La 'hora de la verdad' para el pentapartido italiano
La DC tropieza por primera vez con un rival de envergadura, el socialista Craxi
La hora de la verdad llegar¨¢ hoy para el actual Gobierno pentapartito italiano, formado por democristianos, socialistas, socialdem¨®cratas, republicanos y liberales y presidido por primera vez en la historia republicana italiana por un socialista, Bettino Craxi, secretario del partido socialista (PSI). La cumbre de los cinco socios de la coalici¨®n gobernante deber¨¢ saldar hoy la crisis abierta ante el previsto relevo -la semana pr¨®xima- al frente de la presidencia del Consejo de Ministros. El Gobierno de Craxi ha sido el m¨¢s largo de los ¨²ltimos 40 a?os y es la primera vez que la Democracia Cristiana, el primer partido del pa¨ªs, ha estado tanto tiempo fuera de Palazzo Chigi, sede de la presidencia del Gabinete.
El partido de Alcide de Gasperi, a quien los democristianos se proponen ahora llevar a la gloria de los altares, ha encontrado por vez primera un rival serio que le disputa la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs: el partido socialista de Craxi, un pol¨ªtico firme, pasional y din¨¢mico, mitad siciliano y mitad milan¨¦s y buen jugador de p¨®quer. Craxi, cuyo ¨²nico problema es que su partido por ahora s¨®lo capitaliza el 12% de los votos, est¨¢ convencido de que se est¨¢ acercando el ocaso pol¨ªtico de la Democracia Cristiana (DC) como fuerza hegem¨®nica. Piensa tambi¨¦n que el partido comunista (PCI), el segundo en importancia de votos, atraviesa una profunda crisis de identidad, mientras en el pa¨ªs se advierte una gran exigencia de "reformismo". Craxi querr¨ªa reformar incluso la Constituci¨®n, y ya ha propuesto una Rep¨²blica presidencialista.Sabe Craxi que el partido de Ciriaco de Mita, aun siendo la mayor agrupaci¨®n pol¨ªtica, no podr¨¢ formar Gobierno sin contar con los socialistas, porque todos saben que la Democracia Cristiana no puede aliarse con los comunistas sin romperse por dentro. Piensa el l¨ªder socialista que ha llegado la hora de arrebatarle votos al PCI y que lo que los italianos desean es estabilidad pol¨ªtica y una mano firme para modernizar el pa¨ªs.
De ah¨ª que Craxi no est¨¦ dispuesto, a pesar de todos los pactos firmados, a dejar tranquilamente su sill¨®n del palacio Chigi a un democristiano mientras De Mita le acusa de "falta de moralidad" por no ser fiel a su palabra.
El razonamiento de Craxi es cartesiano: si ¨¦ste ha sido el Gobierno m¨¢s estable de la Rep¨²blica, si con ¨¦l ha descendido como nunca la inflaci¨®n, se ha liquidado en buena parte el terrorismo pol¨ªtico, se ha recuperado la serenidad sindical e Italia se felicita de su milagro econ¨®mico, ?por qu¨¦ cambiar de caballo? La DC le responde que todo eso ha podido hacerlo porque ella le ha permitido presidir el Gobierno y le ha apoyado desde la direcci¨®n de los ministerios m¨¢s importantes. Craxi le responde que no ten¨ªa m¨¢s remedio, pues la DC, sin los socialistas, no hubiese podido seguir gobernando.
Ahora el duelo es duro. De Mita, otro personaje con gran prestigio pol¨ªtico, est¨¢ dispuesto a plantear un ultim¨¢tum a los socialistas en la reuni¨®n de hoy. Craxi ya no podr¨¢ volverse atr¨¢s de sus afirmaciones de que no acepta la llamada stafetta, o relevo ¨¢utom¨¢tico, para dar paso a un democristiano.
No le niega, naturalmente, a la DC el derecho a presidir otra vez el Gobierno, pero exige que entonces se acuerde un nuevo programa. La DC responde que eso est¨¢ bien, pero que antes Craxi debe dimitir para permitir formar un nuevo Gabinete presidido por uno de sus hombres, concretamente por Giulio Andreotti, que es el candidato in p¨¦ctore de De Mita.
Craxi duda entre mantenerse en sus trece o ceder el cargo la semana pr¨®xima. Lo primero abrir¨ªa la crisis y permitir¨ªa la convocatoria de elecciones anticipadas para explotar el efecto Craxi y su popularidad. Esto es precisamente lo que no quiere la Democracia Cristiana, que ha alertado ya a Craxi diciendo que una crisis de Gobierno no equivale autom¨¢ticamente a nuevas elecciones.
Pero la esperanza de Craxi es que la discusi¨®n entre los secretarios pol¨ªticos se alargue y se pueda llegar sin decisi¨®n alguna al 10 de marzo, fecha en que deber¨¢ ser votada en el Parlamento la moci¨®n de censura presentada por los comunistas. En ese caso la Democracia Cristiana se ver¨ªa entre la espada y la pared.
Si vota con los comunistas, la DC abre la crisis y se presenta ante la opini¨®n p¨²blica como la responsable de nuevas elecciones. Pero si le da su confianza a Craxi, ¨¦ste podr¨ªa argumentar que es absurdo cambiar al presidente de un Gobierno que acaba de obtener el espaldarazo del Parlamento.
Lo parad¨®jico es que en este momento todos y nadie quieren las elecciones. Todos, para salir al paso de la grave crisis que se ha creado en el pentapartido. Ninguno, porque nadie quiere afrontar la responsabilidad de atentar contra la estabilidad, un bien precioso apreciado no s¨®lo por la opini¨®n p¨²blica, sino sobre todo por el mundo de las finanzas.
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