦l lo que le d¨¦ la gana. ?No puede ser que lo libertario en algunos casos -desde luego, no el de los firmantes del susodicho manifiesto- sea incurable? ?Salud!-